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miércoles, 13 de julio de 2011

¡Insólito!: el embajador de EU en Siria encabeza la revuelta en Hama

Bajo la Lupa
Alfredo Jalife-Rahme
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Protesta contra el embajador estadunidense en Siria, frente a la representación diplomática en Damasco, tras su visita a Hama el viernes pasadoFoto Ap
Antecedentes
Hama es más conocida por constituir el bastión de los Hermanos Musulmanes sunitas, de corte fundamentalista salafista, donde Hafez Assad (el padre de Bashar) en 1982 reprimió la rebelión con un escalofriante costo humano de cinco dígitos (en ese entonces, con bendición israelí-anglosajona).
Hoy, 29 años más tarde, los intereses anglosajones han cambiado de bando y no solamente reconocen a los perseguidos Hermanos Musulmanes (de la rama siria), sino que, por encima de todo, se han aliado conspicuamente con ellos, probablemente con el fin de redireccionar y secuestrar la revuelta en curso en los 22 países árabes y, sobre todo, a mi humilde entender, para contrarrestar su derrota estratégica (junto a Israel) con el giro dramático de la revolución de las pirámides en Egipto y la humillante defenestración de su aliado sempiterno, el sátrapa Hosni Mubarak.
La riesgosa apuesta geopolítica en Hama del temerario Robert Stephen Ford, embajador de Estados Unidos en Siria, coloca en retrospectiva la reciente trampa que le había tendido a la heteróclita oposición siria el filósofo burgués Bernard Hénry-Levy, furibundo partidario del sionismo y del polémico presidente galo Sarkozy.
Abusando de su intimidad con Sarkozy, Hénry-Levy había convocado a un encuentro en París a la nada cándida oposición siria, que rechazó el regalo envenenado (Hala Kodmani, Rue89, 3/7/11). La oposición siria reprocha a Hénry-Levy tanto su delirante palestinofobia como su ceguera emocional ante las atrocidades del ejército israelí, al que calificó insensatamente como el más humano (¡súper sic!) de la historia moderna.
La incipiente oposición siria se mueve en un campo minado y peligra ser secuestrada por los juegos geopolíticos de las añejas potencias coloniales.
Hama forma parte de la columna vertebral urbana en la parte occidental interna de Siria: una imaginaria línea vertical que va de norte a sur desde Alepo (principal ciudad comercial, la más poblada del país, además de ser una de las más bellas de la región, con una sofisticada gastronomía), pasa por Hama (la cuarta en importancia), luego por Homs (la tercera en relevancia), para alcanzar la capital, Damasco.
Otro estratégico eje vertical en la costa del mar Mediterráneo, prácticamente paralelo al eje interno anterior de cuatro ciudades, lo representan (también de norte a sur) el puerto de Lataquía (que pudiera ser la capital del futuro Estado alawita, que ya existió durante el mandato francés post otomano), la ciudad de Baniyas (dotada de la mayor refinería) y el puerto de Tartús (donde Rusia posee su única base naval en el Mediterráneo).
Hechos
Robert Stephen Ford, embajador de Estados Unidos en Siria (todavía por confirmar en el Senado), fue nombrado hace un año por Obama al puesto vacante desde 2005 bajo los mejores auspicios de reanudación de las tormentosas relaciones entre Washington y Damasco.
A sus 54 años, Robert Stephen Ford se encuentra en plenitud de vida y salud mental. Diplomático de carrera (con una escala académica en la Universidad Johns Hopkins), habla con fluidez cinco idiomas (inglés, alemán, francés, turco y árabe) y es considerado uno de los contados óptimos arabistas del Departamento de Estado (plagado de partidarios de Israel), con antecedentes de haber servido en varios puestos en otros dos países árabes: Irak y Argelia.
