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viernes, 9 de enero de 2015

Ayotzinapa, referente para modelos de justicia y tolerancia


Simón Vargas Aguilar*

Para Aristóteles, la naturaleza inclina a los hombres a vivir en sociedad (ciudad-Estado). Para un buen funcionamiento de ésta no basta con sumar las buenas voluntades hacia un mismo fin. El filósofo explicó que también se requiere de leyes sensatas y apropiadas, que respeten las diferencias y eduquen a los ciudadanos para la responsabilidad civil dentro de la libertad.

La filosofía aristotélica nos enseñó que el respeto a la diversidad es fundamental para una buena convivencia. La tolerancia es el respeto hacia las ideas, creencias o prácticas cuando son diferentes o contrarias a las propias y a las reglas morales. Es decir, es indispensable para el buen funcionamiento de las naciones y sus relaciones con el resto del mundo.

Hace ya tres meses meses que México sufrió los lamentables acontecimientos en Iguala. Desde entonces la indignación en la sociedad ha ido en aumento, sobre todo después de constatar el grado de infiltración que puede alcanzar el crimen organizado en algunos niveles de autoridad. Mediante la protesta social pacífica, la sociedad reflexiva han manifestado su rechazo, inconformidad, hartazgo e impotencia.

No obstante, hay voces que llaman al enfrentamiento y a la provocación. Éstas aseguran que por medio de la violencia, la confrontación y la represión, o su fachada de implantar el orden, conseguirán sus objetivos. Es lógico y predecible concluir que con estos métodos en nada ayudan a mejorar la actual situación de México.
Estas actitudes buscan distraer del tema principal, que es la localización de los normalistas desaparecidos, la investigación puntual de los hechos y el castigo a los responsables. Aunado a ello, derivado de este caso se ha revelado que la problemática de los desaparecidos en nuestro país es muy profunda y complicada, ya que las decenas de cadáveres en fosas clandestinas encontradas no solamente en Guerrero, sino en el resto del país, tristemente así lo demuestran.

No es momento, entonces, de actuar con intolerancia. Sabemos que buscar la confrontación sólo separa, aísla, desvía, equivoca… es tiempo de estar unidos, ya que estos hechos nos identifican, pues no cabe duda que los buenos mexicanos, que somos mayoría, compartimos el interés de lograr el bien común y acabar con los males que tanto daño le hacen a nuestro país, como la impunidad, la corrupción y la injusticia.

Recientemente, el 16 de noviembre, se celebró el Día Internacional para la Tolerancia. En su mensaje anual sobre este acontecimiento el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, aseguró que la tolerancia es el cimiento más firme de la paz y la reconciliación, y que nunca ha tenido tanta importancia como en esta época, en la que vivimos cambios vertiginosos. Asimismo, llamó a todos a fomentarla, promoviendo la comprensión y el respeto entre todas las culturas, desde los parlamentos a los patios de recreo en las escuelas (http://bit.ly/1r6wBzD).

La tolerancia es algo que debe aprenderse desde la infancia y que tienen que amparar los estados, lo que contribuiría a un mundo más justo, sin violencia y sin discriminación. La Declaración de Principios sobre la Tolerancia, que adoptaron los países miembros de la Unesco el 16 de noviembre de 1995, resalta esos aspectos y afirma, entre otras cosas, que la tolerancia reconoce los derechos humanos universales y la diversidad de los pueblos (http://bit.ly/13oTM2K).

Es entonces en estos tiempos de gran valor para México promover la tolerancia, puesto que si es entendida como respeto y consideración hacia la diferencia, como una disposición a admitir en los demás una manera de ser y de obrar distinta a la propia, o como una actitud de aceptación del legítimo pluralismo, es a todas luces una virtud de enorme importancia, un bien intrínseco que naturalmente todos los mexicanos deberíamos poseer.

Los hombres, dijo Séneca, deben estimarse como hermanos y conciudadanos, porque el hombre es cosa sagrada para el hombre. Su propia naturaleza pide el respeto mutuo, porque ella nos ha constituido parientes al engendrarnos de los mismos elementos y para un mismo fin.

Comprendiendo entonces que existen millones de mexicanos que conocen la importancia de la tolerancia y su utilidad al momento de solucionar conflictos y conseguir la paz, por un mejor México es preciso sembrar este valor en nuestros hijos y nietos, ayudar a construirlo en nuestros amigos, vecinos y compañeros si así no lo hubiera, y la forma más efectiva de conseguirlo es naturalmente con el ejemplo, ya que como decía Albert Einstein, dar ejemplo no es la principal manera de influir sobre los demás; es la única manera.
Toda persona tiene derecho a la libertad de pensamiento, de conciencia y de religión. Artículo 18, Declaración Universal de los Derechos Humanos.

* Analista en temas de seguridad, educación y justicia

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