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jueves, 20 de mayo de 2010

Irán sigue en la mira

Miguel Marín Bosch

El pasado fin de semana los dirigentes de Brasil y Turquía concluyeron un acuerdo con Irán sobre su combustible nuclear. Irán se comprometió a enviar a Turquía en el próximo mes mil 200 kilos de uranio poco enriquecido a cambio de recibir en menos de un año 200 kilos de uranio enriquecido a un 20 por ciento que utilizaría en un reactor de investigación. Teherán tiene una semana para informar al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) en Viena del acuerdo y éste deberá entonces pronunciarse sobre el mismo y, en su caso, hacer los arreglos para la entrega del uranio enriquecido.

Para los negociadores, el acuerdo es una muestra de que es posible encontrar soluciones negociadas a los problemas internacionales. El presidente brasileño, Luiz Inacio Lula da Silva, lo calificó como una victoria de la diplomacia. Según los dirigentes de Brasilia y Ankara el acuerdo evitará la imposición de nuevas sanciones a Irán que Estados Unidos y algunos de sus aliados han venido elaborando en el marco del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

En cambio, en Washington, Londres y París el acuerdo ha sido recibido con escepticismo. Estados Unidos y Francia ya han anunciado que pronto someterán al Consejo de Seguridad una propuesta para imponer a Irán una cuarta serie de sanciones. Dicen que Teherán no ha cumplido sus obligaciones con el OIEA como parte en el Tratado sobre la no Proliferación de las Armas Nucleares (TNP) ni tampoco ha acatado las resoluciones del Consejo de Seguridad.

Los críticos del acuerdo agregan que la cantidad de uranio que Irán se comprometió a traspasar a Turquía es sólo una parte del que ha venido enriqueciendo por su cuenta y en abierto desafío a lo exigido por el Consejo de Seguridad.

Lo curioso del acuerdo logrado en Teherán es que se inscribe dentro de lo propuesto en octubre del año pasado por Estados Unidos, sus aliados, la ONU y el OIEA. Pero hay algunas diferencias con esa propuesta original estadunidense. Primero, las cantidades de uranio que Teherán enviará fuera del país son muy inferiores a los niveles sugeridos por Washington. Y, segundo, Irán se reserva el derecho de exigir la devolución inmediata e incondicional de ese material si considera que no se está cumpliendo el acuerdo.

La administración del presidente Obama se encuentra en una posición muy incómoda. Por un lado, ha venido preparando una nueva serie de sanciones en contra de Irán y ha trabajado mucho para lograr que China y Rusia no se opongan a una nueva resolución del Consejo de Seguridad de la ONU. Hasta la semana pasada parecía que esa resolución se aprobaría muy pronto. Por el otro, dos miembros no permanentes del consejo de seguridad –Brasil y Turquía– han conseguido lo que Washington propuso pero ya no quiere: darle más oportunidad a la vía diplomática en la búsqueda de una solución a la crisis con Irán.

Lo ocurrido en días recientes en Irán es otro capítulo de un debate que empezó hace más de 60 años El reto nuclear sigue siendo el mismo: ¿cómo lograr un mundo libre de armas nucleares sin perjudicar el desarrollo de la energía nuclear con fines pacíficos? En el último año el debate ha proseguido en varias pistas internacionales.

En abril del año pasado el presidente Barack Obama insistió en la necesidad de lograr un mundo libre de armas nucleares. Pero ese planteamiento se ha visto tergiversado. Entonces se habló de cómo eliminar esas armas de destrucción en masa de los arsenales de Estados Unidos, Rusia, Reino Unido, Francia y China, así como de India, Israel, Pakistán y Corea del Norte. Ahora la atención se centra en aquellos países que no las tienen pero que se sospecha que quisieran tenerlas.

La discusión ya no se centra en cómo reducir los arsenales nucleares existentes sino en la prevención de que otros países o los llamados agentes no estatales (léase grupos terroristas) adquieran esas armas. Ese fue el enfoque que dominó los debates durante la cumbre del Consejo de Seguridad de la ONU en septiembre de 2009. En esa ocasión países como Francia lograron desviar la discusión de su propio arsenal al arsenal inexistente de países como Irán. Luego hubo otra cumbre en Washington sobre seguridad nuclear. Ahí se enfatizaron los peligros de que los materiales nucleares caigan en manos de agentes no estatales.

Durante este mes de mayo se está desarrollando en Nueva York la reunión quinquenal de los estados parte en el TNP. Ahí es donde se debería encaminar el debate sobre la problemática nuclear hacia el verdadero desafío: la eliminación completa de las armas nucleares. ¿Por qué se habla tanto de los peligros potenciales de la proliferación nuclear y tan poco de los peligros reales que entrañan las miles de armas nucleares ya existentes en los arsenales de unos cuantos países?

Como miembros del TNP China, Estados Unidos, Francia, Reino Unido y Rusia están comprometidos a negociar acuerdos de desarme nuclear. ¿Por qué no exigirles que lo hagan? India, Israel y Pakistán no han suscrito el TNP pero, ¿por qué no se les exige que hagan algo en materia de desarme? Corea del Norte se salió del TNP, ensayó un par de artefactos nucleares y se supone que ya cuenta con un pequeño arsenal. ¿Y por qué no se debaten los casos de aquellos países que tienen la tecnología y cuentan con los materiales nucleares para fabricar armas nucleares en unos pocos meses?

He ahí el valor del acuerdo suscrito en Teherán el fin de semana pasado. Ya no será tan fácil acusar a Irán de intransigencia. Brasil y Turquía han logrado algo que otros no pudieron conseguir: un diálogo con los dirigentes iraníes.

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