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martes, 23 de julio de 2019

El pueblo se levanta

Puerto Rico
Jacobin Magazine

Una creciente ola de indignación inunda Puerto Rico. Gentes de toda clase y condición exigen la dimisión del gobernador conservador, Ricardo Rosselló. Han copado las redes sociales e invadido las calles para expresar su desdén por el gobernador y sus colaboradores. La población portorriqueña no conocía este tipo de apoyo popular transversal desde el llamamiento a la retirada del ejército de EE UU del municipio insular de Vieques. El resultado de estas movilizaciones determinará la historia de Puerto Rico durante generaciones. ¿Cuál es la causa de este estallido y qué perspectivas se abren?

La ciudadanía portorriqueña se enteró el mes pasado de que numerosos organismos públicos, incluida la plana mayor del gobierno de Ricardo Rosselló, estaban siendo investigados por el FBI. En una entrevista radiofónica del 24 de junio, el jefe de la agencia tributaria de Puerto Rico se quejó de que el organismo que él supervisaba estaba carcomido por la corrupción, controlado por una mafia institucional de burócratas gubernamentales que cobraban dinero a cambio de favores como la cancelación de deudas y la anulación de multas. La semana pasada, el FBI demandó a la antigua responsable de Educación, Julia Keleher, y a la ex jefa de la administración del seguro de enfermedad, Ángela Ávila-Marrero. La gota que colmó el vaso fue la publicación de los mensajes de un grupo de Telegram que administraba el gobernador Rosselló junto con sus colaboradores más cercanos.
De momento se han filtrado 889 páginas de este chat, aunque puede que salgan a la luz todavía más. Los mensajes revelan la manera maquiavélica de actuar y la falta de escrúpulos del círculo próximo al gobernador. Abundan los insultos lanzados contra la oposición y quienes la apoyan. Además, el gobernador ordenó a sus colaboradores que movilizaran a trolesen las redes sociales para atacar a rivales políticos o disidentes. Hordas de troles recibieron instrucciones para cumplimentar sondeos en línea, dando la impresión de que una mayoría de la población portorriqueña aprobaba la política y los logros del gobernador. Sus colaboradores enviaron líneas editoriales a los principales medios locales, dictaban las preguntas a los periodistas y organizaban entrevistas exclusivas.
Bromearon sobre la muerte de políticos de la oposición, hicieron comentarios homófobos sobre la sexualidad de personajes célebres, contaron chistes gordofóbicos sobre sus propios votantes, hubo burlas transfóbicas, llamaron putas a mujeres de la oposición y de sus propias filas, ridiculizaron a los mayores de su propio partido, expresaron el deseo de asesinar a rivales políticos, descalificaron las manifestaciones de protesta contra la violencia de género y socavaron la reforma policial ordenada por el ministerio de Justicia de EE UU. Ridiculizaron la campaña antiacoso que había encabezado la propia esposa del gobernador, Beatriz Rosselló, dedicándose a acosarse entre ellos en el chat. Los miembros del grupo también perpetuaron el estigma en torno a la salud mental.
El gobernador compartió una fotografía de un barrio pobre que supervisó desde su casa de veraneo en Cayey con un hashtag que decía “así no podemos pedir la categoría de Estado” [1]. Se jactó de haber puesto fin a una comisión creada para auditar la deuda del gobierno portorriqueño, trasladado el Hamilton de Lin-Manuel Miranda de la Universidad de Puerto Rico a otro teatro y privatizado la Compañía Eléctrica de Puerto Rico y los servicios de transbordador de los municipios insulares de Vieques y Culebra. Los mensajes revelan que los colaboradores del gobernador comentaron documentos confidenciales con representantes de grupos de presión y lograron que el Consejo de Control Fiscal, impuesto por el gobierno federal, modificara documentos que eran lesivos para su gobierno entes de publicarlos.
Tal vez lo que más ha enfurecido a la gente de Puerto Rico, que todavía está recuperándose de los desastres provocados por el huracán María, ha sido el hecho de que los miembros del chat se coordinaron para impedir que se publicaran reportajes sobre las muertes que causó el huracán e incluso bromearon sobre la utilización de los muertos para eliminar la disensión. El día después de la filtración, un manifestante le dijo a un periodista: “Me llamo Luis Alejandro Vázquez. Estoy aquí por mi padre. Lo hallaron muerto tres semanas después del María. Cuando leí que necesitaban un cadáver para alimentar a los buitres, ya no pude más.”
Puerto Rico está en una encrucijada. La intensidad y magnitud de la protesta pública tiene pocos precedentes. La dirección del Partido Nuevo Progresista [2] constituye una barrera entre la gente y su deseo de cambio. Entre las excusas que los seguidores de Ricardo Rosselló han dado por él figuran las siguientes: todos cometemos errores, los demás partidos políticos también son corruptos, el grupo de Telegram es un grupo privado y el gobernador necesita tiempo y espacio para reflexionar. Sin embargo, el apoyo a Rosselló está cayendo dentro de su propio partido, algunos de cuyos miembros piden su dimisión, mientras que otros plantean que debe renunciar a la reelección y abandonar la presidencia del partido, y otros más le solicitan más tímidamente que reflexione.
