La obesa cintura de los militares de EE.UU.
Pratap Chatterjee
TomDispatch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Introducción del editor de TomDispatch
Pratap Chatterjee
TomDispatch
Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens
Introducción del editor de TomDispatch
Tardaron un año en encontrar un nombre, mientras la compañía era declarada persona non grata en Iraq, pero ya es realidad. La tristemente célebre Blackwater Worldwide se rebautizó oficialmente Xe. Según un memorando de la compañía: “Xe será una fuente ininterrumpida de compras para servicios de seguridad, estabilidad, aviación, entrenamiento y logística.”
Se pronuncia “Zii”, a propósito, y también es, extrañamente, el símbolo de Xenón, un gas noble incoloro, inodoro, encontrado en cantidades ínfimas en la atmósfera de la Tierra. Ojalá Blackwater y su calaña en el negocio de la seguridad privada de asesinos a sueldo se encontraran sólo en cantidades ínfimas, bajo el nombre que se sea, en la política exterior y militar estadounidense. Pero no tenemos esa suerte.
En los últimos años, muchas de las tareas antes asociadas con los militares de EE.UU. han sido privatizadas y subcontratadas al por mayor – desde los turnos de vigilancia para diplomáticos de EE.UU. hasta la tarea de pelar patatas y entregar el correo, para no hablar de la construcción y mantenimiento de bases estadounidenses que ahora salpican Oriente Próximo y Afganistán.
Tal vez, a la larga, Blackwater, bajo presión del gobierno iraquí, podrá ser separada de operaciones de EE.UU. en Iraq, pero no cabe la menor duda de que algún contratista privado de las mismas características simplemente ocupará su lugar. Es uno de los legados más arraigados que Barack Obama ha heredado de los años de Bush. No importa si se habla de esas firmas de seguridad o de KBR, la antigua subsidiaria de Halliburton que hace casi todo lo que necesitan para sobrevivir las fuerzas armadas de EE.UU excepto combatir realmente; separarlas del Pentágono significaría una combinación casi inconcebible de operaciones en este momento.
Nadie ha hecho un trabajo más impresionante respecto a este problema que el editor jefe del sitio en Internet Corpwatch, Pratap Chatterjee, quien ha viajado por el mundo visitando bases de EE.UU. y encontrado a empleados de KBR (que forman un oculto “Ejército de EE.UU.” en Iraq y Afganistán), para ver cómo funciona realmente la mayor de esas corporaciones compinches. Ahora ha escrito un libro notable: “Halliburton's Army: How A Well-Connected Texas Oil Company Revolutionized the Way America Makes War,” precisamente sobre cómo funciona todo, de cerca y personalmente.
Ojalá su libro se refiriera a la historia pasada. Por desgracia, evidentemente será nuestro futuro militar, así como nuestro pasado, mientras no recorten la “misión” de EE.UU. en el mundo. Así que no se pierdan el libro de Chatterjee ni su informe a continuación sobre KBR, y ¡Bienvenidos a McEjército! una presentación especial sobre la comida servida por KBR en una base en Iraq. Viene después del artículo principal. Tom
La obesa cintura de los militares de EE.UU.
¿Qué hará Obama con los mercenarios?
Pratap Chatterjee
Es casi seguro que el presidente Obama aterrice en Bagdad y Kabul en Air Force One en algún momento durante este año para encontrar a sus homólogos de Iraq y Afganistán, y es igual de seguro que visite una o dos bases militares de EE.UU. Si se queda a desayunar, almorzar o cenar, o para un bocadillo a medianoche con los soldados, no es menos seguro que elija de un menú preparado por trabajadores asiáticos migrantes contratados por KBR, basada en Houston, la antigua subsidiaria de Halliburton.
Si Barack Obama toma el autobús blindado Rhino Runner desde el aeropuerto de Bagdad a la Zona Verde, o vuela en helicópteros Blackhawk de Catfish Air (como lo hacen simples mortales como diplomáticos y periodistas), en lugar de tomar el helicóptero presidencial, su asiento le será asignado por trabajadores civiles estadounidenses fácilmente identificados por los cordones rojos de KBR que llevan alrededor de sus cuellos.
