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viernes, 11 de junio de 2010

Terrorismo de Estado israelí
Flotilla de la Libertad: el detalle que Netanyahu no conocía

Como a menudo sucede con los acontecimientos importantes, la prensa desvía la atención del público de las verdaderas interrogantes. El tratamiento mediático del ataque israelí contra la Flotilla de la Libertad constituye un nuevo ejemplo de lo anterior. Los grandes medios de difusión se esfuerzan por decirnos quiénes son los buenos y quiénes son los malos, en vez de explicar la correlación de fuerzas. Thierry Meyssan analiza en este artículo las verdaderas motivaciones de Tel Aviv y Ankara y revela el detalle que transformó la demostración de fuerza de Israel en un desastre diplomático.

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El primer ministro turco, Recep Tayip Erdogan, conversó personalmente con cada uno de los heridos que reciben cuidados en el hospital Ataturk. Momento en que el militante turco-irlandés El Mehdi El Hamid El Hamdi lo besa en la frente en agradecimiento por su apoyo. El primer ministro turco, a quien Israel tenía la intención de desestabilizar, se ha convertido en el gran vencedor del incidente.

Una semana después del ataque de las fuerzas israelíes contra un convoy humanitario en alta mar, ¿qué nuevos elementos tenemos en estos momentos y cuáles son las primeras conclusiones a las que podemos llegar?
Antes de responder a esta doble interrogante, es importante empezar por despejar todo el blablablá mediático que se ha tejido alrededor del tema. En primer lugar, la intención de la Flotilla de la Libertad no era simplemente llevar ayudar material a los pobladores de la franja de Gaza sino romper el bloqueo [1].

Este elemento, escamoteado durante 2 días, fue finalmente incluido en la argumentación de los voceros israelíes. Estos últimos acusaron entonces a los militantes humanitarios de criptopolíticos, a pesar de que la coalición Free Gaza siempre ha expresado su intención de poner remedio a la impotencia de los Estados en cuanto a hacer valer el respeto del derecho internacional y del derecho humanitario. Los militantes que formaban parte de la Flotilla eran ciudadanos del mundo que trataban de poner en aplicación la resolución 1860 de las Naciones Unidas.

Los voceros israelíes han afirmado que los militantes humanitarios opusieron resistencia a los soldados y que incluso utilizaron armas contra los militares israelíes, lo cual supuestamente demostraría que en realidad eran «terroristas». Para fundamentar ese razonamiento, el ministerio israelí de Relaciones Exteriores difundió una serie de fotos de cuchillos y de armas encontrados a bordo del Mavi Marmara [2]. Pero los datos EXIF de las fotos [presentadas por los israelíes] muestran que la mayoría de esas fotos son anteriores [a los hechos] y que fueron tomadas en otras circunstancias [3].

Se trata de una técnica clásica de propaganda. Mientras se discute la veracidad de las fotos se escamotea el hecho que, a la luz del derecho internacional, no sólo el mantenimiento del bloqueo es ilegal sino que Israel, como potencia ocupante, tiene además la obligación de garantizar que la ayuda humanitaria llegue a su destino. Por otro lado, debido al carácter indudablemente ilegal del ataque perpetrado contra la flotilla mientras se encontraba en aguas internacional, los pasajeros estaban en todo su derecho de oponer resistencia, a condición de hacer [los pasajeros] un uso «uso proporcionado de la fuerza», como efectivamente fue el caso.

En segundo lugar, permitir el paso de la Flotilla no representaba, en términos de seguridad, ningún problema para Israel. La Flotilla no traía armas para la Resistencia palestina sino únicamente ayuda para la población. Es cierto que Israel ha impuesto un embargo que, según los términos del relator de la ONU, constituye un «castigo colectivo». Pero, incluso en el marco de ese castigo impuesto a los 1,5 millones de personas que viven en la franja de Gaza, 10 000 toneladas de mercancías no representan nada (menos de 7 kilogramos por persona, o sea nada que permita a nadie reconstruir su casa y alimentar a su familia). Además, en otras ocasiones Israel ha dejado pasar convoyes terrestres de Free Gaza e incluso un convoy marítimo, y esta misma semana se comprometió a distribuir la ayuda que llevaba el carguero Rachel Corrie.

El objetivo israelí, como ya señalé desde el primer día en estas mismas columnas, era «destruir la credibilidad de Turquía» en momentos en que ese país ha comenzado un acercamiento hacia Siria e Irán –para decirlo con más precisión, lograr la caída del gobierno del primer ministro turco Erdogan– y «proclamar el liderazgo del movimiento sionista demostrando que Tel Aviv toma decisiones y Washington no tiene más remedio que aceptarlas» [4].

Las respectivas estrategias

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Conferencia de prensa del ministro turco de Relaciones Exteriores, Ahmet Davutoglu, al término de la reunión del Consejo de Seguridad.

