A cien años de la reforma universitaria argentina
“Desde hoy contamos para el país con una vergüenza menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que faltan”.
Manifiesto Liminar (1918)
Estudiantes reformistas izando la bandera de la Federación Universitaria en el techo de la Universidad Nacional de Córdoba.
En los primeros años del siglo XX se produjo un incremento de los
estudios universitarios en Argentina. Para 1910 había 6000 estudiantes
matriculados en las tres universidades nacionales: 78% en la Universidad
de Buenos Aires, 8% en la de Córdoba y 14% en la recién creada de La
Plata. A estas se sumarían dos universidades provinciales que en la
década siguiente serían nacionalizadas: la del Litoral y la de Tucumán.
Este crecimiento no era resultado de que el sistema capitalista
requiriera mano de obra capacitada, sino del ascenso de nuevos sectores
sociales, muchos de ellos producto de la inmigración. Las clases
dominantes verían esto con malos ojos ya que, si hasta el momento la
propiedad de la tierra (inaccesible para los sectores en ascenso) era
signo de distinción, ahora lo era tener un título universitario
(accesible para los nuevos sectores). La obra de Florencia Sánchez, M´hijo el dotor (1903), es un ejemplo de lo que representaba para una familia tener un hijo universitario.
Los primeros Centros de Estudiantes se crearon en la Universidad de
Buenos Aires (UBA): en Medicina (1900), Ingeniería (1903) y Derecho
(1905), pero no fueron reconocidos por las autoridades. El 11 de
septiembre de 1908 se constituyó la Federación Universitaria de Buenos
Aires (FUBA). Ese mismo año se reunió el 1° Congreso de Estudiantes
Americanos en Montevideo, que contó con representantes de Argentina, y
aprobó una resolución que instaba a que los Consejos Universitarios
tuvieran representación estudiantil. Esto sería reclamado oficialmente
por la FUBA en 1916 y llegaron a presentarse proyectos en ese sentido en
la Cámara de Diputados de la Nación que no fueron aprobados.
Como señala Emile Durkheim en su Historia de la Educación y las Doctrinas pedagógicas
la Universidad, como toda corporación, se caracteriza por llevar en su
seno el germen de la inmovilidad. Su propia lógica de existencia y
preservación se inclinaba en ese sentido. El Manifiesto del movimiento reformista de Córdoba denunciaba que “las
Universidades han llegado a ser el fiel reflejo de estas sociedades
decadentes que se empeñan en ofrecer el triste espectáculo de la
inmovilidad decadente”.
Sin embargo en esa época se estaban
llevando a cabo procesos de cambio tanto a nivel nacional como
internacional que influirían en el ámbito universitario. En Argentina la
reforma electoral de 1912 significó una limitación al poder de la
oligarquía que había gobernado desde 1880. Las Revoluciones mexicana
(1910) y rusa (1917), así como las consecuencias de la Primera Guerra
Mundial, llevarían a la consolidación de un nuevo orden mundial.
La rebelión estalló en la Universidad Nacional de Córdoba, la más
antigua del continente, que había sido fundada en 1613 como Colegio
Máximo por acción conjunta del Papado y el Imperio Español, y puesta a
cargo de la Orden de los Jesuitas. A comienzos del siglo XX muchas de
sus ideas ya eran anacrónicas: la Universidad estaba consagrada a la
Virgen María (pese al carácter laico de la educación pública argentina),
los graduados debían jurar –sin alternativas- sobre los evangelios y en
la carrera de Derecho se dictaba la cátedra de “Deberes para con los
siervos”. El dirigente socialista Juan B. Justo denunciaba que en su
Biblioteca no había libros de Karl Marx, Charles Darwin o Ernst Haeckel.
En 1916 tuvo lugar un extraño incidente. Al dictarse en la
Biblioteca de la Universidad Nacional de Córdoba una conferencia sobre
los Incas, los jesuitas se vieron ofendidos por el trato que les
dispensó. Inmediatamente se creó en Buenos Aires una federación católica
y editaron la revista Tribuna Universitaria cuya función estaba
orientada a lograr que los cargos Directivos y Superiores de las
Universidades estuvieran ocupados por adictos a sus ideas.
En
todo el país se trabaron enfrentamientos entre católicos y reformistas
que tuvieron como escenario el casi desconocido periódico El Universitario. En la Facultad de Derecho de la UBA un grupo de estudiantes fundó la revista Cultura que adhería a las ideas de Florentino Ameghino, científico argentino atacado por los sectores católicos.
