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domingo, 3 de junio de 2018

Un ataque frontal a las humanidades


El sistema capitalista posee una filosofía utilitaria, si es que posee alguna. Solo le importa aquello que es útil, en el sentido de que produzca “utilidades”, es decir, plusvalía y ganancia. Todo lo demás sale sobrando, o se acepta mientras no obstaculice el objetivo central: las utilidades.
Uno de esos obstáculos históricos, con que se han encontrado las “utilidades capitalistas” en el proceso educativo, es la formación de los estudiantes en las diversas áreas que componen aquello que se ha llamado las humanidades: historia, filosofía, sociología, educación ambiental, lengua y literatura, etc. Se las considera un obstáculo porque la educación humanística produce un educando con pensamiento crítico, conocedor de su entorno, su nación y su mundo.
Esa capacidad de pensar por sí mismo sale sobrando según la filosofía pedagógica utilitaria de los capitalistas, para quienes el educando sometido al mercado de trabajo debe ser un sujeto que sepa captar, acatar y ejecutar directrices. Pensar se deja para el empresario, si acaso. Para el trabajador común debe bastarle, según el utilitarismo imperante: saber leer y escribir, sumar y restar, todo de manera elemental, para que pueda cumplir sus deberes laborales.
La educación se ha convertido en “punshing bag” de los políticos burgueses. Hay un problema social, delincuencia, pobreza, desempleo, etc., todo es culpa de la educación. Todos llegan al solio presidencial prometiendo cambios, y luego pasan a limpiarse con los docentes cuando se aprecia que nada ha cambiado, o todo va para lo peor.
En educación superior hace décadas la derecha (utilitaria), que habla por el capital dentro de las universidades ha levantado el estandarte de una educación tecnocrática, donde “no se pierda tiempo” enseñando humanidades, para ir directo a las materias técnicas, que son las que importan. Según ellos, para qué queremos un médico que estudie sociología, si basta con que sepa el oficio y pasar la factura del consultorio. Para qué un ingeniero va a estudiar Historia de las Relaciones de Panamá con Estados Unidos, si ahí sólo se aprende las incontables veces que el imperialismo yanqui nos ha invadido, y lo que se trata es de “llevarse bien con los gringos”, que son dueños de buen parte de la industria farmacéutica.
Bajo la actual administración de la Universidad de Panamá, un grupo de decanos utilitarios, revestidos de lenguaje tecnocrático, se han lanzado al ataque frontal contra las humanidades y la educación superior humanística que nos legaron Octavio Méndez Pereira y José D. Moscote. Su ataque está dirigido contra el llamado “núcleo común”, que son un grupo de asignaturas humanísticas que se han definido obligatorias para todas las licenciaturas: Español, Inglés, Historia de Panamá, Geografía de Panamá, Historia de las Relaciones de Panamá con Estados Unidos, Sociología.
La perspectiva de los enemigos utilitarios del tronco común es doble en su objetivo de eliminar estas asignaturas: por un lado, evitar cualquier alteración que las humanidades puedan hacer en el cerebro de los futuros asalariados; por otro, eliminando esas asignaturas se gana espacio en el curriculum para asignaturas que dicten colegas allegados a sus departamentos a costa de los docentes de cursos humanísticos.
Interrogado el rector Dr. Eduardo Flores sobre la situación, alega que no se pretende eliminar el tronco común, sino las leyes nacionales que imponen la obligatoriedad de esas asignaturas a la Universidad de Panamá por cuanto ella es constitucionalmente autónoma para fijar sus planes de estudio. Y que eliminarla reñiría con el hecho de que él mismo, junto a otros colegas, como la Dra. Ana Elena Porras, lucharon por la ley que establece como obligatoria la enseñanza de la Historia de las Relaciones de Panamá con EE UU.
Pero la explicación del Dr. Flores no nos satisface, pues resulta que el representante legal de la propia Universidad de Panamá, Dr. Vasco Torres, ha presentado una sarta de demandas de inconstitucionalidad contra las leyes que establecen la obligatoriedad de las asignaturas de: Historia de las Relaciones de Panamá con EE UU, Español, Historia de Panamá, Geografía de Panamá, Inglés y Educación Ambiental.
Una de las demandas es contra el artículo 6 de la Ley 37 de 12 de mayo de 2015, que establece que: “Las universidades oficiales y particulares y los centros de enseñanza superior deberán incluir la enseñanza de la asignatura Historia de las Relaciones entre Panamá y los Estados Unidos de América en todas sus carreras, durante el año académico”.
Otra demanda es contra los artículos 1, 2 y 3 de la Ley 25 de 27 de junio de 2000 que “establece como obligatoria la enseñanza del idioma español en todas las carreras a nivel superior de las universidades, oficiales y particulares…”. El artículo 3 obliga a la Universidad de Panamá a asegurarse que los planes de otras universidades incluyan la enseñanza del español en todas sus carreras.
Así contra todas y cada una de las leyes que regulan la obligatoriedad de establecer las asignaturas señaladas arriba como parte de los planes de estudio de todas las licenciaturas. El argumento central en todas las demandas es que el artículo 103 de la Constitución Política confiere autonomía a la Universidad de Panamá lo cual incluye organizar sus planes de estudio. Lo cual es una contradicción porque todas las leyes referidas reconocen esa autonomía y establecen que a la Universidad de Panamá le corresponde concretar la forma en que se reglamentarán esos cursos.
El rector Flores, el abogado Torres y los decanos utilitaristas no pueden ser tan ingenuos que ignoren que, si la Corte Suprema les diera la razón, y se eliminara la obligatoriedad de esas asignaturas “en todos los niveles del sistema educativo” (como ellos han demandado), significaría el pandemonio generalizado y la automática y expedita eliminación de los cursos en todos lados y su suplantación. Sería el sueño de los utilitarios realizado.
Cien años después de la lucha de los estudiantes de la Universidad de Córdoba, Argentina, por lograr tanto la autonomía como el cogobierno universitario, vemos la enorme capacidad del utilitarismo capitalista para apropiarse de las conquistas democráticas e instrumentalizarlas en su propio interés.
El utilitarismo burgués tiene la capacidad de apropiarse de cualquier conquista democrática y de cualquier concepto para vaciarlo de su contenido original llenándolo de un sentido “útil” al sistema capitalista. Así tenemos que la “democracia” ha devenido de “gobierno del pueblo” ha gobierno del poder económico (plutocracia). Ahora resulta que la autonomía universitaria, por la que luchó la Federación de Estudiantes de Panamá (FEP), ha pasado ser instrumento de los enemigos de la Universidad humanística, comprometida con la nación y el pueblo. 

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