Yamila Blanco
En siete años el Imperio no ha podido controlar política y militarmente el territorio, por lo que no ha logrado apoderarse del petróleo ni puede dar garantías a las transnacionales para instalarse allí
Resumen Latinoamericano/Correo del Orinoco.- El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, anunció días atrás que la misión militar estadounidense en Iraq terminará en el próximo 31 de agosto, fecha en la que se iniciará una transición hacia una “misión diplomática”.
“Nuestro compromiso en Iraq está cambiando de un esfuerzo militar liderado por nuestras tropas a uno civil encabezado por nuestros diplomáticos”, aseguró el mandatario.
También recordó que, como candidato a la presidencia, prometió en 2008 que llevaría la guerra a “un fin responsable”.
Pese a las declaraciones de Obama, y si bien la pasada semana 4.000 efectivos estadounidenses abandonaron el territorio iraquí, el Departamento de Estado dejó a 52.000 soldados en el teatro de operaciones, 2.000 de los cuales saldrán el próximo 31 de agosto.
Además, anunció que aumentará en más de la mitad el número de contratistas para tareas de seguridad, con lo que el número de mercenarios llegará a 7.000.
Por su parte, el propio comandante de las tropas de Estados Unidos en Iraq, Raymond Odierno, indicó que podrían permanecer soldados del Pentágono en la nación árabe: “El 2011 no será el año del repliegue total, podrán continuar soldados por aquellas tierras”.
Ante esas declaraciones, la Casa Blanca ratificó que las fuerzas que se mantendrán en suelo ajeno serán “para realizar misiones de asesoramiento y entrenamiento a sus similares iraquíes” en lo que denominaron Operación Nuevo Amanecer.
Derrota antes del final
Pero más allá de que la retirada de Estados Unidos sea parcial, o simplemente una enunciación que no se concretará a corto plazo, el balance de la invasión para el país del Norte, en nada es positivo.
El internacionalista e investigador del Instituto de Altos Estudios Diplomáticos Pedro Gual, Eduardo Grasso Domínguez, afirma que el saldo para el Pentágono es negativo en más de un sentido.
“Alrededor de 4.500 soldados norteamericanos perdieron la vida y más de 30.000 regresaron a casa heridos y traumatizados. En el lejano 2003, Estados Unidos logró ganar alguna que otra batalla en la que diezmó al ejército iraquí y eventualmente sentenciar a muerte a Saddam Hussein. Pero no fue capaz de establecer control político y militar en Iraq”, detalla el especialista.
Al no controlar el país, “el plan de apoderarse del petróleo iraquí y utilizar al país como territorio virgen para las empresas trasnacionales estadounidenses fue un fracaso”, agrega el especialista, quien sentencia que hasta ahora la inversión económica “registra rotundas pérdidas”.
El Pentágono indicó que se ha gastado hasta el momento en la aventura guerrerista en suelo iraquí 740 mil millones de dólares. Sin embrago, según investigaciones de los economistas Joseph Stiglitz y Linda Bilmes, el costo de la invasión a Iraq era, hasta 2008, de 3 billones de dólares.
A juicio de Acosta Matos, otro aspecto negativo para la nación que administra Obama, es la pérdida de credibilidad internacional.
Esto, explica, se expresa al menos en dos aspectos: primero, la comprobación de que Iraq nunca tuvo las armas de destrucción masiva que fueron la excusa para la invasión. Segundo, las pocas garantías que actualmente el ofrece EEUU como socio comercial debido a su crisis económica y financiera, agudizada por la “aventura” guerrerista.
Israel y la derecha europea
El filósofo y escritor cubano Eliades Acosta Matos resaltó que la nación norteamericana no es la única perjudicada ante los ojos del mundo. Israel, uno de sus socios estratégicos a escala mundial, también ha tenido un saldo negativo.
“EEUU creyó que lograría la desarticulación de un supuesto régimen hostil y la mismo tiempo podría satisfacer el pedido estratégico de su socio Israel: iniciar una larga marcha en Iraq para la reconquista mundial y la extensión de su dominio definitivo tras la caída del Muro de Berlín”, dijo el filósofo.
Además, aseguró Acosta Matos, ambos países buscaban afianzar un puesto de avanzada, dependiente de ellos, “en una región convulsa, pero lo que realmente ganaron fue la repulsa mundial por su barbarie, el aislamiento, una crisis económica acelerada por la guerra, que ha resucitado el Síndrome de Vietnam. Ni EEUU ni Israel han salido fortalecidos de Iraq”, resaltó.
También la Unión Europea, que apoyó la invasión a Iraq, se vio perjudicada: “Europa fue arrastrada por su dependencia e incoherencia a una guerra ajena, lo cual, a la larga, barrió del panorama político a gobiernos lacayos de derecha, como el del español José María Aznar. Lo único que ganó fue el contagio de una crisis económica acelerada, y más desconfianza hacia su socio americano”, reflexionó Acosta Matos.
Con esta postura, coincidió Grasso Domínguez, quien advirtió que, si bien Europa tuvo mayor compromiso militar con Estados Unidos en Afganistán que en Iraq, la crisis económica y el rechazo de la opinión pública a las autoridades que apoyaron la política guerrerista de George W. Bush dejaron heridas en el viejo continente.
Lo que el imperio se llevó
Más allá de la derrota anunciada de Estados Unidos y sus aliados en suelo iraquí, hay terribles consecuencias para la población de la nación árabe que padece la invasión desde hace 7 años.
“El legado estadounidense es el de un Iraq con una infraestructura destrozada, una industria disminuida, una nación que vive en medio de numerosos actos violentos y que ha sufrido la muerte de millares de civiles, un territorio contaminado por residuos tóxicos y radiación -que se traduce en aumento de enfermedades congénitas-, una tasa de desempleo que roza el 60% y un país que aun debe fortalecer un gobierno que pueda construir un tejido económico estable”, analizó el investigador del Instituto Pedro Gual.
De igual manera, Acosta Matos lamentó que lo único que ganó Iraq fue “la destrucción de su país y la muerte de más de un millón de ciudadanos, el retroceso en su cohesión y desarrollo social a niveles de hace un siglo, la dependencia a Estados Unidos e Israel y un futuro imprevisible y caótico”.
Nada justifica la invasión y el inadmisible saqueo que Estados Unidos realizó en Iraq. Ni la lucha contra el “terrorismo”, ni los intentos por recuperar una hegemonía mundial perdida, ni el mantenimiento de un sistema insostenible como el capitalismo pueden ser razón suficiente para dejar a toda una nación en las puertas de un futuro incierto y sombrío.
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