Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens |
Los
estadounidenses han votado más de lo mismo, no porque reeligieran a
Obama, sino porque fueron a votar. Como era de esperar, los dos
candidatos de las corporaciones y la guerra eterna obtuvieron casi
todos los votos, los libertarios ni siquiera el 1%, y el Partido Verde
menos de un 0,25%. Aunque no fue culpa propia, los candidatos
alternativos casi no obtuvieron cobertura en los medios y pocos fondos,
pero su pésimo resultado será presentado por los medios corporativos
como un reflejo del valor insignificante de sus ideas.
Una
vez más, el mundo ha presenciado la pasión y la fe que los votantes
estadounidenses sienten por los criminales de guerra y protectores de banksters.
Es notable, realmente, la continuidad del proyecto estadounidense de
saqueo y asesinato masivo. Los militares de EE.UU. han convertido el
Golfo Pérsico en su propia bañera de sangre, en cumplimiento de la
Doctrina Carter. El demócrata Carter citó la amenaza soviética, pero
también apuntaba a mantener bajo control a los árabes, impedir otro
boicot del petróleo que dejaría incapacitado a su país. No se necesitan
trastornos en el suministro de gasolina para sembrar el caos, como
demostró el Huracán Sandy. Un adicto a la gasolina matará y robará para
alimentar su hábito, luego enloquecerá aún más si el suministro se
acaba. Te matará antes, durante y después, y dirá que fue por amor a
ti, a dios y a la democracia.
Según el socio de las
corporaciones que es el presidente de EE.UU., el país va camino a la
independencia energética, aunque la gasolina sube, sube, sube y estamos
estrujando petróleo de las rocas y produciéndolo con maíz, una idea que
no es barata ni eficiente desde el punto de vista energético, pero no
te preocupes, sigue conduciendo esas camionetas todoterreno y llenando
las tribunas de NASCAR mientras el mar te llega al cuello.
Mientras
llegamos a la madre de todas las depresiones, causada en parte por la
deslocalización de los puestos de trabajo iniciada por el demócrata
Clinton, el socio corporativo de la época también promete más empleos,
pero ¿se encontrarán en esta nación deliberadamente desindustrializada?
No producimos nada aparte de fusiles, perritos calientes, bombarderos y
pornografía, de modo que los tipos bien equipados y las muchachas con
implantes puedan ponerse al sol, pavonearse o bailar "el caño"
(coreografía sensual de moda en Chile y Argentina, N. de E.) durante
unos años, antes de recibir cupones alimentarios como un número récord
de nuestros compatriotas. Eso o alistarse en los “servicios”.
La
temporada universitaria de baloncesto comenzará con un partido en un
portaaviones, no estoy bromeando, y otro en un hangar de la Fuerza
Aérea en Alemania. Los jugadores se pondrán uniformes de camuflaje
diseñados por Nike. El monstruo corporativo militarizado ha infiltrado
cada aspecto de la vida de EE.UU., por lo tanto no te sorprendas si te
despiertas mañana junto a un héroe traumatizado y amputado, un cadáver
o un millón de cadáveres. Millones de cadáveres.
No
obstante, los estadounidenses son ciegos ante los cadáveres. No ven
ningún cadáver, ni siquiera los que están cubiertos por su propia
bandera. Preguntad a quienes conozcáis cuántos soldados estadounidenses
han muerto en Irak, por ejemplo, me sorprendería que uno de cada diez
se arriesgarse a dar una cifra aproximada. ¿Sabéis? Preguntad a la
misma gente el número de la camiseta de Kobe, el récord de los New
England Patriots o el año de nacimiento de Lady Gaga.
La
educación es la respuesta, han subrayado Obama y Romney, especialmente
la educación superior, aunque más de la mitad de los graduados
universitarios recientes de EE.UU. no encuentra trabajo y la mayoría de
ellos están atrapados en deudas que arruinarán sus vidas. Nuestros
bancos, nuestras universidades y el gobierno dirigido por los bancos,
se han coludido para aumentar los gastos de matrícula a niveles
desmesurados. Como en el caso de la propia deuda nacional, nos estamos
comiendo a nuestros jóvenes.
O tal vez la educación no
sea la respuesta. Dice un bibliotecario con dos títulos de una
universidad del medio oeste: “En realidad no necesitamos industrias, ya
que ahora somos una economía de servicios financieros y de
información”. Un profesor en California: “El mundo seguirá financiando
nuestras deudas, ya que redundará en beneficio de sus intereses
hacerlo”. Otro educador en la misma universidad: “¿Fascismo? ¿Quién
habla de fascismo?” Y un doctorando en la Universidad de Pensilvania:
“Obama ha hecho todo lo que podía. Sigue intentándolo”.
Si eso es
inteligente, ¿quién necesita la muerte cerebral?
A
diferencia de la última Depresión, ésta ha sido más oculta, hasta
ahora, gracias a los cupones alimentarios. Las colas del pan ahora
están dentro de los supermercados. Al no ver directamente el
sufrimiento, muchos estadounidenses todavía pueden compartir el jingle
de la recuperación, especialmente en temporada electoral, cuando las
falsas esperanzas se filtran en tantas cacerolas cerebrales y potes
hirvientes. Esta mañana muchos se despiertan sintiéndose mareados
porque han logrado llevar algo a cabo en conjunto. Como de costumbre
cada cuatro años, han dicho una vez más “sí quiero” a su propio
violador.
Ahora están representados, creen, por alguien
que se interesa por sus asuntos, pero se puede decir, con bastante
seriedad, que EE.UU. no tiene una democracia representativa. Si votáis
a alguien por su retórica y por las promesas que olvida inmediatamente
después de la elección, no estáis representados, lo siento, aunque con
vuestros votos acabáis de aprobar que siga abusando de vosotros y del
resto del mundo. Ignorando su lista de asesinatos, guerras no
declaradas y otras violaciones de la justicia, habéis preferido tragar
todas sus frasecitas, de modo que merecéis plenamente todo lo que os
suceda, aunque es una lástima que haya tantas otras víctimas que
también tengan que sufrir.
La democracia estadounidense
es como un restaurante solo con dos platos en el menú y no importa el
que pidáis, asno o paquidermo, os servirán una porquería tóxica y
sangrienta. Descontentos, tendréis que esperar cuatro años para volver
a pedir, aunque sea para recibir, una vez más, una porquería tóxica y
sangrienta. ¡Buen provecho!
Linh Dinh es autor de dos libros de cuentos, cinco de poemas, y una novela: Love Like Hate. Rastrea el panorama social que se va deteriorando en su fotoblog: State of the Union
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