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domingo, 9 de septiembre de 2018

Brasil: días de indecisión y de tensión


Eric Nepomuceno

Tde incertidumbre: así vive Brasil cuando falta menos de un mes para las más imprevisibles elecciones presidenciales en décadas.
El favorito absoluto, el ex presidente Luiz Inácio Lula da Silva, sigue preso a raíz de un juicio claramente manipulado en que fue condenado sin prueba alguna, y su candidatura ha sido impugnada.Tras él aparece en los sondeos el candidato de extrema derecha, Jair Bolsonaro, quien está internado en una unidad de terapia intensiva luego de haber sido apuñalado en un acto electoral. Su estado es considerado grave y deberá seguir en el hospital, al menos, hasta el martes 19.
Al llegar al hospital en la ciudad de Juiz de Fora, estado de Minas Gerais, Bolsonaro había perdido 40 por ciento de sangre y su presión arterial era de 10 por 3, o sea, estaba al borde de la muerte.
Luego de una operación que llevó horas y pasar por la implantación de una bolsa de colonoscopía, el militar y diputado fue transferido a San Pablo. Su cuadro clínico es considerado estable, pero de mucha gravedad.
El sábado llevó a las redes sociales una foto tomada en la unidad de terapia intensiva, en donde aparece sentado y haciendo con las dos manos, pulgar e índice extendidos, la señal de un revólver: Bolsonaro, entre otras estupideces, defiende que se autorice el porte de armas a todos los brasileños. De ser así, y en lugar de un cuchillo de cocina, su agresor hubiese usado una pistola, y hoy el ultraderechista estaría muerto.
De todas formas, es cierto que con la agresión todo se enredó, y cualquier previsión es más arriesgada que nunca. De seguro, lo que se tiene es una carrera contra el tiempo, con Lula tratando de transferir votos para el que era su candidato a la vicepresidencia.
Con Bolsonaro la historia es otra. No tiene un partido fuerte, no cuenta con aliados de peso, la estructura a su alrededor es más bien frágil, y su campaña electoral depende esencialmente de él.
Los primeros sondeos de opinión pública realizados luego de la agresión sufrida por él no indican, como se preveía, un alza fuerte en las intenciones de voto.
Hasta el miércoles pasado la gran duda era saber cuál sería la estrategia de la izquierda una vez consolidada la impugnación de la candidatura de Lula.
Ahora hay un componente nuevo: la puñalada contra Bolsonaro enturbió todo, y ya nadie sabe qué podrá ocurrir. Mientras Lula da Silva ha dado sólidas muestras de que podrá transferir votos a su hasta ahora postulante a la vicepresidencia, el ex ministro de Educación y ex alcalde de São Paulo, Fernando Haddad, es imposible prever si el ultraderechista Jair Bolsonaro logrará transferir parte de su electorado a Antônio Hamilton Mourão, un general retirado igualmente reaccionario que es su candidato a vice.
La coincidencia entre Mourão y Bolsonaro se reforzó cuando hubo una mención a un notorio torturador de la más reciente dictadura (1964-1985), el coronel Alberto Brilhante Ustra.
En una entrevista televisiva transmitida en vivo el viernes pasado, Mourão pareció bastante más preparado que Bolsonaro, algo que, dicho sea de paso, resulta fácil, frente al bajísimo nivel del candidato principal.
Pero llamó la atención al contestar a una pregunta sobre el coronel Brilhante Ustra, acusado de asesinar, al menos, a 47 presos bajo su responsabilidad: Héroes matan. Los dos, Bolsonaro y Mourão, tienen a un torturador como héroe.
Faltando poco para el primer domingo de octubre, la única estrategia visible a ser seguida por los responsables por la campaña de Bolsonaro será transformarlo en una especie de mártir. Como su tiempo de propaganda en la radio y televisión es casi inexistente, la salida será potencializar aún más el uso de las redes sociales.
Haddad, en tanto, tendrá como principal argumento unir su nombre al de Lula da Silva, buscando despertar en el electorado la memoria de los buenos tiempos de sus dos mandatos presidenciales, mientras hostiga el gobierno surgido a raíz del golpe institucional que destituyó a la presidenta Dilma Rousseff hace dos años, hundiendo al país en una crisis sin precedente.
Se espera que el martes 11 sea el día en que Lula se desista formalmente de continuar como candidato a la presidencia, y que su partido oficialice la candidatura de Haddad y de Manuela D’Ávila, del Partido Comunista do Brasil, como vicepresidenta.
Luiz Inácio Lula da Silva deberá divulgar, por medio de sus abogados, una carta que será una especie de testamento político: él sólo podrá volver a presentarse como candidato cuando tenga 93 años, según la pena que le impusieron.
Resta saber qué pasará con los seguidores de Bolsonaro.
De momento, se espera que él se recupere a tiempo para continuar en campaña. Si eso ocurre, todos los indicios apuntan a una dura disputa en la segunda vuelta con Fernando Haddad.
Frente a semejante e inesperado cuadro, se refuerza lo que ya se sabía: el que salga victorioso de las urnas de octubre tendrá bajo los pies, en el primer día de 2019, un terreno más pantanoso que cualquiera de sus antecesores desde el reinicio de la democracia en 1985

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