La violencia y las
mentiras son hoy las dos armas principales utilizadas por la derecha
internacional y particularmente la de este hemisferio para pretender
destronar a los gobiernos progresistas que en Nuestra América resisten
frente a la actual embestida neoliberal orquestada desde Estados Unidos.
Ya los mal llamados “golpes blandos” aplicados hace pocos años
en Paraguay y Brasil parecen no estar muy de moda, a juzgar por los
hechos más recientes. Ahora los preferidos de Washington y la oligarquía
regional son evidentemente los “golpes callejeros”, experimentados
primero en Venezuela, con las denominadas guarimbas, y en las últimas
semanas en una versión casi idéntica en Nicaragua.
Llama la
atención que los protagonistas de esos “golpes callejeros” no tienen
caras visibles, ni siquiera de supuestos opositores que busquen
liderazgo político. Son jóvenes, en su mayoría con potencial delictivo,
que esconden sus rostros y los de quienes realmente les pagan para hacer
destrozos, asesinar a sus propios compatriotas y crear el caos.
Portan
“armas rústicas”, sí, pero atención, causan daños y muertes similares a
las convencionales, y por supuesto son financiadas y construidas fuera
del territorio donde son usadas.
Mientras ellos destruyen y
crean terror, la oligarquía a través de los grandes medios de prensa que
controla, y de las redes sociales, se encarga de propagar mentiras y
más mentiras. Denominan rebeldes a los violentos y acusan a los
gobiernos populares de reprimir a los “opositores pacíficos”.
Denigran
reiteradamente de las autoridades, y las califican de autoritarias y
antidemocráticas aunque hayan llegado al poder tras vencer a débiles
partidos conservadores en elecciones justas, como son los casos de la
Venezuela Bolivariana y la Nicaragua Sandinista.
Repiten tanto
esas falsedades que hasta algunos ilusos, ingenuos o mal intencionados
dentro de las filas progresistas asumen posturas críticas y nada
constructivas que dañan la imprescindible unidad que necesita la Patria
Grande para evitar que nuevamente la conviertan en el traspatio de
Estados Unidos.
Venezuela y Nicaragua son en estos momentos dos
fichas claves a derribar en Latinoamérica y el Caribe para que
Washington recupere su dominio en la región, como también lo es Bolivia,
por lo que es vital cerrar filas en la defensa de esas naciones
soberanas e independientes.
Solo la unidad y la solidaridad
pueden dar al traste con los claros propósitos de Estados Unidos,
empeñado a fondo a la vez en impedir que Colombia viva definitivamente
en paz, que el expresidente Lula Da Silva sea candidato y triunfe en los
comicios presidenciales brasileños de este año, y que Manuel López
Obrador haga lo mismo en los comicios mexicanos del 1 de julio venidero.
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