CELAG
 Fin de la intercampaña  
 A poco más de tres meses de las elecciones federales de México, que 
tendrán lugar el próximo 1 de julio y en las que se definirá la jefatura
 del Ejecutivo, la composición del Legislativo y gobernadores, el clima 
electoral sigue enrarecido por la violencia que asola el país. 
 Desde septiembre han sido asesinados 25 políticos a nivel municipal y regional
 [1]; nueve de los cuales pertenecían al PRD y otros nueve del PRI, dos 
de Movimiento Ciudadano (MC), dos de Morena, uno del PAN, uno de PT, uno
 de Nuevo Alianza (NA) y otro del Partido de los Pobres de Guerrero. 
Esta cifra, que supera en número a los políticos asesinados en 2015, se 
enmarca en un 2018 que -hasta la fecha- alcanza un total de 2.156 
investigaciones abiertas por homicidio, en lo que parece ser uno de los 
años más violentos de los últimos veinte años. 
 Las alarmantes 
cifras de asesinatos y desapariciones conviven con una enrarecida 
normalidad de la prolongada precamapaña electoral, iniciada el 14 de 
diciembre de 2017. La precamapaña es seguida por el período de 
intercampaña, que va del 12 de febrero al 29 de marzo. Durante este 
período, la propaganda debería limitarse a difundir los principios 
ideológicos de los partidos, sin embargo, este tipo de limitaciones se 
diluyen en las redes sociales y medios digitales, donde la presencia de 
los candidatos es constante -aunque de menor intensidad- razón por la 
cual hasta el 29 de marzo el clima electoral todavía se mueve 
pasmosamente. 
 Es precisamente el escenario de las redes 
sociales el que ha dado lugar a debates sobre la veracidad de la 
información derivada de las candidaturas. En un escenario de alto 
alcance de los bulos que se difunden a través de redes sociales, estos 
medios de comunicación se convierten en una preocupación para los 
políticos. Por ello se han lanzado iniciativas de verificación de la 
información como respuesta al fenómeno de las  fake news,  como 
es el caso de #Verificado2018. La idea es que los electores puedan tener
 canales de información “verificada” y contrastada por el grupo de 
medios que se han unido a la iniciativa [2]. 
 Las candidaturas  
 Como novedad de este proceso electoral, este año se presentan también 
candidatos independientes que avalaron su candidatura por medio de la 
recolección de al menos 866.593 firmas de ciudadanos, equivalentes al 1 %
 del censo y repartidas entre al menos 17 de los 32 Estados. De los 40 
candidatos que se postularon por esta vía solo Margarita Zavala (ex 
primera dama), el exgobernador de Nuevo León, Jaime Rodríguez Calderón 
“El Bronco” y el exsenador Armando Ríos Piter lograron las firmas 
requeridas para la postulación. Sin embargo, tanto las firmas de “El 
Bronco” como las de Ríos Piter resultaron falsas en su gran mayoría, lo 
que dejaría a Zavala como única candidata independiente de la contienda. 
 La última encuesta sobre las próximas elecciones presidenciales muestra
 un crecimiento de cuatro puntos en la intención de voto por Andrés 
Manuel López Obrador (AMLO), quien pasó de 38 % a 42 % entre febrero y 
marzo. También crecieron en un 2 % las preferencias por José Antonio 
Meade, quien pasaría a ocupar el segundo lugar con el 24 %. Casi 
empatando con Meade se encuentra Ricardo Anaya, con un 23 % de intención
 de voto, cuatro puntos menos que el mes pasado. La candidata 
independiente Margarita Zavala no ha mostrado variaciones en intención 
de voto, manteniéndose en 7 %. Finalmente, “El Bronco”, también 
candidato independiente, aglutina el 2 % de la intención de voto, un 
punto porcentual menos que el pasado mes. 
 Otra encuesta 
realizada por el canal Capital Media, publicada el 12 de marzo, muestra 
la misma tendencia que la anterior en cuanto a la ventaja de AMLO (34 
%). Sin embargo, el segundo puesto en intención de voto es ocupado por 
Anaya (21 %), mientras el candidato oficialista, Antonio Meade, recoge 
sólo el 13 % de la intención de voto. El porcentaje de indecisos fue del
 19 % de la muestra. En cuanto a las tendencias en nivel de rechazo a 
los candidatos, Meade es el más señalado (34 %) al momento de responder 
por quién jamás votaría. En segundo lugar quedó AMLO (17 %), y en el 
tercer puesto Anaya (11 %). Con respecto a la “segunda mejor opción”, 
Anaya se queda en el podio. El 34 % de los encuestados dicen que si no 
pudieran votar por su candidato preferido se decantarían por Anaya, 
mientras que el 16 % se inclinó por López Obrador y el 13 % por 
Margarita Zavala. Meade es la segunda mejor opción para el 9 % de los 
encuestados. 
