Por Miguel Fernández Martínez *
La
Habana (PL) La televisión, la prensa, los spots publicitarios y la
radio son, sin dudas, los principales caballos de batalla en la carrera
por ganar la presidencia en Estados Unidos entre Barack Obama,
aspirante demócrata a la reelección, y Mitt Romney, candidato de los
republicanos. Sea cual sea el vencedor, quienes disfrutarán la
victoria serán precisamente esos medios de comunicación, protagonistas
de enconadas contiendas en medio de unas elecciones que ya se
convirtieron en las más caras de la historia estadounidense.
Un reciente artículo publicado por el diario The Daily, líder
informativo para tablets y otras plataformas digitales, reveló que en
esta campaña 2012, en un grupo importante de televisoras locales se
espera un incremento del 56 por ciento en las ventas de propaganda,
frente a los dos mil 100 millones de dólares vendidos en los comicios
de 2008, calculándose para este año alrededor de dos mil 800 millones
de dólares en ingresos.
Según The Daily, y tomando como ejemplo
a WKYC, un canal de Gannett.Co, afiliado a NBC en Cleveland, en las
últimas dos semanas republicanos y demócratas depositaron 281 millones
de dólares para transmitir 182 anuncios políticos.
Gannett.Co,
un imperio mediático que está detrás del conocido diario USA Today,
aprovechó la gigantesca cobertura electoral en estados claves como
Colorado, Florida, Iowa, Nevada, New Hampshire, Carolina del Norte,
Ohio, Virginia y Wisconsin.
Otras televisoras que vieron
incrementar sus ingresos en medio de la guerra electoral entre Obama y
Romney son Belo, Gray Television, LIN Media, E.W. Scripps, Meredith
Corp, Media General y Nexstar Broadcasting, por citar algunas,
superando incluso a las grandes cadenas de televisión por cable.
El diseño publicitario y propagandístico de ambas campañas
presidenciales se sustentó fundamentalmente en ataques personales entre
uno y otro candidato, quienes siguen buscando el lado débil de su
contrario para atacar de forma despiadada.
Los estrategas
demócratas atacan constantemente a Romney por sus posturas
conservadoras, los oscuros antecedentes tributarios, el historial como
magnate alejado de los intereses de los menos favorecidos y las
posturas antiinmigrantes.
"Mitt Romney no es la solución. Es el
problema", dice uno de los más difundidos spots publicitarios contra el
aspirante republicano, a quien los demócratas acusan también de
exportar inversiones estadounidenses hacia México, China, India,
Bermudas, Islas Caimán y Suiza, entre otros países, en medio de una
crisis económica que aún hace temblar los cimientos de Wall Street.
Alrededor de 100 millones de dólares han gastado los partidarios de
Obama en anuncios de televisión en los estados claves, buscando crear
una imagen negativa de su oponente, de ellos, casi 20 millones de
dólares en el de Ohio, una plaza fundamental para conseguir la Casa
Blanca.
Por su parte, Romney no saca el dedo de la llaga
económica como tema para desacreditar al presidente, a quien
responsabiliza por el mal manejo de la crisis, el aumento de los gastos
gubernamentales, el déficit y un supuesto desacertado uso de los
programas de asistencia social.
También el exgobernador de
Massachussetts y sus asesores mantienen sus ataques constantes
relacionados con las reducciones presupuestarias de las fuerzas
armadas, y la política de la actual administración dirigida a los
conflictos en el Medio Oriente, en particular Irán y los escenarios de
conflicto en Irak y Afganistán.
Estas elecciones están
marcadas, desde que comenzaron las primarias republicanas, por el
desgaste, el descrédito, y sobre todo, por un distanciamiento evidente
de los principales intereses del elector estadounidense.
Esta
vez, a los demócratas les correspondió esperar pacientemente desde la
barda, mirando cómo una decena de aspirantes republicanos a la
nominación presidencial pujaban por aparentar ser los más
conservadores, racistas y reaccionarios, principalmente en las figuras
de Newt Gingrich y Rick Santorum.
Al final del camino, Mitt
Romney ganó el favor de los delegados a la Convención Nacional
Republicana celebrada en Tampa, a pesar de no lograr convencer del todo
al ala ultraconservadora encabezada por el Tea Party, y su condición
religiosa de mormón tampoco persuadió completamente a acólitos e
indecisos.
Durante las primarias republicanas, Romney también
fue blanco de los despiadados ataques publicitarios de sus oponentes
Gingrich y Santorum, enmarcados fundamentalmente por su pasado al
frente de la compañía Bain Capital, una empresa que le permitió
construir una fortuna a base de despidos masivos de obreros.
Casualmente fue Gingrich, un correligionario del exgobernador de
Massachussetts, quien lanzó un mensaje de campaña contra el favorito
republicano, y dirigido a los cientos de millones de telespectadores
estadounidenses, donde preguntaba: "¿Es realmente el capitalismo la
habilidad de un puñado de ricos de manipular la vida de miles de otras
personas e irse con el dinero?".
En las elecciones
presidenciales de este 6 de noviembre, 156 millones 421 mil 311
votantes registrados elegirán al presidente y al vicepresidente de
Estados Unidos, además de 11 gobernadores, 33 senadores y 435
representantes a la Cámara Baja.
Su única alternativa electiva
ha sido una andanada de improperios, ataques y descalificaciones entre
dos aspirantes que se enfrentan por ganar el mandato de los próximos
cuatro años.
Muy poco han ofrecido Obama y Romney a los
millones de estadounidenses que sueñan por un cambio. Ni el demócrata
cumplió todas sus promesas de campaña en 2008, ni el republicano está
dispuesto a que los ricos ayuden a aliviar las necesidades.
Hay
que esperar hasta el 6 de noviembre, pero lo que no cambiará será el
"establishment", que al final tendrá la última palabra.
*Periodista de la Redacción Norte de Prensa Latina.
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