A fines de 1917 estudiantes de Ingeniería y Medicina protestaron por el
régimen de faltas y la supresión del Internado de Clínicas donde se
realizaban las prácticas. Al no haber respuestas el recién fundado
Comité Pro-Reforma Universitaria de Córdoba llamó a un paro estudiantil
para el 31 de marzo, al que se sumó la Facultad de Derecho. El 2 de
abril el Consejo Superior decidió la clausura de la Universidad y dos
días después el Comité pidió la intervención federal.
Todo el
país seguía expectante esperando lo que sucedía en Córdoba. El Comité
Pro Reforma quedó presidido por: Ernesto Garzón (Ingeniería), Horacio
Valdez (Derecho) y Gumersindo Sayago (Medicina). Durante el mes de abril
elevaron al Ministerio de Justicia e Instrucción Pública un pliego con
dos tipos de reclamos: uno referido a la enseñanza que cuestionaba la
ausencia de criterio experimental y la falta de profesorado competente, y
otro referido al gobierno universitario que debía estar compuesto por
estudiantes y docentes.
El 11 de abril de 1918 se inauguró la
Federación Universitaria Argentina (FUA), fecha que coincide con la
primera intervención enviada por el gobierno de Hipólito Yrigoyen
(primer presidente elegido por el voto “universal” masculino) en un
intento por controlar la situación. El interventor nombrado fue el
doctor José Nicolás Matienzo, procurador general de la Nación.
Luego de comprobar diversas irregularidades, Matienzo propuso
democratizar el estatuto universitario. Declaró vacantes los cargos de
rector de la Universidad y decanos de las facultades, y dispuso un nuevo
sistema para la elección de las autoridades por parte de la totalidad
de los docentes, reemplazando la elección por docentes vitalicios. El 22
de abril presentó su proyecto de reforma que fue aprobado por decreto
presidencial el 7 de mayo. No obstante los avances que implicó la nueva
normativa, los estudiantes no tenían participación en el proceso de
elección de las autoridades.
Tapa de la revista Caras y Caretas del 13 de abril de 1918.
El 15 de Junio se realizó una Asamblea para la elección de Rector,
presentándose 42 de los 45 consejeros. El candidato estudiantil era el
liberal Enrique Martínez Paz y el de los sectores tradicionales era
Antonio Nores, miembro de la asociación ultra conservadora “Corda
Frates”. Hubo dos votaciones y ninguno obtuvo mayoría absoluta. Se hizo
una tercera en la que resultó ganador Nores, gracias a la manipulación
de los jesuitas.
La respuesta de los estudiantes no se hizo
esperar: irrumpieron en la asamblea, rompieron muebles, descolgaron
cuadros de profesores históricos de la Universidad, y expulsaron a la
policía y los matones contratados por las autoridades y el clero. La
Universidad fue tomada, se declaró una nueva huelga y se marchó por las
calles de la ciudad con la adhesión de la Federación Obrera de Córdoba,
forjando una primitiva unidad obrero-estudiantil.
Hay que
mencionar que también había sectores estudiantiles que se oponían a la
reforma que se nucleaban en el Comité Pro-Defensa de la Universidad y el
Centro de Estudiantes Católicos.
Nores intentó mantenerse en el
rectorado con apoyo de los grupos conservadores y la Iglesia Católica.
Según la Federación Universitaria, el rector habría respondido ante los
pedidos de renuncia: “Estoy dispuesto a jugar mi vida, y si debe quedar un tendal de estudiantes, que quedé, pero yo no renuncio”, algo que el rector siempre negó haber dicho.
En pos de estos acontecimientos el 15 de Junio quedó constituido
entonces como fecha conmemorativa de la Reforma Universitaria que cambió
el rumbo de la educación superior en Latinoamérica.
El 17 de junio la Federación Universitaria de Córdoba presentó el Manifiesto Liminar, cuyo subtítulo era “La Juventud argentina de Córdoba a los hombres libres de Sud América”. El documento comenzaba diciendo: “Hombres
de una República libre, acabamos de romper la última cadena que, en
pleno siglo XX, nos ataba a la antigua dominación monárquica y
monástica. Hemos resuelto llamar a todas las cosas por el nombre que
tienen. Córdoba se redime. Desde hoy contamos para el país una vergüenza
menos y una libertad más. Los dolores que quedan son las libertades que
faltan. Creemos no equivocarnos, las resonancias del corazón nos lo
advierten: estamos pisando sobre una revolución, estamos viviendo una
hora americana”. La autoría se atribuye al estudiante de derecho y posterior dirigente socialista Deodoro Roca.
