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jueves, 15 de marzo de 2018

Transformación estratégica de Rusia



John Saxe-Fernández

En referencia al abrupto retiro unilateral de Estados Unidos (2001) del Tratado Antibalístico (ABM) y su abrogación el 13 de junio de 2002, el presidente Vladimir Putin expresó en su discurso a la Asamblea Federal de Rusia (AFR) en 2018 que a lo largo de estos años hemos trabajado intensamente en el desarrollo de equipos y armas que nos permiten innovaciones en nuevos modelos estratégicos. Esto es una significativa modificación de la ecuación estratégica nuclear y convencional. El retiro del ABM tuvo efectos catastróficos que no pudo percibir a cabalidad el ultraderechista gobierno republicano de George W. Bush, encerrado en los diseños ideológicos y de regime change, tanto hacia fuera como en el interior del territorio estadunidense del Project for a New American Century (PNAC).

Estados Unidos comenzaba así una era de agresividad estratégica, instigando –vía el llamado terrorismo transformativo– el acceso a la codiciada posición de Afganistán e Irak en Medio Oriente y sus recursos naturales para alentar el cambio que en lo externo significó el abandono radical de dos pilares de la pax americana después de la Segunda Guerra Mundial: a) la capacidad de liderazgo hegemónico que incluía además de aguda proyección de fuerza militar una diplomacia basada en el uso de instrumentos multilaterales como la ONU y b) el de la civilidad estratégica en torno a Rusia, principal potencia junto a Estados Unidos poseedora de armamento nuclear y de misiles intercontinentales. Era una civilidad centrada, como indicó Putin, en la vigencia del ABM de 1972, que permitía aminorar y hacer manejables las riesgosas y desestabilizantes tendencias inherentes a los despliegues antibalísticos.

Pero la codicia por billonarias asignaciones ambicionadas por la poderosa fracción bélico-industrial tanto en materia antibalística como de jugosos contratos y negocios que se derivarían de la Blitzkrieg que los del PNAC (Cheney, Wolfowitz, Rumsfeld et al) contemplaban en pos de los combustibles fósiles de Irak, pesaron a favor de la unilateralidad que acentuó la crisis hegemónica. La Blitzkrieg mutó en resistencia y desgaste.
Los riesgos de una tercera guerra mundial (La Jornada, 22/1/2002) crecieron ante la irracional abrogación del ABM que era sustento de equilibrio estratégico al más alto nivel de destrucción. Eso se dio y formalizó mientras la OTAN, rompiendo convenios con Moscú, se desplegaba hacia el este ex socialista con gran venta de armamentos. Apenas se consumó el finiquito de ABM, se pusieron en marcha las operaciones para la ampliación del sistema nacional antibalístico de Estados Unidos (SNA) en Polonia y otros países cercanos a las fronteras occidentales rusas. Aquello fue un peligro- so delirio y un gran desafío en el contexto de una ilegal guerra de agresión por el crudo de Irak (marzo 2003) equivalente a que Rusia en pos de la Amazonía colocara un sistema similar en Chihuahua y Alberta ¡para proteger al territorio estadunidense de misiles asiáticos!
Ante tal belicosidad y en voz de Yuri Baluyevski, entonces jefe del Estado Mayor de las fuerzas armadas rusas, el Kremlin consideró conveniente y necesario recordar desde las agencias noticiosas que el escudo estadunidense en Europa podría provocar una respuesta con un proyectil balístico intercontinental: el lanzamiento de un proyectil antimisiles desde Polonia podría ser considerado por el sistema autómata de Rusia como un misil balístico, lo que podría provocar un asalto en respuesta (La Jornada, Acoso estratégico 20/12/2007). El sistema autómata, según fuentes públicas, es el despliegue Launch-on-warning (Low) adoptado por ambas potencias: ante todo lanzamiento hostil detectado sigue una respuesta aniquilatoria.
La agencia Tass (http://tass.com/defense/992643) ofrece una descripción breve de los novedosos sistemas estratégicos presentados a la AFR. Al respecto vale insistir que ambas potencias –en control de más de 94 por ciento de los arsenales nucleares –en momento alguno han dejado de contar con capacidad instantánea y automática de respuesta contundente ante un primer ataque. Sin embargo, los nuevos sistemas estratégicos rusos, además de involucrar modificaciones técnico/estratégicas en lo naval, terrestre y aéreo-espacial, también impactan una ecuación mundial de poder a la que se agregan tendencias de creciente conflictividad intercapitalista, por ahora a nivel de virtual guerra comercial, pero también en materia financiera y monetaria de alta volatilidad militar. Sobre la transformación estratégica rusa ver el puntual análisis de Andrei Martynov Las implicaciones de los nuevos sistemas de armas rusas.(unz.com 3/3/18).
Que Trump vincule los aranceles al aluminio y al acero a la seguridad nacional eximiendo a los dos vecinos del TLCAN, apunta a escenarios electorales en 2018, 2020 y de aciaga confrontación bélica. Ante ese riesgo el equilibrio y civilidad estratégica Rusia/Estados Unidos es de importancia mayor.
Facebook: JohnSaxeF

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