Aparentemente Rosselló ha logrado lo imposible: ha conseguido unir en contra de él a una izquierda política asediada y a mucha gente apartidista. El resultado ha sido impresionante: miles de personas han salido a la calle e invadido las redes sociales para manifestar su indignación. Personalidades famosas como Lin-Manuel Miranda, Bad Bunny, Ricky Martin y Ednita Nazario llegaron incluso a llamar a manifestarse en la calle y exigir la dimisión del gobernador. Representantes electos de ambos partidos en ambas cámaras federales, entre ellos el congresista por Arizona Raúl Grijalva y el senador por Florida Rick Scott, también han reclamado un cambio en la cúpula del Estado. En la base, gentes de comunidades marginadas y acomodadas, y de distintas razas, géneros, inclinaciones sexuales, regiones geográficas e ideologías, gritan “Ricky dimite y llévate contigo el Consejo de Supervisión Fiscal”.
Los y las manifestantes sitúan su objetivo mucho más allá de la dimisión de Ricardo Rosselló. Son cada vez más conscientes de que los problemas que subyacen a esta revuelta son sistémicos y de que las soluciones deberían estar a la altura del reto. Exigen la adopción de medidas que acaben con la corrupción gubernamental, el aumento de la transparencia y la autonomía de los medios de comunicación, la inclusión de una perspectiva feminista en la enseñanza primaria y secundaria, la declaración del estado de emergencia en respuesta a la crisis de violencia contra las mujeres, la implementación de la reforma de la sanidad y de la ley electoral, la convocatoria de nuevas elecciones, la suspensión de las negociaciones en curso sobre la quiebra del Estado, la cancelación de la deuda de Puerto Rico y la eliminación del Consejo de Supervisión Fiscal impuesto por el gobierno federal.
Las redes de solidaridad que se formaron tras el paso del huracán María prepararon el terreno para las movilizaciones contra Rosselló. Los activistas de la ayuda mutua sentaron las bases de la politización de sus redes. Lo hicieron viviendo y actuando en las comunidades en las que contribuyeron a crear grupos de ayuda mutua y construyendo un movimiento de resistencia de abajo arriba frente a las causas sistémicas de su desgracia.
Grupos como Colectiva Feminista en Construcción habían estado defendiendo en el seno de la izquierda la necesidad de ir más allá y crear un movimiento de oposición. Llamaron a la elaboración de un plan de acción para un futuro emancipador, que solo se haría realidad mediante el impulso de movilizaciones populares a través de la labor cultural, educación popular, autodefensa y acción directa. Estos grupos se mencionan con desprecio en los mensajes del chat del gobernador, porque habían responsabilizado al gobierno por su actitud negligente en la crisis de violencia de género. Sin embargo, su lucha no se limita a las cuestiones de género, sino que pretende impulsar una práctica antisistema que apunte simultáneamente contra el neoliberalismo, el colonialismo, el capitalismo, el patriarcado y el racismo.
Con la revelación de los mensajes del gobernador y sus amigos, la población portorriqueña ha sido testigo de cómo la clase dominante conspira para situar en el poder a su gente y los intereses que defiende, manteniendo al resto de la población a su servicio. Los movimientos y organizaciones que tantos comentarios de desprecio reciben en los mensajes publicados son verdaderas amenazas para este sistema. Debemos apoyar y dar continuidad a los esfuerzos de estos movimientos, que resisten los ataques, la precariedad y el desgaste en su lucha.
Tras el paso del huracán María, el hashtag #PuertoRicoSeLevanta se generalizó. El gobierno de Rosselló hizo suya la expresión y la reprodujo con tanta frecuencia que perdió todo significado. El público no podía observar ninguna señal de que Puerto Rico se levantaba efectivamente tras el desastre del temporal. Altos cargos del gobierno pregonaban continuamente sus esfuerzos por la reconstrucción, ayudados por actividades de relaciones públicas que costaban millones de dólares, mientras que en privado intercambiaban mensajes para discutir cómo inclinar a su favor la narrativa en torno a la reconstrucción. Después de meses de manipular las noticias locales, los sondeos, los informes oficiales y las redes sociales, el velo que protegía la imagen del gobierno de Rosselló se ha descorrido y, por fin, Puerto Rico se levanta.
Notas:
[1] Puerto Rico es un Estado asociado de EE UU, pero existe un movimiento que reclama la categoría de Estado de pleno derecho de la federación. [Ndt.]
[2] El PNP es el partido al que pertenece el gobernador y que defiende que Puerto Rico devenga Estado de pleno derecho de EE UU. [Ndt.]
Fernando Tormos-Aponte es académico de la Universidad de Misuri-San Luis. Es oriundo de San Juan de Puerto Rico.
Traducción: viento sur

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