David Brooks
▲ Las legisladoras federales demócratas Alexandra Ocasio-Cortez, de
ascendencia puertorriqueña, e Ilhan Omar, de Minnesota nacida en
Somalia, fueron señaladas por Donald Trump, quien les dijo que deberían
regresar a sus países y ayudar a reparar esos lugares, cuando en realidad ellas son estadunidenses y electas por estadunidenses.Foto Afp
En este Día de la
Bastilla, con un líder con tintes fascistas que gusta burlarse de
libertades civiles y otros supuestos componentes de una democracia en la
Casa Blanca poniendo en riesgo a todo el mundo (por la mala suerte de
que Estados Unidos sigue como la última superpotencia mundial), algunos
ven con una nostalgia triste el aniversario que marcó el inicio de una
revolución por la igualdad, libertad y fraternidad.
Emitiendo ordenes para realizar redadas de familias migrantes
indocumentadas alrededor del país, provocando con gran gusto terror
entre los más vulnerables de este país, mientras se fue a jugar golf,
quien juega con ser presidente vitalicio está dejando de usar máscaras o
disfraces para aparentar que respeta los principios de la democracia.
Este domingo Trump se atrevió a comentar en referencia a cuatro
legisladoras federales demócratas que han sido críticas feroces de su
gobierno y todas, como dicen aquí,
de color, que “es interesante ver a representantes demócratas ‘progresistas’, quienes originalmente vienen de países cuyos gobiernos son una catástrofe completa y total, los peores, más corruptos e ineptos en cualquier parte del mundo (si es que tienen gobiernos funcionales de algún tipo), ahora ruidosa y viciosamente decirle al pueblo de Estados Unidos, la nación más grandiosa y poderosa sobre la tierra, cómo debería gobernarse”.
Agregó:
¿Por qué no regresan y ayudan a reparar los lugares totalmente rotos e infestados de crimen de donde vienen? Después que regresen y nos enseñen cómo se hace. Esos lugares necesitan su ayuda y mucho, no se pueden ir demasiado pronto.
El presidente, en esta ocasión, tiene toda la razón. Esas legisladores son de un país con un gobierno
catastrófico,
corruptoe
inepto. Se llama Estados Unidos. Todas, las cuatro, son ciudadanas, legisladores federales (o sea, fueron electas por ciudadanos estadunidenses para representarlos en Washington) y tres de las cuatro nacieron en este país.
La corrupción, el manejo inepto, y las catástrofes de este gobierno
son tema de las casi 30 investigaciones en curso sobre diversos aspectos
y comportamiento del presidente, su familia y su circulo. También queda
claro en las expulsiones y éxodos de personal de su gobierno que ha
alcanzado niveles sin precedente. La Institución Brookings registra una
tasa de cambio de 74 por ciento entre los principales integrantes del
ejecutivo (excluyendo secretarios de gabinete); nueve de los ocupantes
de los 21 puestos principales de gabinete y Casa Blanca han cambiado.
Las razones por este cambio constante de personal tiene que ver con
casos de corrupción, mentiras y actos posiblemente ilegales, muchos de
los cuales están bajo investigación.
Al mismo tiempo, el ataque contra todo crítico, incluso con todo reportero (
enemigos del pueblo) sigue siendo efectivo, sobre todo usando técnicas macartistas al calificarlos de
antiestadunidenses, o sea,
otros. Con ello, el enemigo de la patria son los opositores del comandante en jefe.
Una de las cuatro representante –las cuales incluyen a Alexandra
Ocasio-Cortez, de ascendencia puertorriqueña; Ilhan Omar, de Minnesota
nacida en Somalia; la afroestadunidense Ayanna Pressley, y Rashida
Tlaib, de Michigan, hija de inmigrantes palestinos nacida aquí–,
respondió a Trump este domingo alertando, una vez más, que
él es la crisis, su ideología peligrosa es la crisis. Necesita ser destituido.
No tranquiliza cuando él comenta, como hizo el jueves, que no entendía cómo alguien podría votar por un demócrata ante
lo que tienen ahora, tan guapo, tan inteligente, un verdadero genio estable. Poco después habló de cómo las redes sociales son claves para evadir al filtro de los medios y difundir sus propias noticias con sólo tocar un botón y con ello crear
una explosión.
Nada de esto sorprende ya. Y eso, en sí, es tal vez el problema más
grave de todos. Pero aún se pueden escuchar gritos y susurros, en
diferentes barrios y barricadas (y hasta a veces en francés), expresando
la urgente necesidad de retomar la bastilla estadunidense a nombre de
la libertad, igualdad y fraternidad.
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