@amilcarmso
Si
 a 4 meses de unas elecciones generales hubiera un candidato que, para 
la mayoría de las encuestadoras, duplica (desde hace casi un año) en 
intención de voto al resto de los candidatos y es un claro vencedor 
frente a cualquier otro competidor en un potencial escenario de 
balotaje, la circunstancia llamaría un tanto la atención. Sobre todo, 
teniendo en cuenta que la mayoría de los electorados latinoamericanos 
son, por un lado, inestables y fluctuantes a mediano plazo y, por otro, 
bastante equilibrados en su fragmentación.
Si, además, como lo asegura la última medición de DataFolha[1],
 ese candidato le saca varios puntos de ventaja al resto de los 
postulantes en indagaciones espontáneas y llega al 47% -30% consolidado,
 más un 17% potencial–  en las preferencias inducidas, estamos hablando 
de un contexto político bastante particular.
Y
 ni hablar si el candidato en cuestión está hace dos meses en prisión, 
sin poder tener presencia en la esfera pública y lo que conoce de él son
 sólo un audio corto en la parte final de un spot televisivo 
vehiculizado por su partido y un “Manifiesto al Pueblo Brasileño” con su
 firma divulgado hace unos días.
Se 
trata, entonces, de una circunstancia política muy singular y que 
quedará en los registros de campañas presidenciales excepcionales -como 
fue, por ejemplo, la campaña brasileña de 1989-.
Espacios políticos y candidaturas
En
 este escenario, los cálculos en el campo político progresista son de 
variado tipo y proyección. Desde el Partido dos Trabalhadores (PT) 
apuestan por una reversión de la ignominia judicial respecto de Lula 
para que, finalmente, se pueda dar la reconciliación entre el líder 
metalúrgico y su pueblo. También, que las elecciones traigan 
definitivamente un freno a la tendencia neoliberal en curso.
De
 no ser así -lo que no parece tan improbable- la táctica partidaria 
sería, por el momento, continuar con la instalación/confirmación de Lula
 como candidato para reforzar al máximo su autoridad y legitimidad 
política. En consecuencia, ante la eventualidad de tener que 
“transferir” a otro candidato su caudal electoral personal, lo haría con
 la mayor acumulación política previa –y el movimiento mismo del enroque
 lo más directo posible-.
Esa es la 
razón por la que el PT continúa sin exponer, de momento, una candidatura
 alternativa –“no hay Plan B”, como repiten sus principales dirigentes-,
 una apuesta algo riesgosa ya que las “transferencias” no siempre son 
electoralmente lineales. Además, los nombres sustitutos que se han 
colocado informalmente como posibilidades –el ex gobernador de Bahía, J.
 Wagner, y el ex alcalde de San Pablo, F. Haddad- necesitarían de 
vicepresidentes de regiones diferentes, lo que complica la costura de 
alianzas y apoyos políticos en general.
Si
 fuera J. Wagner, cuya referencia en el nordeste es nada despreciable, 
debería completarse la fórmula con alguien del sudoeste, como M. Lacerda
 (PSB) o Josue Gomes (PR) -hijo de José Alencar, vicepresidente de los 
dos mandatos de Lula-. Incluso, se especula con la posibilidad de que 
Manuela D´Avila (PCdoB) componga la fórmula.
En
 caso de que el candidato fuera Fernando Haddad habría que, de manera 
inversa, ir a buscar apoyos al nordeste, donde un cierre con Renata 
Campos (PSB) -viuda de E. Campos- sería una de las opciones más 
conversadas.
El acuerdo con el 
Partido Socialista Brasileño (PSB) parece casi un camino obligado para 
las aspiraciones del PT. Habida cuenta que éste no tendrá más la 
compañía del (P)MDB, del PDT (Partido Democrático Trabalhista), ni de 
otros partidos medianos, organizar una mínima coalición electoral se 
vuelve fundamental. Ello no sólo por la sustentabilidad del proyecto 
político que se presente a la ciudadanía, sino también por el propio 
diseño de la estrategia comunicacional de la campaña. Es sabido que los 
tiempos partidarios de televisión están calculados en función de las 
representaciones parlamentarias de los partidos. Por eso el PT requiere,
 por lo menos, de un partido político de mediano porte que lo acompañe 
en primera vuelta.
