Que el poder Ejecutivo de un Estado meta las manos en la elección de un procurador de Derechos Humanos, procedimiento que compete en último término al Organismo Legislativo, puede ser considerado un antojo político que debilita la institucionalidad y los mecanismos democráticos con que cuenta ese Estado.
Carolina Escobar Sarti
Si ese mismo Ejecutivo mete las manos en la elección de una secretaria Presidencial de la Mujer, propuesta que le compete hacer a las organizaciones del movimiento de mujeres de un país, puede interpretarse como una lamentable arbitrariedad del poder. Pero si, además, sumamos la intención de esa misma presidencia de sentar al frente de la sede guatemalteca de una instancia académica regional de larga trayectoria, como lo es la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), ya no cabe duda de que se trata de control e intervencionismo.
Dejo fuera la calidad de las personas colocadas o propuestas por el Ejecutivo para ocupar o no los cargos, porque ese no es el tema de hoy. El tema es que a Guatemala no le ha costado poco hacerse de mecanismos y formas que respalden procesos de corte democrático, como para tirarlos por la borda y elegir a dedo a distintos funcionarios, saltándose los procedimientos existentes y socialmente convenidos. Como está de moda hablar de “vintage” como un equivalente de lo retro, diré que esto sabe a “vintage político” de tiempos dictatoriales.
En el caso Flacso/Guatemala, la voz de alerta fue oportuna y se pudo optar por terceras vías. El hecho es que, con motivo del proceso de sucesión en el cargo de director de la sede, el Consejo Académico había nominado por unanimidad al Dr. Óscar López el último 9 de febrero. El Gobierno de Guatemala dio entonces su aprobación a tal candidatura, vía una carta de la Cancillería, fechada el 19 de marzo. Sin embargo, el 17 de mayo empezó a sonar el nombre de una candidatura alterna, apoyada por el Gobierno, la del Mtro. Carlos Cáceres R. El presidente de la República había girado instrucciones a la Cancillería para que tal candidatura fuera presentada, y el candidato se trasladó a Guatemala desde México el 16 de mayo. Pero como esta candidatura era extemporánea, estaba mal planteada y no cumplía con lo establecido desde 1979 para estos procesos regionales, se frustró al no obtener el apoyo del Consejo Académico.
Lo irreversible fue que el gobierno guatemalteco retiró su apoyo al Dr. López y lo hizo saber en un escrito recibido el 25 de mayo. El Consejo presentó, entonces, la candidatura del Mtro. Edmundo Urrutia, pero esta designación partió de una minoría y se dijo que precisaba de una calidad de “Doctor”, por lo cual fue inviable. Se propuso que fuera el secretario general quien nombrara un delegado, en este caso el secretario general electo, Dr. Adrián Bonilla, quien asumirá el cargo por un año al término de la gestión del Dr. Virgilio Álvarez, el próximo mes de julio. Indudablemente, la injerencia del Gobierno en este asunto fue muy perjudicial, y no solo para Flacso/Guatemala. En otro país, al antojo de otro gobierno, otra sede podría enfrentar una crisis similar. ¿Es que la normativa interna de la Flacso permite estas arbitrariedades?
En mayo del 2014, cuando la Asamblea General de Flacso se reúna de nuevo, se podrá nombrar a un director o directora de manera definitiva, previa propuesta del Consejo Académico, para un período normal de cuatro años. Personalmente, creo que ya es tiempo de una directora en ese lugar, y no solo por aquello de la paridad. Pero esto dará para otro artículo. Frente a esta situación de sucesión del cargo de Dirección, el personal y las y los estudiantes de Flacso se mostraron solidarios con la institución y rechazaron la intervención gubernamental. Esto habla de un ejercicio ciudadano pleno y da cuenta de una indignación más, frente a un continuum de control insostenible y al irrespeto gubernamental hacia una democracia tambaleante, pero posible. Hasta el 2014.
No hay comentarios:
Publicar un comentario