 De todos modos, estas elecciones están marcadas 
por un gran escepticismo del electorado. Resultados del estudio 
trimestral de GEA – ISA revelan que el 40 % de la población cree que su 
voto es poco importante para definir el rumbo del país, y la mayoría 
duda de la credibilidad de las instituciones, al punto que el 46 % cree 
que habrá fraude en las próximas elecciones. Este estudio muestra la 
misma tendencia en intención de voto que la encuesta de Capital Media, 
aunque con una menor distancia entre el primer y segundo puesto: AMLO 
lidera con 27 %, Anaya se queda en segundo lugar con el 23 % y el 
priísta Meade ocupa el tercer puesto con el 20 %. El porcentaje de 
indecisos, según este estudio, es actualmente del 28 %. 
 Todos 
estos resultados muestran que, a una semana de la inscripción formal de 
las candidaturas y el inicio de las campañas electorales, la ventaja de 
AMLO sobre sus rivales se ha incrementado y ganaría la Presidencia de 
México si las elecciones fueran hoy. También señalan que el candidato de
 la coalición PAN-PRD-MC se ha visto afectado por las recientes 
denuncias sobre lavado de dinero, y que estos puntos perdidos habrían 
sido capitalizados por AMLO. 
 Todas las armas: ¿lawfare como estrategia del PRI?
 Ricardo Anaya está hoy en medio de una embestida judicial que podría 
quitarlo de la carrera presidencial o tornarlo un candidato débil. La 
Procuraduría General de la República lo ha acusado de presunto lavado de
 dinero con la compra y venta de un inmueble en Querétaro años atrás. 
Según la PGR, Anaya habría creado en 2009 una Fundación “fantasma” que 
utilizó para encubrir negocios inmobiliarios que dejaron importantes 
ganancias a empresarios cercanos al panismo queretano, a los directivos 
de esa misma Fundación, y al propio candidato. 
 Anaya, por su 
parte, niega todas estas acusaciones y sostiene que quien está detrás de
 la denuncia realizada por la PGR es el PRI, que busca desprestigiarlo 
de cara a los próximos comicios. Lamentó que la Procuraduría se hubiera 
prestado a la “guerra sucia” que el partido de gobierno ha desatado 
sobre él. Independientemente de la contundencia de la causa, lo cierto 
es que la PGR ha actuado oportuna y selectivamente: el candidato 
oficialista disputa votos con Anaya y tiene en su haber como funcionario
 la responsabilidad política sobre más de un caso de corrupción
 [3]. Sin embargo, el accionar de la Procuraduría ha acabado por hacer 
lo que el PRI necesita para despejarle el camino electoral a Meade, que 
parece no poder aglutinar suficientes apoyos del electorado todavía.   
 El escenario  
 La candidatura de Meade (PRI) ha arrastrado el enorme desgaste del 
Gobierno Peña Nieto. El perfil tecnócrata del candidato priísta no ha 
sido funcional para refundar en el imaginario colectivo a un PRI 
deslegitimado no solo por la corrupción, sino también por el actual 
contexto de violencia imparable que vive el país. 
 Por ello la 
estrategia del PRI se centra en destruir al contrincante, más allá de 
posicionar al candidato propio. De momento, su foco principal es Ricardo
 Anaya. En su contra están usando todos los recursos (mediáticos y 
jurídicos) a su alcance para deslegitimar la candidatura del panista, a 
través de una estrategia jurídica de enjuiciamiento, buscan sacarlo de 
la carrera presidencial. 
 Pero el objetivo es doble y no solo se
 centra en el candidato Anaya. Quieren dejar crecer a AMLO, sin generar 
ataques en su contra ni mayores críticas. La intención es que la 
elección sea lo más polarizada posible entre Meade y AMLO. Éste último 
tiene que crecer lo suficiente como para ser el único blanco de una 
campaña sucia que comenzará unas semanas antes de los comicios. La 
estrategia, previsiblemente, estará centrada en instalar sus vínculos 
con el progresismo, particularmente mediante la agitación del “fantasma”
 de Venezuela [4]. Con esto la derecha intentará posicionarse como la opción más potable ante la opinión pública. 
 A partir del 29 de marzo comienza un período de alta intensidad en la 
campaña electoral. Si bien es pronto para tener una clara definición del
 escenario, es cierto que estamos ante un contexto poco común en la 
historia política del país, con un voto de opinión mayoritariamente 
decantado por la opción progresista. Solo el avance de la campaña 
servirá para definir si el fenómeno del progresismo llegará –en un 
momento contracíclico desde la perspectiva regional– a México, tal y 
como parece estar sucediendo en Colombia con Gustavo Petro. 
Notas:
[3]  http://www.proceso.com.
[4]  http://www.proceso.com.mx/
 Camila Vollenweider y Ava Gómez son investigadoras del Centro Estratégico Latinoamericano de Geopolítica (CELAG) 
 

 
 
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