Edición del Manifiesto Liminar en una revista universitaria.
El Manifiesto Liminar
fue enviado a todas las entidades similares de la Argentina. Se
recibieron adhesiones de personalidades como Juan B. Justo, Leopoldo
Lugones, José Ingenieros, Mario Bravo y Rodolfo Moreno (hijo), entre
otros.
Los días posteriores se sucedieron manifestaciones en
Córdoba y otras ciudades del país. La del 23 contó con la presencia de
Alfredo Palacios, primer diputado socialista de América, y convocó a
9.000 personas. En esta ocasión se resolvió: a) mantener la huelga; b)
convocar a otras federaciones estudiantiles del país para que apoyen la
iniciativa de la Federación Universitaria de Córdoba; c) presentar al
Congreso Nacional de Estudiantes del 14 de julio el proyecto de Reforma
Universitaria que sería presentado en el Parlamento; y d) enviar una
delegación a la ciudad de Buenos Aires para que presenten la reforma en
los organismos públicos.
El 30 de junio una marcha con el
diputado socialista Mario Bravo a la cabeza, fue reprimida dejando
varios heridos. El gobierno pidió la elaboración de un sumario para
investigar el caso. Ante los conflictos reinantes en toda la ciudad el
Rectorado suspendió las clases por tiempo indeterminado.
El
Primer Congreso Nacional de Estudiantes Universitarios del 14 de julio
se llevó a cabo en Córdoba con total normalidad. Durante una semana se
celebraron ocho sesiones y se sancionaron 47 proyectos, entre ellos la
reforma de la Ley Avellaneda de Universidades Nacionales de 1885 y de
los estatutos universitarios. El 31 de julio se envió al Congreso el
proyecto de Ley Orgánica de Instrucción Pública.
El 2 de agosto
el gobierno nacional lanzó una segunda intervención quedando suspendido
el Rector y los cuerpos directivos. La acción fue encomendada al médico
Telémaco Susini, que fue repudiado por los conservadores por lo que
nunca llegó a ocupar el cargo. El 14 de agosto un telegrama enviado por
la FUA le exigía al presidente, una pronta intervención a la
Universidad. El gobierno no obstante, no estaba dispuesto a nombrar
árbitro a alguien que estuviera embanderado con una de las partes.
En la madrugada del día siguiente los fieles que concurrieron a misa
hallaron derribada la estatua de bronce de un profesor de la época y
ferviente católico. Un cartel sobre ella proclamaba: “En Córdoba sobran ídolos”.
La Iglesia tomo esto como una declaración de guerra y la policía
elaboró un sumario cuya fojas apiladas llevaban a un metro de altura. Se
realizaron allanamientos buscando la soga usada para derribar la
estatua y se detuvieron dirigentes estudiantiles.
El domingo
18, una movilización de 1500 católicos fue saboteada por 800 estudiantes
que silbaron e insultaron. La manifestación convocada para el 26 por el
Comité Pro Córdoba Libre, conformada por ex estudiantes universitarios,
y la Federación Universitaria en rechazo a los católicos congregó a
15000 personas.
Al no haberse concretado la intervención para
los primeros días de septiembre, los estudiantes tomaron la iniciativa.
El 9 de septiembre a las ocho de la mañana, cuándo el portero se
disponía a salir, 83 estudiantes lo aprisionaron, le quitaron las llaves
y se atrincheraron en la Universidad. Sellaron los documentos
importantes, izaron la bandera de la FUA y enviaron un telegrama al
presidente informándole que la intervención ya se había llevado a cabo.
L. Ruiz Gómez fue nombrado Secretario General, y Barros, Bordabehere y
Valdez decanos de las facultades de Medicina, Ingeniería y Derecho,
respectivamente. Con respecto a las tareas docentes se tomaron exámenes
finales en los que hubo más de un aplazado con cero.
Por la
tarde llegó el Ejército a desalojar la casa de altos estudios.
Dispersaron a la gente que sitiaba la manzana y entraron por la fuerza.
Pero no encontraron resistencia: en un aula se hallaban los estudiantes
escuchando atentamente a Enrique Barros dictar un curso de Filosofía.
Inmediatamente fueron detenidos y sacados de la Universidad custodiados
por soldados armados. Los ocupantes recibieron el apoyo popular,
mientras las tropas fueron insultadas y agredidas. Los detenidos
quedaron alojados en el Cuartel del 4º Regimiento de Artillería.
Tropas del Ejército que reprimieron a los estudiantes el 9 de septiembre de 1918.
