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miércoles, 12 de septiembre de 2018

Lula renuncia a candidatura presidencial de Brasil y convoca a votar por Haddad

El PT, dividido, hace oficial el relevo
Analistas prevén que no habrá ganador en primera vuelta


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▲ Fernando Haddad fue presentado ayer en un mitin en Curitiba como aspirante presidencial por el PT, con Manuela D’Avila (en el extremo derecho) como compañera de fórmula, tras la retirada del ex mandatario Luiz Inácio Lula da Silva.


Río de Janeiro. Alrededor de las dos y media de la tarde de este martes, y luego de una larga reunión, el Comité Ejecutivo del Partido de los Trabajadores anunció que su candidato a la presidencia será Fernando Haddad, con Manuela D’Ávila como compañera de fórmula, del aliado Partido Comunista do Brasil.
Hasta ese momento el candidato era Luiz Inácio Lula da Silva. Enseguida del anuncio, fue leída una carta en la cual el ex presidente pide a los que iban a votar por mí, que lo hagan por Haddad y Manuela.
Pese a que era absolutamente previsible, el anuncio tiene un aspecto importante: a menos que ocurra lo improbable, marcó el fin de la presencia del gobernante más popular de la historia –al menos en medio siglo– en disputas electorales. Y es que Lula sólo podrá volver a ser candidato cuando tenga 93 años de edad.
Hasta el último instante el PT seguía dividido entre los que defendían que se siguieran presentando recursos legales ante instancias superiores, y los que decían que cada día es esencial, reivindicando la candidatura de Haddad para hacerla oficial.
Lula, a su vez, encerrado en una celda de 15 metros cuadrados, oscilaba entre momentos de iracunda indignación y una preocupante postración.
Todo eso quedó plasmado en la Carta al Pueblo Brasileño divulgada luego del anuncio de cambio de candidatos: el tono de la capitulación es el de un combatiente no conformista, pero que, con la mirada puesta en algo que va más allá de él, desiste de oponerse a lo inevitable.
Por inevitable entiéndase el resultado de una trama considerada por algunos de los más experimentados juristas del mundo, como una colección de arbitrariedades y absurdos legales. Una trama, a propósito, que contó con el esencial respaldo de los medios de comunicación hegemónicos y la complicidad de la justicia en todos sus niveles, incluso la Corte Suprema.
No hay una sola prueba de lo que se acusa al ex presidente, y en su caso han sido innumerables las veces en que surgió una especie de jurisprudencia específica y exclusiva, contrariando incluso lo establecido en casos anteriores, cuando el objeto de examen no era Lula.
Se confirmó, con la capitulación del candidato favorito para ganar la elección, lo que ya se decía en Brasil y en otras latitudes: una contienda electoral sin él significa que la conjunción de magistrados, medios de comunicación, políticos conservadores, el mercado financiero y el empresariado alcanzó su objetivo, que era, precisamente, no permitir que Lula volviera a la presidencia.
A partir de ahora se intensificarán las sombras que caen sobre la más confusa y tumultuosa disputa electoral desde el retorno de la democracia, en 1985.
Por primera vez existe un candidato de ultraderecha, el capitán retirado Jair Bolsonaro, quien cuenta con fuerte respaldo popular.
Y por primera vez la derecha y la centroderecha carecen de candidatos viables en términos electorales: se da por seguro que la disputa final será entre el ultraderechista y un candidato de izquierda o de centroizquierda; o sea, entre Bolsonaro de un lado, y Fernando Haddad, ungido por Lula, o el centroizquierdista Ciro Gomes, del otro.
De acuerdo con la previsión de sus seguidores, la cuchillada que sufrió Bolsonaro el jueves 6 de septiembre fue a perpetrada por un desequilibrado mental, y sería suficiente para liquidar la elección en la primera vuelta.
Los primeros sondeos de intención de voto realizados luego de la agresión mostraron que no es así: Bolsonaro creció escasos puntos, y además de no expandir su base de respaldo, vio cómo su índice de rechazo se mantuvo muy elevado, confirmando que él sería derrotado por todos los demás adversarios en una segunda vuelta.
Tampoco se sabe cuánto tiempo tomará su recuperación. Una nueva intervención quirúrgica fue programada para dentro de tres meses, o sea, después de la contienda electoral. Esa es, entonces, otra incógnita en un panorama ya de por sí muy turbio: si gana ¿cuándo estaría en condiciones de asumir el cargo?
El aspirante Ciro Gomes creció tres puntos porcentuales; la ambientalista y evangélica Marina Silva se desplomó cuatro puntos, y Haddad, que todavía no había sido ungido por Lula, dobló su puntaje.
Técnicamente existe un empate entre esos tres, más el ex gobernador de Sao Paulo, Geraldo Alckmin. Pero de los candidatos de derecha, Marina Silva y Alkmin, la primera empezó a cumplir lo que se esperaba: derrumbarse de manera significativa, y el segundo mostró que no tiene cómo alzar el vuelo.
Sociólogos, politólogos, especialistas en proyecciones y análisis electorales tratan de hacer previsiones sensatas. Y coinciden en que, a menos que ocurra algún vuelco radical, Bolsonaro disputará con Haddad o Gomes la segunda vuelta, y será derrotado. La tendencia es de un fuerte crecimiento del candidato apoyado por Lula, pero Gomes ya mostró fuerza.
Mientras, algo hay en concreto: pese a estar encarcelado y haber sido impugnado, Lula sigue en el centro de los acontecimientos.
Y el golpe institucional, pese a ser victorioso, anuló tanto a la derecha como a la centroderecha. Ganaron, para luego perder.

Foto Ap, Eric Nepomuceno
Especial  La Jornada

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