Incluso si Obama recibe el tratamiento de la ultra alfombra roja, todavía caminará por pasarelas y entrará a edificios que han sido construidos durante los últimos seis años por un ejército de unos 50.000 trabajadores empleados por KBR. Y si Obama decidiera ordenar que los soldados en Iraq vuelvan a casa mañana, firmará efectivamente un cheque en blanco por miles de millones de dólares en contratos de logística de retirada que serán realizados en gran parte por una compañía que otrora era supervisada por Dick Cheney.
Preguntas para el Pentágono
Si Obama quiere descubrir por qué los trabajadores civiles de KBR están hasta en el último rincón de las bases de EE.UU. en Iraq y Afganistán, haría mejor en visitar el Rock Island Arsenal en el oeste de Illinois. Está ubicado en la mayor isla del río Mississippi, el sitio en el que nació el Jefe Black Hawk [Halcón Negro] de la nación Sauk. Los modernos edificios en piedra del arsenal albergan las oficinas del Comando de Materiales del Ejército de EE.UU. desde donde ha sido administrado durante los últimos siete años el multimillonario contrato de KBR Programa de Aumentación Logística Civil (LOGCAP, por sus siglas en inglés). Es el megacontrato que, desde el 11 de septiembre de 2001m, ha generado para KBR más de 25.000 millones de dólares a fin de establecer y administrar bases militares en el extranjero (y resultó, claro está, en miles de páginas de noticias controvertidas sobre las ganancias obtenidas por la compañía gracias a la guerra).
Sería aún más conveniente que Obama pasara unos minutos en la central de operaciones para el gobierno de KBR en Crystal City en Arlington, Virginia, a sólo una milla al sur del Pentágono y a cinco millas de la Casa Blanca. En Crystal City Drive justo antes del aeropuerto Nacional Ronald Reagan, es difícil no ver el logo corporativo de KBR, esas gigantescas letras rojas en el edificio de 11 pisos en el extremo de Crystal Park.
Mucha gente que sabe algo sobre el papel de KBR en Iraq y Afganistán quisiera que Obama interrogara a los comandantes militares en Rock Island y a los ejecutivos corporativos en Arlington sobre el trabajo eléctrico chapucero, el agua sin cloro para la ducha, los cobros excesivos por camiones parados en el desierto sin hacer nada, las muertes de empleados de KBR y soldados afiliados en Iraq, las supuestas coimas por millones de dólares aceptadas por gerentes de KBR, y los miles de millones de dólares en recibos desaparecidos, en medio de un montón de otras quejas que han recibido amplia publicidad durante los últimos cinco años.
Pero serían las preguntas equivocadas.
Obama tiene que preguntar a sus comandantes en el Pentágono lo siguiente: ¿Pueden hacer algo sin KBR las fuerzas armadas que heredó?
Y la respuesta será ciertamente un resonante no.
Cómo mantener contento a un ejército de voluntarios
Tim Horton es jefe de relaciones públicas para el Área de Suministro Logístico Anaconda en Balad, Iraq, la mayor base de EE.UU. en ese país. Ha sido oficial de transporte durante 20 años y tiene una simple explicación para el motivo por el cual el ejército depende tanto de contratistas para operar actualmente sus instalaciones.
“Lo que tenemos actualmente es un ejército sólo de voluntarios, a diferencia de un ejército de reclutas. En el antiguo ejército, el estándar de vida era bajo, la escala de paga era atroz; no era divertido; ni siquiera se pretendía que lo fuera. Pero actualmente tenemos que atraer, tenemos que alistar, como cualquier corporación, tenemos que alistar de la calle. Y una vez que logramos que vengan, tenemos que darles un motivo para quedarse.”
Ya en 2003, las fuerzas
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