"Poncho", como era quizás más conocido y a él gustaba lo llamaran así, no pudo con la grave y repentina enfermedad que lo envió a un hospital de esta capital meses atrás y donde un virus allí adquirido le complicó la salud aún más, hasta su deceso la víspera.
Solo la muerte podía detener una actividad fecunda, revolucionaria y continuada incluso a su avanzada edad superior a las nueve décadas, cuando parecía increíble verlo y oírlo expresar y defender con perfecta claridad e ímpetu sus ideas.
Cumplió 93 en una sala de cuidados intensivos de un nosocomio del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social, con pronóstico reservado, grave, delicado.
Hasta allí fueron quienes lo veneraban por sus rectas virtudes a celebrar frente a la instalación su cumpleaños con música, poesía y vídeos con pasajes de su vida, y un micrófono abierto por el cual desfilaron innumerables personas para enviarle solidaridad y cariño.
Nacido el 29 de abril de 1918, el respetado dirigente político, diputado, ministro, abogado, catedrático universitario y con otras muchas responsabilidades ejercidas descolló por su participación durante la llamada Revolución de Octubre en 1944.
En la administración de Juan José Arévalo fue electo legislador, luego nombrado subsecretario de Economía y Trabajo y posteriormente llegó a ser el ministro de esa cartera hasta entregar el cargo al presidente Jacobo Arbenz en 1951.
Arbenz le dio la dirección de Fincas Nacionales, una entidad creada para repartir tierras durante la Reforma Agraria, y más tarde asumió como director del Banco Nacional Agrario.
Tras la caída de Arbenz en 1954 salió al exilio en México, pero tres años después retornó clandestinamente e interpuso un recurso de amparo ante la Corte Suprema de Justicia.
Ello le permitió permanecer en el país donde ejerció su profesión de abogado e impartió cursos en la Universidad de San Carlos de Guatemala, la principal de esta nación.
Pero continuó sus actividades no bien vistas por ciertos sectores, de los cuales partió un atentado contra su vida el 30 de noviembre de 1970 y cinco heridas de bala lo tuvieron al borde de la muerte.
Una vez recuperado partió nuevamente al exilio, esa vez a Chile, pero con el golpe de Estado de Augusto Pinochet se ve obligado a trasladarse a Cuba, donde vivió durante siete años y medio.
De la isla viajó a la Nicaragua sandinista de los años 80 del siglo pasado, para cuyo gobierno trabajó hasta trasladarse a México.
En zonas sureñas, en campos de guatemaltecos refugiados, laboró en la eficaz asesoría sobre sus derechos, como contó cierta vez Bauer a Prensa Latina.
Su retorno definitivo a Guatemala data de 1995 y un lustro más tarde se integra a la vida política, cuando es electo diputado.
Innumerables tareas cumplió después, siempre desde la misma trinchera defendida con justicia, como solía decir.
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