Página/12
Lo que aparecía como una gran contienda
llamada a poner término a la gestión de Donald Trump (abriendo la puerta
a un posible juicio político y posterior destitución) o a reafirmar de
manera aplastante su predominio finalizó en un empate. Ambos ganaron,
pero les quedó un sabor a poco.
Trump y los republicanos, porque
conservaron y aumentaron levemente su predominio en el Senado, en donde
controlan 51 votos de los 100 que componen el cuerpo. Los demócratas,
porque le arrebataron a sus rivales la mayoría en la Cámara de
Representantes, pero con apenas 4 votos más de los necesarios para la
mayoría absoluta. De todos modos, se quedaron con 27 bancas que antes
estaban en poder de los republicanos.
Nada espectacular, por donde se
lo mire. Salvo los fuegos de artificio de un Trump exultante que montó
un verdadero show en la conferencia de prensa posterior renovando sus
ataques a representantes de la prensa, en este caso la CNN. Del bando
contrario no había muchos motivos para celebrar. Se esperaba una “oleada
azul” (el color distintivo de los demócratas) y apenas fue una leve
marejada. Sin duda la nota más interesante fue la reelección de Bernie
Sanders en Vermont con un apabullante 66 por ciento, lo que lo perfila
como uno de los muy pocos líderes dentro del Partido Demócrata en
posición de disputar las primarias que elegirán al candidato
presidencial de ese partido.
No nos olvidemos que la maquinaria
demócrata frustró sus aspiraciones en la anterior campaña, totalmente
jugada, como estaba, con Hillary Clinton. Difícil que ella se presente
una vez más y Sanders asoma como el único que podría derrotar a Trump.
De hecho, las encuestas postelectorales del 2016 revelaron que el
senador por Vermont podría haber frustrado la llegada del magnate
neoyorquino a la Casa Blanca. Pero un hombre que es un moderado crítico
del capitalismo resultaba indigesto para la burocracia partidaria, que
inclinó todas sus fuerzas a favor de Hillary con consabidos resultados.
Por ahora, en el paisaje lunar de la política estadounidense no se ven,
ni del lado republicano ni del demócrata, otro que no sea Sanders que
pueda irrumpir para poner coto a las aspiraciones reelectorales de
Donald Trump.
Atilio A. Boron: Director del PLED, Programa Latinoamericano de
Educación a Distancia en Ciencias Sociales del Centro Cultural de la
Cooperación Floreal Gorini.
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