Según la perspectiva
maniquea de una parte de la izquierda estadunidense (y algunos sectores
de la izquierda latinoamericana), el mundo es blanco y negro, y hay
buenos y malos. Se trata de un modelo en que debe formarse, por decreto
dogmático, lo que sucede en el ámbito de la política internacional. En
esta narrativa, Estados Unidos (EU) interviene en Nicaragua (de hecho,
lo hace y es condenable), por tanto, lo hace para derrocar a Ortega, y,
por tanto, este régimen debe ser bueno y merece ser defendido. En estas
versiones no hay análisis de las contradicciones internas en Nicaragua
que han dado origen a la crisis ni tampoco de lo que Washington busca
lograr con el financiamiento que proporciona a organizaciones opositoras
por medio de la agencia Fundación Nacional para la Democracia (NED, por
sus siglas en inglés).
Varios artículos se han publicado recientemente en medios
izquierdistas estadunidenses que atribuyen la causa de la crisis
nicaragüense a un intento de
golpe derechistapor EU y sus aliados contra el
revolucionarioOrtega.
Sin embargo, los hechos y la historia muestran una realidad más
matizada. Ortega sostuvo excelentes relaciones con EU hasta el estallido
de la crisis. Su gobierno ha recibido cuantiosa ayuda económica
estadunidense e incluso militar. Ha cooperado con Washington en la
guerra contra las drogasy en el plano migratoro. Ha cogobernado con el Consejo Superior de la Empresa Privada –asociación gremial de la clase capitalista nicaragüense. Ha convertido a Nicaragua en paraíso para el capital trasnacional, porque logró imponer las condiciones (los salarios más bajos en Centroamérica, la estabilidad interna) para que el capital trasnacional floreciese en el país, abriéndolo a un masivo flujo de inversión extranjera, flujo que permitió las altas tasas de crecimiento.
¿Han sido positivos los seguros en educación y salud? Absolutamente.
¿Ha granjeado esto la enemistad de Washington? No. Los indicadores
sociales muestran mejoría, en parte, por las altas tasas de crecimiento
logradas por los commodities caros en los años pasados, así
como por la entrada masiva del capital extranjero, y por varios miles de
millones de dólares por subsidio venezolano para Nicaragua que ahora se
ha contraído. En el campo, la agroindustria trasnacional domina el
sector agropecuario. Mientras, los campesinos han sido desplazados hacia
la llamada
frontera agrícola,alentados por los incentivos que el gobierno de Ortega ha otorgado para su colonización. En la evolución capitalista en América Latina, se trata del patrón conocido de acumulación rural de capital.
¿Desde cuándo la izquierda debe aplaudir que el FMI y el Banco
Mundial feliciten al gobierno de Ortega por hacer lo que estas
instituciones consideran un trabajo maravilloso? ¿Desde cuándo la
izquierda debe considerar a un gobierno
izquierdistao
revolucionariopor haber generado todas las condiciones para atraer al capital trasnacional? Entonces, pues, ¿no debíamos también aplaudir a los regímenes neoliberales en América Latina por ser elogiados por el FMI y el Banco Mundial? ¿No hemos de aplaudir a los regímenes neoliberales por proporcionar al capital trasnacional cuanto desea? Es cierto que los programas gubernamentales han mejorado los indicadores sociales, pero el proyecto de desarrollo capitalista impulsado no fue sostenible y ha entrado en crisis.
Queda el tema de la intervención de EU. Este financiamiento empezó a
mediados de la década de 1980 y no ha cesado. En los años 80 este
financiamiento formó parte de la estrategia contrarrevolucionaria. Desde
entonces ha perseguido: fortalecer las fuerzas pro
neoliberales/capitalistas en la sociedad civil, ayudar a estas fuerzas a
lograr la hegemonía en la sociedad civil, promover la agenda del
capital trasnacional y evitar cualquier radicalización de la sociedad
civil. El financiamiento de la NED durante el orteguismo ha perseguido
estos objetivos. No se ha dirigido al derrocamiento de Ortega, pues ha
cogobernado con estas mismas fuerzas financiadas por la fundación.
Washington teme un vacío de poder impredecible y desestabilizador.
Está empeñado en preservar los intereses y la hegemonía del capital
trasnacional en el país sobre cualquier proyecto político pos-Ortega.
Pero la derecha tradicional (los liberales en particular) se encuentra
desorganizada, por lo que toca al sector empresarial y sus formas
gremiales de organización armar una transición. Ese sector empresarial
ha recibido el mayor financiamiento de la NED. Se trata de la estrategia
del
aterrizaje suavede no presionar la salida de Ortega tan agresivamente que se corra el riesgo de que la situación se salga de control.
Es indudable que las fuerzas derechistas han esgrimido su propia
violencia y han manipulado la resistencia popular al régimen a fin de
lograr el control sobre la misma. Pero los nefastos diseños de la
derecha no justifican que la izquierda cierre filas alrededor del
neoliberalismo, la represión y el autoritarismo del régimen de Ortega.
Esta posición maniquea no tiene cabida en una postura izquierdista
frente a la crisis nicaragüense.
*Profesor de Sociología, Universidad de California en Santa Bárbara.
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