El PT, dividido, hace oficial el relevo
Analistas prevén que no habrá ganador en primera vuelta
▲ Fernando Haddad fue presentado ayer en un mitin en Curitiba como
aspirante presidencial por el PT, con Manuela D’Avila (en el extremo
derecho) como compañera de fórmula, tras la retirada del ex mandatario
Luiz Inácio Lula da Silva.
Río de Janeiro. Alrededor de las dos y media de la tarde
de este martes, y luego de una larga reunión, el Comité Ejecutivo del
Partido de los Trabajadores anunció que su candidato a la presidencia
será Fernando Haddad, con Manuela D’Ávila como compañera de fórmula, del
aliado Partido Comunista do Brasil.
Hasta ese momento el candidato era Luiz Inácio Lula da Silva.
Enseguida del anuncio, fue leída una carta en la cual el ex presidente
pide
a los que iban a votar por mí, que lo hagan
por Haddad y Manuela.
Pese a que era absolutamente previsible, el anuncio tiene un aspecto
importante: a menos que ocurra lo improbable, marcó el fin de la
presencia del gobernante más popular de la historia –al menos en medio
siglo– en disputas electorales. Y es que Lula sólo podrá volver a ser
candidato cuando tenga 93 años de edad.
Hasta el último instante el PT seguía dividido entre los que
defendían que se siguieran presentando recursos legales ante instancias
superiores, y los que decían que cada día es esencial, reivindicando la
candidatura de Haddad para hacerla oficial.
Lula, a su vez, encerrado en una celda de 15 metros cuadrados,
oscilaba entre momentos de iracunda indignación y una preocupante
postración.
Todo eso quedó plasmado en la Carta al Pueblo Brasileño divulgada
luego del anuncio de cambio de candidatos: el tono de la capitulación es
el de un combatiente no conformista, pero que, con la mirada puesta en
algo que va más allá de él, desiste de oponerse a lo inevitable.
Por inevitable entiéndase el resultado de una trama considerada por
algunos de los más experimentados juristas del mundo, como una colección
de arbitrariedades y absurdos legales. Una trama, a propósito, que
contó con el esencial respaldo de los medios de comunicación hegemónicos
y la complicidad de la justicia en todos sus niveles, incluso la Corte
Suprema.
No hay una sola prueba de lo que se acusa al ex presidente, y en su
caso han sido innumerables las veces en que surgió una especie de
jurisprudencia específica y exclusiva, contrariando incluso lo
establecido en casos anteriores, cuando el objeto de examen no era Lula.
Se confirmó, con la capitulación del candidato favorito para ganar la
elección, lo que ya se decía en Brasil y en otras latitudes: una
contienda electoral sin él significa que la conjunción de magistrados,
medios de comunicación, políticos conservadores, el mercado financiero y
el empresariado alcanzó su objetivo, que era, precisamente, no permitir
que Lula volviera a la presidencia.
A partir de ahora se intensificarán las sombras que caen sobre la más
confusa y tumultuosa disputa electoral desde el retorno de la
democracia, en 1985.
Por primera vez existe un candidato de ultraderecha, el capitán
retirado Jair Bolsonaro, quien cuenta con fuerte respaldo popular.
Y por primera vez la derecha y la centroderecha carecen de candidatos
viables en términos electorales: se da por seguro que la disputa final
será entre el ultraderechista y un candidato de izquierda o de
centroizquierda; o sea, entre Bolsonaro de un lado, y Fernando Haddad,
ungido por Lula, o el centroizquierdista Ciro Gomes, del otro.
De acuerdo con la previsión de sus seguidores, la cuchillada que
sufrió Bolsonaro el jueves 6 de septiembre fue a perpetrada por un
desequilibrado mental, y sería suficiente para
liquidar la elección en la primera vuelta.
Los primeros sondeos de intención de voto realizados luego de la
agresión mostraron que no es así: Bolsonaro creció escasos puntos, y
además de no expandir su base de respaldo, vio cómo su índice de rechazo
se mantuvo muy elevado, confirmando que él sería derrotado por todos
los demás adversarios en una segunda vuelta.
Tampoco se sabe cuánto tiempo tomará su recuperación. Una nueva
intervención quirúrgica fue programada para dentro de tres meses, o sea,
después de la contienda electoral. Esa es, entonces, otra incógnita en
un panorama ya de por sí muy turbio: si gana ¿cuándo estaría en
condiciones de asumir el cargo?
El aspirante Ciro Gomes creció tres puntos porcentuales; la
ambientalista y evangélica Marina Silva se desplomó cuatro puntos, y
Haddad, que todavía no había sido ungido por Lula, dobló su puntaje.
Técnicamente existe un empate entre esos tres, más el ex gobernador
de Sao Paulo, Geraldo Alckmin. Pero de los candidatos de derecha, Marina
Silva y Alkmin, la primera empezó a cumplir lo que se esperaba:
derrumbarse de manera significativa, y el segundo mostró que no tiene
cómo alzar el vuelo.
Sociólogos, politólogos, especialistas en proyecciones y análisis
electorales tratan de hacer previsiones sensatas. Y coinciden en que, a
menos que ocurra algún vuelco radical, Bolsonaro disputará con Haddad o
Gomes la segunda vuelta, y será derrotado. La tendencia es de un fuerte
crecimiento del candidato apoyado por Lula, pero Gomes ya mostró fuerza.
Mientras, algo hay en concreto: pese a estar encarcelado y haber sido impugnado, Lula sigue en el centro de los acontecimientos.
Y el golpe institucional, pese a ser victorioso, anuló tanto a la derecha como a la centroderecha. Ganaron, para luego perder.
Foto Ap, Eric Nepomuceno
Especial La Jornada
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