La
 crisis política que atraviesa el Perú está lejos de terminar. La 
renuncia (obligada) de Pedro Pablo Kuczynski (PPK) no basta para amainar
 las consecuencias del caso Lava Jato y en general la corrupción 
público-privada que carcome el aparato estatal peruano de cabo a rabo, y
 que al son de la implosión de la familia Fujimori se hace día a día más
 evidente.
Sin embargo, con la toma de mando del 
vicepresidente Martín Vizcarra se ha producido una pequeña tregua y la 
VIII Cumbre de las Américas que se organizaba sin mucha propaganda hasta
 que PPK des-invitó a Nicolás Maduro en febrero, y que parecía pender de
 un hilo los días previos a la segunda moción de vacancia presidencial, 
se ha reafirmado y finalmente se realizará los días 13 y 14 de abril 
próximos.
Es que en medio de la crisis de los audios y 
videos que desnudaron como un ministro y varios otros operadores del 
gobierno de PPK compraban parlamentarios al mejor estilo de la dictadura
 de los noventa, parecía que no habían condiciones para que los 
presidentes de la región, en especial los del Grupo de Lima o de la 
Alianza del Pacífico, pongan su pie en el Perú. En buena cuenta ¿quién 
quiere ir a la fiesta de un vecino cuya casa se ha inundado con aguas 
servidas?
Hasta el propio nombre “Gobernabilidad 
Democrática frente a la Corrupción” que lleva la VIII Cumbre de las 
Américas resulta paradójico cuando el país anfitrión ostenta una 
gobernabilidad que parece estar más bien al servicio del saqueo de los 
recursos públicos. No por gusto todos los presidentes peruanos de los 
últimos 30 años están requeridos por la justicia. O son testigos o 
investigados e incluso detenidos por delitos cometidos desde el poder: 
García, Fujimori, Toledo, Humala y PPK.  
Así, la Cumbre 
de las Américas que quería relanzarse en Lima como “el” espacio de 
integración por parte los gobiernos de la derecha continental comandados
 por el Departamento de Estado norteamericano va a ser impactada. Hasta 
su foco se ha debilitado, porque bajo los nombres pomposos y vacíos de 
gobernabilidad, democracia o participación ciudadana se encubría una 
fuerte ofensiva contra la Comunidad de Estados Latinoamericanos y 
Caribeños (CELAC), contra Venezuela y contra todo lo que se identifique 
como parte del campo nacional popular. Esto ya no será posible, pues el 
escenario político dibujado tras la caída de PPK, es muy propicio para 
una dura crítica que alcanza a los gobiernos de Brasil, Colombia, 
Argentina y Honduras, alfiles de la presencia maciza de la geopolítica 
estadunidense en América Latina.
En este contexto, tanto 
el proyecto económico de los Tratados de Libre Comercio (Alianza del 
Pacífico), como el proyecto político de aplicar por parte de las propias
 cancillerías latinoamericanas la política exterior norteamericana 
(Grupo de Lima), ambos comprendidos en el espacio de las Américas, serán
 más fácilmente cuestionados, y no solo por los gobiernos de izquierda 
que aún quedan, sino por una serie de movimientos sociales del 
continente que se darán cita en Lima desde el 10 hasta el 14 de abril en
 la denominada Cumbre de los Pueblos, espacio alternativo de rechazo y 
diálogo desde el campo social.
Las Cumbres de los Pueblos 
(CP) realizadas en paralelo a diversas citas oficiales de nivel regional
 han sido el mecanismo de los movimientos sociales del continente para 
enfrentar las corrientes neoliberales y antipopulares, especialmente 
desde que se inició el siglo XXI. Pero sobretodo, las CP han cuestionado
 históricamente a la Cumbre de las Américas, usada por el gobierno 
estadunidense para imponer sus políticas en América Latina, de la mano 
de los gobiernos pro Washington de la región.
Las CP han 
sido también el mecanismo más importante para establecer un diálogo en 
igualdad de condiciones con aquellos presidentes dispuestos a 
interactuar con el movimiento social. La expresión más significativa de 
ello, fue la Cumbre de los Pueblos de Mar del Plata, Argentina en el 
2005, cuando se derrotó el proyecto del Área de Libre Comercio de las 
Américas (ALCA), casi el propósito original del nacimiento de las 
Cumbres de las Américas en 1994 en Miami, Estados Unidos.
Asimismo,
 las CP han contribuido a crear nuevos procesos de integración en la 
región como CELAC y UNASUR, que van en direcciones radicalmente opuestas
 a la Cumbre de las Américas.
En esta ocasión, la Cumbre de los 
Pueblos paralela a la VIII Cumbre de las Américas, es convocada y 
organizada por el Comité Nacional Unitario de Lucha (CNUL) que se formó 
al calor del indulto a Fujimori y la vacancia de PPK, y que está 
encabezado por la CGTP e integrado por varias otras organizaciones 
sociales, y algunos partidos de la izquierda peruana.
Para
 inscribirse y conocer el programa de la Cumbre de los Pueblos de Lima, 
que incluye más de cuarenta eventos autogestionarios en diversos locales
 sindicales del centro de Lima (10 de abril de 9am a 6pm), su 
inauguración en el local de la Derrama Magisterial (10 de abril a las 
7pm), la plenaria central en local de la Federación de Construcción 
Civil (11 y 12 de abril), una marcha antiimperialista (12 de abril a las
 4pm), un encuentro de articulación social continental (13 de abril) y 
el Festival Político Cultural en la Universidad Nacional Mayor de San 
Marcos (14 de abril), se puede consultar el siguiente vínculo: https://www.facebook.com/cumbredelospueblos2018/ 
Según
 los organizadores es muy probable que participen de esta Cumbre algunos
 presidentes de izquierda como el cubano Raúl Castro, el boliviano Evo 
Morales y expresidentes como el ecuatoriano Rafael Correa, quienes ya 
habrían confirmado su presencia. Con ello, la segunda semana de abril se
 presenta muy interesante en el Perú. 
    https://www.alainet.org/es/articulo/191886  
 

 
 
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