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sábado, 23 de enero de 2010

ALEPH - Lo privado y lo público



Carolina Escobar Sarti

Todo comenzó en noviembre del 2009, cuando oficiales consulares guatemaltecos basados en Miami sostuvieron una reunión en Júpiter, Florida, con el propósito de ayudar a sus connacionales a resolver problemas con sus documentos de identidad. Docenas de hombres y mujeres aplicaron para obtener sus pasaportes o la renovación de los mismos y así poder ser plenamente identificados en EE. UU. Por su parte, el gobierno guatemalteco, encargó la distribución de esos pasaportes, a una empresa privada de Louisiana llamada “De la Luz”, que a su vez los enviaría —como tantas otras veces— por Federal Express (Fedex).

La relacionista pública de FedEx diría luego que al menos 30 paquetes no habían podido ser enviados a las direcciones listadas, por no estar correctas y que tampoco le habían contestado en Louisiana, por lo cual los empleados de FedEx habían decidido abrir varios de ellos buscando información para la localización de las personas (¡!). “Es rutinario para nosotros abrir un paquete e inspeccionarlo para tratar de obtener la dirección de envío correcta”, señaló ella (¡!). Muy eficientes, el día 6 de enero de este año, los empleados de FedEx en Palm Beach también contactaron a agentes especiales del servicio de Inmigración y de Aduanas (ICE, por sus siglas en inglés), aludiendo que los pasaportes podían ser falsos y eso amenazaba la seguridad de su país.

Aunque los pasaportes eran legítimos, los funcionarios del ICE se los llevaron; luego esperaron hasta el 11 de enero para establecer contacto con el gobierno guatemalteco y devolvieron los documentos solo hasta que el cónsul general de Guatemala en Miami y un abogado se quejaron. Pero la cosa no terminó allí; los mismos empleados de FedEx contactaron el mismo 6 de enero a dos de los hombres que aparecían como destinatarios de los paquetes, y cuando estos llegaron por sus documentos fueron detenidos por los agentes del ICE y deportados. Una mujer que los acompañaba con su hijo pequeño también fue detenida y vive la incertidumbre de ser o no deportada.

Aquí los temas son muchos, pero hoy me voy por la delgada línea que existe entre lo privado y lo público, y por cómo el poder cruza esa línea de cabo a rabo. El enfoque neoliberal ha contribuido en mucho a desprestigiar el adjetivo “público” y afirma que lo público es inoperante, porque lo que pertenece a todos no pertenece a nadie; por ello, los servicios públicos deben pasar a manos privadas y desde allí ser administrados. Bajo esta óptica, el correo, la luz, el agua, el teléfono, la salud, la educación y otros servicios esenciales —que por cierto producen millonarias ganancias— deben ser privatizados y regidos por empresas privadas que terminan dando mal servicio y cobrando tarifas altísimas.

Pero si esto incomoda, lo que realmente preocupa es que lo privado se haya vuelto público de una manera denigrante y peligrosa para las personas, que una empresa “privada” irrumpa la privacidad para servir a un Estado policial, que los sistemas de inteligencia se hayan trasladado a los espacios cotidianos y el ojo obsesivo y abusivo del Gran Hermano observe cada vez más de cerca la vida privada de más y más personas. Y no solo la observa, sino se mete en ella y la somete. Nada nuevo, lo nuevo ahora son los sujetos a quienes se les practica este ultraje: los migrantes, en un estado de alta vulnerabilidad. Hoy los migrantes parecen ser los enemigos de la nación que han ayudado a levantar por décadas.

Lo sucedido es una invasión a la privacidad, respaldada por el poder de quien define las agendas hemisféricas de seguridad. Como dijera el cónsul guatemalteco en Miami, los agentes no siguieron ningún procedimiento diplomático para identificar si los documentos eran falsos o no; además, señaló que ahora existe el riesgo de que los guatemaltecos no renueven sus pasaportes por temor a ser detenidos por el ICE, cuyas autoridades por cierto nunca explicaron por qué tardaron tanto en ponerse en contacto con el gobierno guatemalteco. Y aunque el Consulado canceló todos los contratos con FedEx, esta tensión entre lo público y lo privado se sostiene, porque el poder es paranoico y porque no hemos recuperado lo público como instrumento del bien común ni lo privado como la digna intimidad con nosotros mismos y los otros, a través de la reciprocidad.

cescobarsarti@gmail.com

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