Confieso que encaro este nuevo viaje a México con una mezcla de inquietud seria e ilusión fundada.
Inquietud
porque en lo que va de año han sido asesinados allí más de 21.000
personas. El horror de la madre diputada desgarrada en el Parlamento
cuando le comunican por teléfono el asesinato de su hija de 22 años,
golpea con fuerza; y de ello hace sólo unos días.
Ilusión porque
México, tras la victoria de Andres Manuel Lopez Obrador (AMLO), el
político progresista que concitó un arrasador apoyo popular el pasado
Julio en unos comicios cargados de irregularidades y violencias para
impedirlo, representa la esperanza democrática y de equidad social
frente a esta deriva siniestra en las Américas –y en Europa– que
encarnan Trump y Bolsonaro.
Y a eso voy, a ver y a aprender sobre
el terreno la actualidad y el horizonte de un país, México, el tercero
en población de las Américas, el primero del mundo de habla castellana, y
que fue ejemplo universal de solidaridad y acogida con nuestros
compatriotas refugiados tras la derrota del 39 en la guerra que provocó
el golpe de estado militar del 36.
Eso lo voy a hacer
participando en diversidad de eventos –todos bajo el común denominador
del debate universal en curso sobre “El futuro del Trabajo”–, reuniones
diversas, congresos sindicales, etc., en la Capital Federal, en Tepic y
en Morelos. A destacar mi intervención en el XXX Aniversario de CENPROS
(Centro Nacional de Promoción Social), una prestigiosa institución que
brinda formación y apoyo ideológico y logístico al sindicalismo
progresista, con la que cooperamos en mis tiempos al frente de la USO y
de SOTERMUN. Debo intervenir también en el 1º Congreso Nacional de los
trabajadores de los servicios públicos, que unificará a las Federaciones
Sindicales de los diversos Estados.
En Tepic, la capital del
Estado de Nayarit, en el Pacífico, además de intervenir en un plenario
de SUTSEM, está prevista una presentación de mi último libro solidario
–“Con los lustradores del Perú”– y a tal efecto llevo 30 libros en el
equipaje, que me dicen los compañeros que ya están vendidos, que pesan
como piedras.
Por último, desde el conocimiento de los inmensos
retos que tiene por delante AMLO (injusticia social extrema, pobreza,
precariedad social y laboral, inseguridad ciudadana, poderío del
narcotráfico, amenazas de Trump, etc.), insistiré en mis intervenciones
en la necesidad de que el Sindicalismo, la izquierda y los demócratas en
general, los movimientos sociales, tengan una actitud de apoyo
estratégico a AMLO, que sepan contener prisas y maximalismos estériles,
porque es mucho lo que hay en juego y no es cosa de arruinarlo con
demagogias y populismos baratos. Es la hora del México emergente, social
y popular, y su suerte contribuirá en gran medida a la defensa de la
Democracia y el Progreso en América Latina. Por eso hay que empezar por
entender que un país en riesgo de ser un estado fallido por el peso
acumulado de décadas y décadas de corrupción, violencia y desigualdad
extrema, no se va a resolver en unos meses por mucha buena voluntad y
decencia que tenga el Presidente electo, que tomará posesión el 1 de
Diciembre de 2018, Manuel Andrés López Obrador.
Manuel Zaguirre, exsecretario general de la USO. Militante PSC.
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