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domingo, 4 de abril de 2010

La columna de Jalife

Bajo la Lupa

La banca estatal salvó a Brasil de la crisis global

Alfredo Jalife-Rahme
Foto
Lula, durante su estancia en Playa del Carmen, Quintana Roo, en febrero pasado, para participar en la cumbre de mandatarios latinoamericanos
Foto José Carlo González

Antecedentes

El dinero del narcotráfico salvó a la banca anglosajona durante la crisis global (ver Bajo la Lupa, 16/12/09). Un mes más tarde expusimos que los bancos de China y Brasil, primordalmente estatales, habían desplazado a los de Estados Unidos y Gran Bretaña de los primeros sitiales (Bajo la Lupa, 13/1/10).

México no posee una banca estatal propiamente dicha –cuando entregó a cambio de espejitos medievales rotos y espejismos teológicos neoliberales alrededor de 90 por ciento de su banca nacional (hecho insólito en el planeta), en términos de capitalización de mercado–, lo que, a nuestro humilde entender, forma parte consustancial de su perenne crisis financiera desde el gradual desmantelamiento de su sistema bancario y de seguros, promovido por sus cinco recientes presidentes neoliberales, para beneficiar en forma oligopólica a la parasitaria banca anglosajona y española (ésta, como Santander, opera presuntamente como Caballo de Troya de la banca británica).

Calderón pasó estérilmente –menos a nivel muy personal, donde se autoprestó una cantidad millonaria, que ignoramos haya sido liquidada– como director de Banobras, un supuesto banco estatal de desarrollo que no cumple su misión asignada, ante la anuencia cómplice del disfuncional Congreso.

El México neoliberal panista foxiano-calderonista (que más allá del travestismo de las siglas convencionales lineales del hilarante IFE abarca al cordobista Zedillo: un priísta cripto-panista y sepulturero de la banca nacional) representa la antimateria de Brasil: país exitoso a escala global en la etapa notable de Lula, quien lo incrustó al BRIC con otras tres magnas potencias geopolíticas (Rusia, India y China), mientras el México neoliberal-panista-calderonista se descompone aceleradamente en todos los rubros de su existencia y se empecina en ser anexado militarmente por el Comando Norte estadunidense (Bajo la Lupa, 24/3/10).

Hechos

Insistimos con nuestra ya enunciada hipótesis operativa: los magnos países con banca estatal como China y Brasil se salvaron durante la crisis, lo cual acaba de ser admitido a regañadientes por The Economist (31/3/10), revista portavoz del neoliberalismo financierista global, pero por causales y razones diferentes a nuestro planteamiento primigenio.

La revista británica The Economist, con intereses estratégicos obscenos en las entrañas financieras del gigante del sur, se enfoca a la campaña presidencial de Brasil que ha sucumbido de nuevo (sic) con el Estado y se pregunta si se trata de una mera retórica electorera o si el gobierno de Lula aprendió las malas (¡súper-sic!) lecciones del rebote (sic) económico del país.

Se entiende que para el maniqueísmo neoliberal de Gran Bretaña todo aquello que no se ajuste a sus egoístas intereses sea ostentosamente nefasto.

Brasil con su breve recesión de 2009 cayó sobre un trampolín para rebotar en forma asombrosa (se calcula un crecimiento de 6 por ciento para este año). De cara a las elecciones presidenciales de octubre, la nueva (sic) resistencia de Brasil ha revivido la creencia (sic) de sus líderes en el papel económico del Estado (sic).

La sesgada revista neoliberal refiere que en el contexto del 30 aniversario de la fundación del gobernante Partido del Trabajo, su candidata presidencial Dilma Rousseff, en una extensa entrevista que fue convertida en un libro de aniversario, en donde argumentó que durante la crisis, después de la quiebra de Lehman Brothers, fueron las instituciones controladas por el Estado (¡extra súper sic!) como Banco do Brasil, Caixa Econômica Federal y Banco Nacional de Desarrollo (Bndes) quienes previnieron a la economía de naufragar (¡extra súper sic!).

¿De qué se altera, entonces, The Economist? ¿No fue acaso lo mismo que hicieron los bancos centrales de Estados Unidos (la Reserva Federal) y Gran Bretaña (The Bank of England), cuyos bancos privados en plena insolvencia fueron rescatados por los capitales del Estado y los ciudadanos?

Dilma Rousseff explaya que el gobierno de Lula aplicó una clara (¡súper sic!) política gubernamental (sic) para fortalecer (¡extra súper sic!) a Petrobras, en lugar de debilitarlo (¡extra súper sic!).

Petrobras, gigante de la energía controlado por el Estado, es la materia de la antimateria que constituye Pemex y que Calderón busca privatizar en beneficio exclusivo de las trasnacionales anglosajonas y españolas en forma alocada y a contracorriente de la modernidad multipolar mediante su nefaria reforma energética apadrinada por la tripleta entreguista del PRI: Beltrones-Labastida-Gamboa, al unísono de sus asociados Chuchos (hoy calderonistas).

Lula creó Petrosal, una nueva empresa totalmente estatal: una superestructura de gestión por encima de Petrobras (de capital mixto), para amortiguar la captura de los ricos yacimientos en el Atlántico por las depredadoras trasnacionales anglosajonas y españolas (Lula restatiza los hidrocarburos de Brasil, Bajo la Lupa, 6/9/09).

La revista neoliberal resume el pensamiento de Dilma Rousseff, anatema para el lector común británico quien vive de la depredación parasitaria ajena desde el siglo XVIII: el capitalismo de Estado (sic) de Brasil obtuvo éxito (sic) donde fracasó (sic) el sector privado. ¿No fue acaso así?

A The Economist le empieza a perturbar, por afectar los intereses neoliberales de Gran Bretaña, que exista abundante (sic) evidencia (sic) que Lula, quien muchos (sic) esperan permanecerá en el poder detrás el trono si ganase Dilma Rousseff, está convencido que un mayor (sic) papel del Estado en la economía sería benéfico para Brasil cuando ha creado hasta ahora ocho nuevas empresas estatales, en particular, para la investigación de energía (otra vez al revés de Calderón, un despojador de lo ajeno).

Petrobras ha penetrado las entrañas de empresas privadas químicas como Braskem, al tiempo que Electrobras, la empresa eléctrica estatal (sic), será expandida para constituirse en el Petrobras del sector eléctrico (otra vez al revés de Calderón, que desmantela todo sin ton ni son).

Mucho más: Bndes (el anti Banobras de Brasil) ha apuntalado la restatización del gigante del sur, lo que demuestra la trascendencia de una política bancaria nacional (de la que carece el México neoliberal-panista-calderonista).

Conclusión

A nuestro juicio, el esperado ascenso de Dilma Rousseff consolidaría el exitoso legado nacional de Lula –candidato natural al premio Nobel de la Paz– frente al entreguismo del candidato José Serra, del Partido Social Demócrata (un híbrido disforme de centristas y Chuchos brasileños proclive al control financiero anglosajón y a la enajenación de sus pletóricos hidrocarburos), hoy gobernador del poderoso estado de Sao Paulo y quien, por cierto, fue un magnífico ministro de Salud en la etapa claudicante del neoliberal Fernando Henrique Cardoso, pero quien sería un pésimo presidente en la fase del incipiente orden multipolar al no convenir al diseño del nuevo Brasil como admirable potencia emergente.

Cardoso y Serra son instrumentos del caduco orden unipolar anglosajón, mientras Lula y Dilma Rousseff son estadistas, más que estatistas, de la multipolaridad. It is not the same thing!


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