Apolinar Díaz – Callejas (especial para ARGENPRESS.info)
El presidente Uribe Vélez lleva a Colombia y a América Latina a la ignominia de un acuerdo militar con los Estados Unidos, que le permite a esta potencia servirse de siete bases militares aéreas, marítimas y terrestres de guerra, para supervigilar y presionar sobre el comportamiento político y militar de las naciones latinoamericanas y del Caribe en sus relaciones con los gringos.
Incluso, el poderío militar gringo que le ha entregado el presidente colombiano, podrá ser utilizado por las fuerzas militares yanquis para ataques y acciones de guerra sobre países africanos que son los que habitan las costas del océano Atlántico de África.
Yo no puedo creer que el nuevo presidente norteamericano, Barack Obama, de reconocida gran cultura social y política, se dejó engañar por los negociadores gringos pertenecientes a la anterior rosca de los gobiernos militaristas republicanos, que ocupan gran parte del poder militar actual en el gobierno de los Estados Unidos. De la misma manera que en la parte gubernamental de los demócratas está profundamente comprometido el sector político y militar que guía el Ex presidente Bill Clinton y su esposa, precisamente Hilary Clinton, Secretaria de Estado y de Relaciones Exteriores. En mi opinión los demócratas más consecuentes y lúcidos han sido dejados al márgen del nuevo poder en Norteamérica, cumpliendo decisiones que chocan con lo predicado en la campaña electoral por los demócratas. El caso de la toma militar de Colombia por los Estados Unidos, por el entreguismo total del actual presidente colombiano, Álvaro Uribe Vélez, a las pretensiones norteamericanas, sostenidas implacablemente por los miembros republicanos de los negociadores del gobierno de Obama, que eran y fueron durante dos décadas los manipuladores del poderío militar de los Estados Unidos en el mundo.
Hasta los propios demócratas norteamericanos deben estar aturdidos por el desastre político en que se está convirtiendo la victoria de Obama, que tiene ya bajo su poder a un país entero como Colombia para sus fines militares y dominación en América Latina y África. Creo que el presidente Obama debe estar disfrutando del placer de su primera gran victoria política en el mundo al golpear duramente las posibilidades de progreso visible en que andan en este momento América latina y África, cuando avanza y crecen los países demócratas empeñados en una transformación social y política que nos abra las puertas para el progreso en todos los campos, que no hemos podido tener antes.
La entrega total del gobierno colombiano de Uribe Vélez a los intereses de todo orden de los Estados Unidos, fue completa. La lucha contra el narcotráfico por culpa de los Estados Unidos ha sido una farsa en todo el mundo, pues ese criminal negocio ha seguido creciendo en todas partes, llevando como ayuda fundamental el terrorismo y los crímenes que cubren todos los espacios del mundo. Los medios de comunicación le hacen el juego a esa política de agresión norteamericana, haciéndole creer a las gentes que todo esto es producto de las tensiones de Colombia con Ecuador y Venezuela en las últimas semanas. Los medios de comunicación norteamericanos escogieron el lenguaje adecuado para señalar las disputas norteamericanas con Ecuador y Venezuela como una “amenaza” contra toda la región. En virtud de ello, Uribe Vélez, el presidente colombiano y los gringos, levantan la bandera de movilizar todo su poderío militar, aéreo y naval para aplastar los “disturbios” de Ecuador y Venezuela. Hay un extraordinariamente técnico manejo del lenguaje para engañar a los lectores. Lo que está en juego, es, realmente, la restauración en América Latina y África del poder total militar y atómico de los Estados Unidos, que habían perdido en las últimas décadas. Ese es el reto al que estamos enfrentados, el reinicio de la reconquista por el poder imperial norteamericano de su dominio total en América del Sur, América del Caribe y Asia, desde donde, después, irá asaltando al resto de las naciones, África, Asia y Europa.
Afortunadamente, a las naciones y pueblos del mundo que forman parte de los objetivos militares y de dominación norteamericana, también les llegará su hora de lucha y esto nos colocará de nuevo frente a los mismos problemas de unidad y organización para defender nuestra soberanía y nuestras naciones y para contribuir, también con el poderío de nuestros pueblos, su heroísmo histórico y su renovada posición actual de luchar por vencer la miseria y la sumisión a que hemos estado sometidos. Yo no tengo la menor duda de que la victoria total será nuestra y más pronto de lo que el común de la gente pueda imaginar.
Seguiré en mis exámenes de esta crisis de América del Sur en la confrontación con los nuevos empeños de dominio del señor Obama y del poder imperial norteamericano, ciertamente en crisis. A mis 88 años de edad acabados de cumplir puedo decir igual que en la guerra contra el fascismo en España, que me tocó vivir siendo un joven estudiante de 13 años de edad, que derrotaremos de nuevo el ímpetu guerrero del imperialismo norteamericano, y América Latina y África cumplirán sus destinos.
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