Las Naciones son entidades históricas, identidades fundidas a base de componentes humanos, económicos, sociales, culturales, religiosos y psicológicos, aleaciones forjadas en el crisol de las luchas libertarias y el progreso material y espiritual. Las naciones son las gentes y la tierra, la lengua, la cultura, el Estado y el clima y los mitos, la comida, la música y la familia, un manojo de emociones, realidades, sensibilidades e intereses. La nacionalidad llega con la vida y nadie puede ser privado de ella y aunque alguien lo quisiera tampoco es objeto de renuncia.
Los emigrados, estén donde estén y hagan lo que hagan, nunca dejan de ser nacionales. Un cubano puede salir de Cuba sin que jamás Cuba salga de él.Los cubanos radicados en el extranjero son el eje de una compleja problemática de componentes políticos, jurídicos, afectivos cuya vigencia trasciende las diversas coyunturas que dieron origen a la emigración y constituyen un fenómeno que el país, el Estado y el gobierno no pueden soslayar y con el cual han de lidiar con mente abierta, legislaciones modernas y espíritu positivo.
El hecho de que desde 1959 a la fecha, Estados Unidos haya utilizado las salidas de Cuba como el principal instrumento de su política contra la Revolución, provocó la respuesta de las autoridades de la Isla que para defenderse establecieron reglas que oscilaron desde limitaciones y prohibiciones hasta liberalizaciones extremas, como fueron los vuelos entre Varadero y Miami, Camarioca (1965), Mariel (1980) y la Crisis de los balseros de (1994)Esos fenómenos y las circunstancias negativas asociados con ellos, sostenidos a lo largo de cincuenta años, provocaron una extraordinaria politización, un clima de crispación que afectó las relaciones de los emigrados, no sólo con el gobierno cubano, sino también con otras instituciones e incluso con sus familiares.Dado el predomino de la contrarrevolución en Miami, particularmente la existencia de varios congresistas nacidos en la isla de orientación ultraderechista y la influencia alcanzada por la Fundación Nacional Cubano Americana, un club de millonarios rabiosamente contrarrevolucionarios, el proceso de normalización de las relaciones entre la Nación y sus emigrados, que había registrado avances sustantivos se hizo más lento y trabajoso.
Desde 1978, como resultado del Diálogo con Personas Representativas de la Comunidad Cubana en el exterior, se normalizaron las visitas familiares a la isla, así como los viajes temporales a Estados Unidos, lo que representó un avance sustancial en los procesos de reconciliación y reunificación familiar.En 1994 en la conferencia la Nación y la Emigración, cuando ya eran usuales los intercambios académicos y los encuentros de diverso carácter con los emigrados, entre otros asuntos, se examinaron las posibilidades de reinserción de los emigrados a los procesos nacionales, incluso la posibilidad de ejercer el derecho al voto, participar de la economía en calidad de capital extranjero e intervenir en la vida cultural mediante publicaciones, exposiciones y otros tipos de intercambios, áreas favorecidas por políticas integrales y coherentes aplicadas por el Ministerio de Cultura y la Unión de Escritores y Artista de Cuba.
Aunque muchos de los asuntos planteados no encontraron entonces solución, su análisis constituyó avances que fueron resultado de la coherencia de las autoridades cubanas, del cambio de composición de la emigración y a la actividad seria, responsable y la buena fe de los sectores de la emigración favorables al diálogo y la moderación. Aquellos pasos forman parte de un proceso esencialmente irreversible.Aunque las posteriores medidas políticas norteamericanas, el crecimiento de la influencia de la contrarrevolución en las administraciones conservadoras y algunos asuntos internos en Cuba, ralentizaron aquellos procesos, los pasos que fueron dados están vigentes, las relaciones se consolidaron y lo alcanzado constituyen hitos y probablemente líneas de no retorno.
Pese a las dificultades que entraña la hostilidad de los Estados Unidos, en los años recientes, el gobierno cubano ha dado pasos para flexibilizar las relaciones de los emigrantes con el país, incluyendo ciertas posibilidades de repatriación con lo cual se avanza hacía el momento en que será posible eliminar la fórmula de “salida definitiva”. De hecho varias decenas de miles cubanos residen en el exterior conservando sus derechos como ciudadanos y sus propiedades en Cuba.En cualquier caso lo verdaderamente importante para los emigrados en Estados Unidos es aprovechar la coyuntura que abre el fin de la era Bush, presionar para que los cambios prometidos por el nuevo presidente abarquen a toda la problemática, especialmente el levantamiento del bloque, el cese de la amenazas militares y de la intromisión del gobierno norteamericano en los asuntos internos de la Isla.
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