Nicaragua
Nicaragua vive un
ambiente de inminente guerra civil. De hecho, el gobierno Ortega-Murillo
ya utiliza métodos de guerra civil (francotiradores, asesinatos
selectivos, masacre de marchistas, etc.) para aplastar la rebelión
popular.
Los espacios para marchar y protestar pacíficamente o
realizar asambleas populares, han sido cerrados a balazos por la Policía
Nacional o las turbas de lúmpenes pagados por el gobernante Frente
Sandinista de Liberación Nacional (FSLN), como ocurrió con la masacre
estudiantil de abril y con la marcha del 30 de mayo. La represión
gubernamental ha desencadenado un vasto proceso de “insurrección
desarmada” que estremece a Nicaragua.
Es un proceso espontáneo,
que se produce a nivel de las localidades, sin una clara conducción
centralizada a nivel nacional. Contradictoriamente, en ello reside su
enorme fuerza, pero también su enorme debilidad. Después de la masacre
del 30 de mayo la lucha se ha concentrado a nivel de los “tranques”, una
especie de barricada que bloquea las carreteras o el acceso a los
barrios. Los tranques no tienen comunicación unos con otros, salvo a
nivel de la localidad más cercana.
Pero alrededor de los
tranques se produce un milagroso proceso de auto organización de las
masas en lucha: se montan turnos de vigilancia, se organiza un comedor
popular, los vecinos asisten para apoyar, incluso la misma necesidad de
defenderse de las embestidas represivas del gobierno los obliga a
fabricar armas “hechizas” o artesanales, como son los morteros, hasta
han llegado a montar improvisados hospitales donde atienden a los
heridos.
Alrededor de los tranques, sobre todo en las cabeceras
departamentales, bajo este proceso de auto organización nacen comités y
milicias para la autodefensa. En Masaya, teniendo como vanguardia a
Monimbó, se ha logrado liberar la ciudad, expulsando a los funcionarios,
creando un organismo de poder popular que gobierna la ciudad, rodeando y
manteniendo sitiada a la Policía Nacional, que debió refugiarse en sus
cuarteles. En este proceso insurreccional, Masaya señala el camino de la
liberación y de la auto organización, que han debido construir a un
alto precio de compañeros asesinados.
En las últimas semanas,
la Policía Nacional ha dejado abandonadas las calles y barrios, para que
los delincuentes atemoricen a la población, pero la sorpresa es que
reina el orden en los lugares donde los tranques tienen el control. La
oleada de saqueos e incendios, como los ocurridos en Granada y otras
ciudades, fueron organizados desde el gobierno, con el objetivo de
atemorizar a la población, y para sembrar la idea que solo el gobierno
sandinista puede mantener el orden en las ciudades.
La
estrategia del gobierno Ortega-Murillo para aplastar la insurrección
desarmada es clara: alargar las negociaciones prestidigitando una
posible salida electoral, apoyarse en la OEA y en la ONU que claman por
una “salida constitucional”, mientras golpea selectivamente los puntos
más álgidos, como Masaya o Jinotega. Debido al agotamiento operativo de
la Policía Nacional, el gobierno está utilizando técnicas de contra
insurgencia, armando pequeños grupos con vestimentas, capuchas y
morteros, como si fuesen gente de los tranques. En los ataques a los
tranques, se identifican entre ellos por la pañoleta o cualquier
indumentaria del mismo color
El objetivo real de esta
contraofensiva gubernamental es cansar y debilitar a las masas en lucha.
En cierta medida, los tranques han sido una repuesta defensiva, local,
que se ha masificado, pero que corre el grave peligro de disolverse sino
construye a corto plazo una coordinación nacional.
La crisis no puede continuar por largo tiempo. Desde el Partido Socialista Centroamericano (PSOCA)
llamamos a los dirigentes de los tranques a establecer coordinaciones
dentro del municipio, dentro del mismo departamento, hasta avanzar a la
formación de un Consejo Nacional de delegados de los Tranques,
que asuma el liderazgo de la lucha a nivel nacional, llevando a cabo en
los hechos el ansiado Paro Nacional. Esta coordinación permitirá avanzar
en el control de más territorios, hasta que la red de tranques haya
liberado todo el territorio nacional. En pocas palabras, pasar de la
defensiva a la ofensiva, avanzar hacia adelante, generalizar la
experiencia del heroico pueblo de Masaya, que ya tiene su propio
gobierno local, hasta instaurar un gobierno de los delegados de los
tranques, que convoque inmediatamente a elecciones para una Asamblea Nacional Constituyente, libre y soberana.
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