Este argumento es 
el que, también, disminuye la fuerza de las candidaturas progresistas de
 G. Boulos (PSOL) y de la propia M. D´Avila que, más allá de haber sido 
ungidos por Lula en el recordado acto de San Bernardo do Campo antes de 
entregarse a la policía, a medida que va pasando el tiempo van quedando 
cada vez más relegados de los diseños competitivos de octubre. Algo 
similar le sucede a Marina Silva: al margen de que sus performances 
presidenciales hayan sido siempre muy buenas -y de que continúa bien 
conceptuada en las encuestas- fue perdiendo referencia pública y 
capacidad de articulación política. 
Las emergencias progresistas en la campaña presidencial
Si
 bien no puede ser considerado como una figura “nueva” en el escenario 
político brasileño -ya ha sido alcalde de Fortaleza, gobernador de 
Ceará, diputado federal, ministro de los Gobiernos de Itamar Franco y 
Lula-, Ciro Gomes (PDT) le viene agregando a la pre-campaña presidencial
 una serie de elementos que permiten moderar, al menos parcialmente, el 
paisaje ciertamente oscuro y negativo que la “emergencia” de Jair 
Bolsonaro le imprime al contexto del país. No porque ocupe –o pretenda 
hacerlo– el lugar de Lula, sino porque pareciera estar construyendo una 
nueva frontera progresista en el accidentado mapa de las identidades 
políticas post-golpe a Dilma Rousseff, en 2016.
Ciro Gomes estaría más bien en sintonía con ese “nuevo progresismo latinoamericano”[2]
 de V. Mendoza, A. M. López Obrador o G. Petro –con las consideraciones 
nacionales de cada caso– en ese esfuerzo por desmarcarse de los 
liderazgos del ciclo político previo, como los de H. Chávez, los 
Kirchner o, incluso, del propio Lula.
La
 “frontera ideológica” progresista que propone Ciro Gomes se asienta 
sobre dos cuestiones amplias: a) una caracterización muy crítica del 
Gobierno de M. Temer y del proceso que llevó al impeachment de 
Dilma Rousseff (postura bien diferente a la de Marina Silva), con 
enfrentamientos políticos con los principales articuladores del golpe, 
como E. Cunha; b) una ligera discursividad nacionalista, congruente con 
la filiación ideológica del propio PDT –con referencias ocasionales a L.
 Brizola o Darcy Ribeiro, fundadores y referentes del partido-, en el 
contexto de privatización y enajenación del patrimonio nacional 
promovido por M. Temer.
Es la 
combinación de estos dos aspectos -sumada al hecho de que llevaba varios
 años sin una presencia inmediata en la coyuntura política del país 
(atrayendo para sí a una fracción de esa ciudadanía descontenta y 
antipolítica)- lo que le ha permitido instalarse con mayor determinación
 y potencia que las otras dos veces que se presentó como candidato.
Habrá
 que ver hasta qué punto Ciro Gomes podrá llevar adelante estos dos 
principios –y la agenda política que de allí pueda desprenderse– en el 
marco del “realismo político” que siempre debe caracterizar a toda 
fórmula progresista para que no se quede en un espacio testimonial. 
Tanto el posible nombramiento de B. Steinbruch (afiliado recientemente 
al Partido Popular) para acompañarlo en la fórmula, como la posible 
alianza con el bloque de partidos compuesto por el DEM, PRB, PSC y SD ya
 deja algunas inquietudes en términos progresistas.
En
 el caso del empresario B. Steinbruch, de la Compañía Siderúrgica 
Nacional y Grupo Vicunha, no queda muy en claro su genuino compromiso 
con el interés nacional que los tiempos tendrán que reponer (los 
Steinbruch figuran reiteradamente en los meandros de los Panamá Papers y
 los SwissLeaks)[3].
Respecto
 de los posibles aliados, igual extrañeza genera la alianza con un 
bloque partidario que fue activo protagonista en la articulación (y 
votos) del golpe a Dilma Rousseff, y base de sustentación de las 
políticas draconianas de M. Temer[4]. En ese sentido, habrá que ir viendo cómo se va a ir definiendo este nuevo liderazgo progresista.
[1] https://www1.folha.uol.com.br/poder/2018/06/com-ausencia-de-lula-bolsonaro-e-marina-lideram-pesquisa-datafolha.shtml
[2] http://www.celag.org/el-nuevo-progresismo-latinoamericano/
[3] https://www.cartacapital.com.br/revista/1004/a-aposta-desenvolvimentista-de-ciro-gomes
[4] https://www.poder360.com.br/eleicoes/centrao-reage-a-declaracao-ofensiva-de-ciro-gomes-e-desmarca-encontro/

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