Ankara estimuló el envío de este noveno convoy del colectivo Free Gaza como vía para demostrar la ilegalidad del bloqueo.
Durante su conferencia de prensa en Nueva York, el ministro turco de Relaciones Exteriores, Ahmet Davutoglu, indicó que su gobierno había establecido múltiples contactos previos con su homólogo israelí para informarlo sobre el convoy y solicitarle que éste pudiese transitar hasta su destino. Por lo que se sabe hasta ahora, Ankara había previsto tres posibles escenarios:
- 1. Israel deja pasar el convoy y la población de Gaza lo recibe por todo lo alto. En ese caso, Turquía demuestra que –contrariamente a la mayoría de los gobiernos árabes– Ankara es independiente y no se pliega a la voluntad de Tel Aviv.
- 2. Israel desvía el convoy y lo obliga a atracar en Ashdod/Isdud. En ese caso, las donaciones y los militantes humanitarios llegan a Gaza por vía terrestre y también son recibidos por todo lo alto. Tel Aviv mantiene la frente alta y el beneficio político es un poco menor para Ankara.
- 3. Israel sabotea la Flotilla o la aborda. En ese caso, Ankara internacionaliza el incidente y aprovecha la ocasión para cuestionar la continuación del bloqueo. Políticamente hablando, es el escenario más productivo.

El gobierno israelí creyó que tenía otra opción: demostrarle al Estado Mayor turco que si el gobierno civil trata de socorrer a los palestinos, Tel Aviv puede responder exacerbando la agitación entre los separatistas kurdos, y demostrar una vez más que, gracias al respaldo de Estados Unidos, Israel está por encima del derecho internacional. En pocas palabras, el gobierno de Netanyahu creyó que podía llevar a los militares turcos a realizar su quinto golpe de Estado. Partiendo de esa premisa, el dúo Netanyahu-Barak organizó un ataque de mercenarios kurdos contra la base naval de Iskenderun, en el sur de Turquía.

Dicho ataque tuvo lugar el 31 de mayo, poco después de las 0 horas. Los atacantes dispararon varios cohetes en el momento en que se producía el cambio de guardia, dejando un saldo de 7 soldados muertos [5].
Por otro lado, el gobierno israelí se aseguró de que contaría con la correspondiente cobertura de Washington [6].

Como señalara el líder libio Muamar El Khadaffi [7], es inconcebible que las fuerzas israelíes hayan emprendido una operación pirata en aguas del Mediterráneo sin informar por adelantado a la IV Flota estadounidense, fuerza cuya misión consiste precisamente en combatir la piratería y el terrorismo en esa zona y con la que los israelíes trabajan habitualmente.

La idea era apoderarse de la ayuda material y enviarla a Gaza como muestra de buena fe así como arrestar a los militantes y acusarlos de estar vinculados al «yihadismo», para así desacreditar al gobierno demócrata-musulmán del AKP. El abordaje podía tener lugar de noche en alta mar o de día en aguas palestinas. El gobierno israelí prefirió la primera solución para que los cerca de 60 periodistas que viajaban con la Flotilla de Free Gaza no pudieran comentar el asalto en vivo y en directo a través de las televisoras que transmiten vía satélite. La orden de proceder al asalto contra la Flotilla fue dada al término del ataque contra la base naval de Iskenderun.

Washington aportó efectivamente a Israel su acostumbrada cobertura ya que Estados Unidos, al igual que Francia, se esforzó por impedir que el Consejo de Seguridad de la ONU tomara una decisión de carácter vinculante. Al cabo de una interminable sesión, el Consejo de Seguridad acabó por parir una miserable declaración presidencial [8]. El texto contiene una letanía de piadosos votos por la liberación de los prisioneros, la ayuda humanitaria a la población de la franja de Gaza y la creación de un Estado palestino.

Entre bastidores, el Consejo de Seguridad de la ONU estaba dividido sobre una cuestión jurídica en particular, que abordaremos detalladamente más adelante. El Consejo se declaró incapaz de clarificar los hechos. Pero, en vez de de crear una comisión investigadora, se limitó a pedir «que se proceda [eventualmente por parte de Israel] a una investigación rápida, imparcial, creíble y transparente, en el respeto de las normas internacionales».

Por su parte, el Consejo de Derechos Humanos de la ONU creó una misión encargada de aclarar los hechos, pero la competencia de ese órgano es limitada [9]. En todo caso, Israel se ríe de las misiones del Consejo de Derechos Humanos, al igual que se rió de la misión de Desmond Tutu sobre los crímenes cometidos en Jenin y de la misión de Richard Goldstone sobre los bombardeos contra Gaza.

La confusión territorial

Aunque las agencias de prensa hablaron de 16 muertos, el saldo real de la agresión parece ser de 9 fallecidos, a no ser que alguno de los heridos graves muera como consecuencia de sus heridas. Según la televisión pública turca, los comandos israelíes tenían una lista de personas que debían eliminar, pero la resistencia de los pasajeros impidió que actuaran conforme a lo previsto y sólo fue alcanzado el poeta Raed Salah. En el momento de dar la orden de asalto, el gobierno de Netanyahu probablemente sabía que el Mavi Marmara había sido inscrito en las islas Comores. Los comandos israelíes creían por lo tanto que iban a cometer su acto de violencia en territorio de las islas Comores.

Pero los organizadores de la Flotilla, al contar con el apoyo de las autoridades turcas, habían izado la bandera turca, no la de las Comores. Además, también habían desplegado una enorme bandera turca sobre un costado del barco. Según la jurisprudencia de la Corte Permanente de Justicia de La Haya [10], el barco no se considera por lo tanto territorio de las islas Comores sino territorio turco. Incluso ya había cambiado de nacionalidad cuando se unió al resto de la Flotilla y fue precisamente por esa razón que la Republica de Chipre le negó la entrada a su puerto.

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