Por Manuel Robles Sosa
Lima,
19 nov (PL) Los peruanos recuerdan hoy uno de los episodios que
consideran más vergonzoso de la historia política del país, al
cumplirse 12 años de la renuncia por fax y desde Japón, del hasta
entonces presidente Alberto Fujimori. El 19 de noviembre de 2000,
la carta de dimisión de Fujimori llegó a manos del presidente del
Congreso, Valentín Paniagua, quien había asumido el cargo desplazando
al mayoritario oficialismo, en el marco del desmoronamiento del
gobierno iniciado diez años antes.
Fujimori había salido del país días antes, con permiso del parlamento
para participar en Brunei en una cumbre del Foro de Cooperación
Económica Asia- Pacífico (APEC), pero escapó a Japón y desde allí envió
el fax.
El gobierno fujimorista estaba seriamente debilitado
desde la segunda reelección, por un tercer quinquenio, cuestionado con
protestas masivas y severas objeciones constitucionales, cuando el 14
de septiembre fue herido de muerte por un escándalo.
Ese día se
difundió un video en el que el asesor principal de Fujimori, su brazo
derecho y quien manejaba las fuerzas armadas y las de seguridad,
Vladimiro Montesinos, sobornaba a un parlamentario opositor para que se
pase al bando del oficialismo para obtener la mayoría.
Ante el
escándalo, el gobernante anunció el acortamiento de su mandato y al
convocatoria de nuevas elecciones, sin su participación como candidato.
El debilitamiento se acentuó cuando Fujimori se vio obligado a
prescindir de Montesinos, a quien pagó un soborno de 15 millones de
dólares -según se conocería después- para que dejara el cargo y saliera
del país.
Bajo fuerte presión de la oposición, que logró el
control del Congreso, Fujimori optó por el escape y la renuncia a
distancia, rechazada por el parlamento que lo destituyó por incapacidad
moral.
El poder legislativo rechazó la dimisión del gobernante y en cambio lo destituyó por esa causa.
Ante la renuncia de los dos vicepresidentes de la República, asumió la
jefatura del Estado, por sucesión jerárquica, el titular del
parlamento, Valentín Paniagua, quien como mandatario interino convocó a
nuevas elecciones para 2011. Posteriormente Montesinos fue capturado en
Venezuela y entregado a Perú, mientras Japón rechazó durante cinco años
la extradición de Fujimori -por ser ciudadano de ese país- para su
juzgamiento aquí por crímenes de lesa humanidad cometidos en la
represión a los grupos armados y por corrupción.
En 2005 el
prófugo viajó a Chile con el aparente fin de ingresar desde allí a
Perú, contando que una vez en el país tendrían gran apoyo social, pero
las autoridades chilenas lo detuvieron por ingreso ilegal y dos años
más tarde lo extraditaron a Perú para que fuera enjuiciado.
Fujimori cumple una condena de 25 años de cárcel, que corre desde su
detención en Chile, pese a lo cual su hija y heredera política, Keiko,
ocupó el segundo lugar en la elección presidencial ganada por Ollanta
Humala el año pasado.
El exgobernante ha pedido un indulto
humanitario a Humala, quien poco antes del escape de Fujimori encabezó
como oficial del ejército una rebelión simbólica exigiendo su renuncia.
Para ello, alega estar gravemente enfermo, lo que niegan informes
médicos independientes y será verificado por una comisión oficial.
Según organizaciones de derechos humanos y diversas fuerzas políticas y
medios de prensa, el exgobernante no califica para la medida porque su
estado de salud no es grave y porque compromisos internacionales
prohíben indultar a autores de crímenes de lesa humanidad.
El
presidente Ollanta Humala lamentó el pasado fin de semana, durante una
gira europea, que el tema sea materia de "juego político" inadecuado y
dijo que su decisión sobre el indulto estará en función del interés
nacional.
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