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viernes, 15 de julio de 2011

Cierre de un tabloide


Penultimátum

La Jornada

Una de las figuras públicas más vapuleadas en las páginas del News of the World es Hugh Grant. El tabloide fundado en 1843 en Londres y que adquirió en 1969 el magnate australiano Rupert Murdoch, destacó y comentó los escándalos protagonizados por el actor de películas como Cuatro bodas y un funeral y Notting Hill. Especialmente por sus encuentros sexuales lo mismo con prostitutas que con colegialas. Pero dulce es la venganza. En un artículo publicado recientemente en la revista The New Statesman, Grant reveló las confesiones de un ex reportero del News en las que admite que el tabloide contrataba a personas para intervenir teléfonos celulares de políticos, celebridades, integrantes de la casa real, militares y víctimas de crímenes.

Las revelaciones sobre prácticas penadas por la ley en Inglaterra apenas comienzan y salpican lo mismo a la clase dirigente inglesa que a los cuerpos policiales. Muestran no sólo las relaciones y complicidades del imperio noticioso del magnate con políticos y funcionarios, sino hasta qué grado llegó el periódico más sensacionalista y de mayor venta de habla inglesa con tal de vender ejemplares y obtener favores. Aunque el tabloide es considerado la mejor muestra del peor periodismo, también se le reconoce su lucha contra la corrupción, siempre y cuando no afectara los intereses del influyente Murdoch.

Sonadas son las revelaciones que publicó pagando en muchos casos por ellas a los protagonistas. Como a la corista Christine Keeler, relacionada sexualmente con el ministro de guerra británico John Profumo y con un espía soviético. O por las fotos tomadas por el esposo de una de las dos prostitutas que se acostaban con otro ministro de guerra, Lord Lambton. O su errática campaña por las buenas costumbres so pretexto de combatir a los pedófilos a raíz del asesinato de la colegiala Sarah Payne. O mostrando al príncipe Harry (hijo de Carlos y Diana de Gales), de 16 años, borracho y fumando mariguana.

Feroces fueron sus ataques contra quienes en el Parlamento británico cuestionaban los negocios de Murdoch. Como la laborista Clare Short. Se quejó por las fotos de mujeres desnudas que aparecían en cada edición del News. A ocho columnas la llamaron La gorda y celosa Clare, enviándole a su casa 30 modelos semidesnudas que hicieron escarnio de la legisladora. En fin, leer el tabloide que acaba de cerrar sus puertas era una especie de placer prohibido.

Pero el rechazo público a sus prácticas ilegales comenzó por donde menos se esperaba: con la acusación de que, en 2002, el News accedió a los mensajes telefónicos de una adolescente que había sido asesinada. No dio cuenta de ello a las autoridades y entorpeció la investigación.

Y falta lo peor en esta historia de poder mediático y político.

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