De Robert Stephen Ford no se puede decir que no conozca la región, ignore el idioma árabe o desconozca los modales diplomáticos. ¿Cuál habrá sido, entonces, su motivo para participar en la protesta multitudinaria de Hama y correr el riesgo de ser expulsado como persona non grata por entrometerse abiertamente en los asuntos internos de Siria? No es un asunto menor cuando los contestatarios de Hama exigen la caída del régimen y rechazan el diálogo con Bashar.
En un comunicado virulento, el Ministerio del Exterior sirio condenó la provocativa presencia de Robert Stephen Ford sin permiso, como prueba evidente de la implicación de Estados Unidos en los sucesos (Naharnet, 8/7/11). Por cierto, Wikileaks y The Washington Post ya habían expuesto el padrinazgo de Estados Unidos a la oposición siria, que viene de años atrás.
Martin Chulov, de The Guardian (8/7/11), ni siquiera citó la presencia simultánea en Hama del embajador francés Eric Chevallier, quien llegó por su lado dizque a visitar el hospital repleto de heridos por la violencia gubernamental. Llamó la atención que no haya acudido el embajador británico ni ningún otro diplomático (ni siquiera el turco ni el saudita ni el qatarí).
Anthony Shadid, de The New York Times (8/7/11), considera que la escala de las protestas todavía no representan una amenaza inmediata al presidente Bashar Assad, pero “empujó a su liderazgo a un territorio desconocido en la rebelión: cómo el Estado confrontaría un desafío masivo a su legitimidad en una ciudad –nota: Hama– que sufrió un feroz aplastamiento hace una generación”.
Es cierto: tampoco en el trascendental binomio Alepo-Damasco, ni en el otro trinomio Lataquía-Baniyas-Tartús, las pacíficas protestas han alcanzado la masa critica que ya rebasó la aldea rural de Daraa.
Desde hace algunas semanas las fuerzas leales a Bashar abandonaron la ciudad insurgente de Hama, donde ha sido defenestrado su inepto gobernador, lo cual, a estas alturas, ya no apacigua a nadie.
¿Intentan Estados Unidos y Francia establecer una cabeza de playa opositora en Hama y repetir así su modelo foquista del bastión libio de Bengazi (contra Kaddafi) para imitativamente deponer a Bashar? ¿O simplemente dramatizan para empujar a las inevitables reformas del régimen?
Conclusión
No es nueva la intromisión de la embajada de Estados Unidos en Siria, que intentó en 1957 un golpe de Estado (fallido) con el apoyo de la CIA (Operación Wappen).
El portal israelí Debka (9/7/11) afirma que la maniobra de los embajadores forma parte de un juego complicado (sic) de Estados Unidos, Francia y Turquía para forjar un compromiso entre Assad y la oposición.
El editorial del rotativo libanés The Daily Star (9/7/11) –propiedad de la familia chiíta Mroué, muy cercana a Estados Unidos– asevera que existe un juego (¡súper sic!) en Siria, donde hay considerable humo, pero sin fuego, y que implica a Estados Unidos, Europa y los árabes (se ha de referir a los sauditas y egipcios). Considera muy ingenuo que los embajadores se hayan aventurado sin el permiso tácito de las autoridades y conjetura que, “a juzgar por las acciones de Europa y Estados Unidos hasta ahora –sic–, el régimen sirio se encuentra a salvo”, mientras Bashar cuenta con el apoyo tácito (¡súper sic!) de Estados Unidos, tesis a la que se adhiere también Stratfor (11/7/11) en su análisis sobre la irrupción vandálica de las embajadas de Estados Unidos y Francia por los furiosos nacionalistas sirios.
The Daily Star reitera mi tesis sobre las ominosas reverberaciones de la virtual balcanización de Siria (Bajo la Lupa, 22/6/11).
Por lo visto, el juego entre Siria y el binomio Estados Unidos-Francia es muy rudo. Según Stratfor, pese a la escalada por venir, todos toman riesgos calculados (sic).
Asombra que ninguno de los actores (¿teatrales?) rompa relaciones ni expulse a nadie. Pareciera que con su insólita conducta en Hama, los embajadores de Estados Unidos y Francia le dieron un celestial regalo nacionalista a Bashar.
Como habíamos prevenido: en Siria penetramos la hipercomplejidad geopolítica.

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