El mismo día un telegrama del gobierno anunciaba la llegada del
interventor. La intervención se hizo efectiva el miércoles 11 de
septiembre. Hubo una masiva renuncia de profesores y autoridades de la
Universidad. Cuándo los cargos estuvieron ocupados nuevamente, se
reanudaron las actividades el 11 de octubre. El 12 de octubre el
gobierno nacional firmó un decreto de reformas en donde concedía muchos
de los reclamos del movimiento estudiantil.
La Reforma
Universitaria de Córdoba se extendió rápidamente en las universidades de
Buenos Aires, La Plata y Tucumán. Posteriormente alcanzaría dimensiones
continentales ya que sirvió como modelo para las reformas que se dieron
tras los levantamientos estudiantiles en Chile, Perú y Cuba en la
década de 1920, y en México, Brasil y Paraguay en 1930.
En
otros ámbitos de la enseñanza el gobierno de Yrigoyen, influido por la
Reforma Universitaria, fundó 37 institutos secundarios, 12 escuelas de
artes y oficios, y 3126 escuelas primarias en diferentes provincias.
Los principales postulados de la Reforma Universitaria de Córdoba
fueron el co-gobierno con todos los sectores que conforman la comunidad
universitaria, la autonomía política, docente y administrativa de la
universidad, la elección democrática de todos los funcionarios
universitarios, la selección de docentes a través de concursos públicos
que aseguren la amplia libertad de acceso al magisterio, la periodicidad
de las cátedras, la realización de actividades de extensión hacia la
comunidad, la libertad de cátedra, la implantación de cátedras libres y
la oportunidad de impartir cátedras paralelas, y la supresión del
régimen de faltas con libre asistencia a las clases, entre otros.
Además planteaba que la reforma educativa debía ser solo un paso para
lograr la transformación de la sociedad. La Universidad debía dejar de
ser una “fábrica de títulos” desvinculada de los problemas sociales de
la época. Los reformistas de 1918 no temían “politizar la Universidad”,
como se dice en estas épocas. Para Deodoro Roca “el puro universitario es una monstruosidad”. No hay cuestión humana que no esté atravesada por la política, por ello hacían suya la máxima de Terencio, “nada de lo que es humano me es ajeno”.
La lucha antiimperialista y la unidad de los pueblos latinoamericanos
era otro reclamo del movimiento reformista que está presente desde el
título en el Manifiesto Liminar.
En 1920 se realizó en
México el Congreso Internacional de Estudiantes Universitarios en donde
se rindió homenaje a la Reforma Universitaria Argentina. Como dice en el
Manifiesto, el movimiento estudiantil de Córdoba nos enseñó que
es posible cambiar vergüenza por libertad y luchar por las libertades
que faltan.
Bibliografía:
- Abad de Santillán, Diego; (1963) Gran Enciclopedia Argentina, tomo VIII, Buenos Aires, EDIAR.
- Abad de Santillán, Diego; (1971) Historia Argentina, tomo IV, Buenos Aires, TEA Ediciones.
- Caras y Caretas, N° 1019, 13 de abril de 1918.
- Chiroleu, Adriana; (2000) “La Reforma Universitaria”, en: Falcón , Ricardo (dir.); Democracia, conflicto social y renovación de ideas , Buenos Aires, Sudamericana (Nueva Historia Argentina, tomo VI).
- Galfione, María Verónica; (2002) “Deodoro Roca y la Reforma Universitaria”, http://www.reformadel18.unc.edu.ar/privates/deodoro.pdf .
- Manifiesto Liminar de la Reforma Universitaria de 1918; (2003) Editorial de la Universidad Nacional de La Pampa.
- Oñativia, Fabio; (2017) “La Reforma Universitaria de 1918 en Argentina”, La Izquierda Diario, https://www.laizquierdadiario.com/La-Reforma-Universitaria-de-1918-en-Argentina , 15 de junio.
- Sanguinetti, Ricardo; (2004) “Reforma Universitaria”, en: Di Tella, Torcuato et. al.; Diccionario de Ciencias Sociales y Políticas, Buenos Aires, Ariel.
- UNC; “La gesta estudiantil por la democratización de la enseñanza”, https://www.unc.edu.ar/sobre-la-unc/la-gesta-estudiantil-por-la-democratización-de-la-enseñanza .
- Valencia, Luciano Andrés; (2003) “Los que cambiaron vergüenza por libertad”, Caldenia, suplemento cultural del diario La Arena, Santa Rosa, 30 de noviembre.
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