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domingo, 13 de julio de 2014

La lucha indígena en Costa Rica continúa



Revista Amauta

La violencia inaudita y reiterada de un grupo de terratenientes y finqueros mestizos o blancos, si es que se les quiere llamar así, en contra de los bribris (una de las etnias o pueblos originarios más importantes dentro del actual territorio de Costa Rica) que habitan en la reserva de Salitre, en el cantón de Buenos Aires, provincia de Puntarenas, es un acto incalificable que merece todo nuestro repudio, al igual que la incapacidad y la indolencia(cuando no, incluso complicidad) de las autoridades policiales y el Poder Ejecutivo en general para garantizar siquiera un mínimo de seguridad para los descendientes de los primeros pobladores de esta parte del mundo, por no decir la también reiterada negligencia de sus funcionarios para ponerle fin a este viejo problema, haciendo respetar el convenio 169 de la OIT sobre derechos de los pueblos originarios del continente, a quienes se aplica la denominación genérica de indios, lo mismo que los contenidos de la ley 6172 que establece el carácter inalienable de los territorios de las reservas indígenas en Costa Rica.

La quema de ranchos, la violencia física directa contra los campesinos bribris, a quienes se les ha obligado a huir por los bosques y áreas vecinas, lo mismo que otras acciones intimidatorias ejecutadas, por parte de una serie de gentes que llevan ya varias décadas intentando apoderarse de unas tierras que por ley no les pertenecen, constituyen el mejor ejemplo de la hipocresía y el dualismo de una Costa Rica imaginaria que trata de ocultar su racismo vallecentralino, detrás del pura vida, del aquí somos muy felices y no pasa nada, sólo que ahora se les cayó la careta y sus agentes in situ, terratenientes y finqueros locales(sikuas en lengua bribri) junto con alguna transnacional instalada en esa región terminaron por quitarse la careta y mostrar su rostro genocida y totalitario.

El manejo cauteloso y hasta timorato del tema, por parte de algunos medios de comunicación social, grandes diarios y noticieros de televisión, quienes tardaron en publicar y en referirse siquiera a los graves hechos ocurridos en Salitre, durante el viernes y el sábado anterior, no es otra cosa que la demostración de la complicidad existente entre quienes conforman toda una red de poder e intereses bastardos que nada tienen que ver con las formas de actuar propias de una sociedad y un país en verdad democráticos. No sería nada extraño que los terratenientes de Buenos Aires y sus amigos del Valle Central, muy conectados con la esferas del poder político y económico, hayan combinado la política del palo y la zanahoria para evitar que los medios de comunicación social de más alcance los pusieran en evidencia, sobre todo ahora que los triunfos de la Sele en Brasil, algo que nos alegra a todos, posibilitarían la conformación de una excelente cortina de humo para tapar todos los males que aquejan a este pueblo costarricense tan olvidadizo y a esta tierra que habitamos todos, dicho de otra manera a la Costa Rica real y no a la del ya inocultable racismo y etnocentrismo cultural vallecentralino.

En un vivo contraste con lo anterior, a aquellos medios de comunicación que han tratado de informar de manera honesta y abierta sobre el tema, tales como el diario digital Nuestro País, se les califica de salirse de lo políticamente correcto para hacer lo que algunos voceros del vallecentralismo o del gamonalismo regional violento y usurpador llaman periodismo barato y populismo de la peor especie, cuando en realidad constituye la mejor expresión de un periodismo sano. Al semanario Universidad, en la persona de su director Mauricio Herrera y otros periodistas compañeros suyos se les impide, mediante la violencia el acceso a lugar donde han venido ocurriendo estos hechos tan graves, habiendo tenido que refugiarse donde algunos amigos para escapar a las amenazas de linchamiento, proferidas por los usurpadores de unas tierras que no les pertenecen en modo alguno. Por su parte El semanario The Tico Times, cuya edición impresa desafortunadamente dejó de circular hace dos años, formuló con claridad desde el primer momento una denuncia valiente, bajo el título de “Farmers invading Costa Rica indigenous reserve chase out families, burn crops” y un texto a continuación que aclara que: “while most of the nation was celebrating Costa Rica’s long run in the world cup Saturday a large group of farmers in the country’s southeastern indigenous territory of Salitre were taking arms” lo que pone de manifiesto la gravedad de los hechos que estaban ocurriendo.

Extraña, muy extraña resulta la paradoja de un país entero que ahora celebra los éxitos de su selección de futbol en el campeonato mundial de Brasil que todavía se está celebrando, al mismo tiempo que envía una selección de deportistas de las diferentes reservas indígenas(suponemos que incluyendo a la de Salitre) a Brasil para tomar parte en un campeonato continental de jóvenes de los pueblos originarios de Abyayala, unos muchachos(as) que con toda la buena fe hablan de poner en alto una patria tan violenta para con la identidad étnica y cultural de sus mayores, hoy todavía fieles guardianes de la memoria de la nación bribri, cabécar, gnäbe o terebé-terraba en cada caso y mucho más antiguas que los actuales estados-nación del istmo centroamericano. ¿ Sería bueno preguntarnos y respondernos todos reflexionando acerca de qué clase de país y sociedad somos? o quizás, más bien ¿ En qué nos hemos convertido, a pesar de las apariencias que las elites del poder pretender guardar a toda costa? Es probable que el buen sibú o sibö de los bribris o cabécares podría iluminarnos en la búsqueda que nos conduzca por fin, algún día, a reconocer y respetar a nuestros prójimos y hermanos.

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