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domingo, 3 de julio de 2011

Las campañas positivas de los brasileños

Rubén Aguilar Valenzuela (*)

MEXICO - Las campañas negras o negativas, que de manera inapropiada se han dado en llamar "guerra sucia", marcaron la elección presidencial del 2006 en México. Esa fue la estrategia elegida, sin mayores variantes, por los asesores de los candidatos Felipe Calderón, Andrés Manuel López Obrador y Roberto Madrazo. A quien mejor le resultó fue al ahora Presidente Calderón, pero también le dio buenos frutos a López Obrador. Las campañas negativas se impusieron en Estados Unidos y la de México no hizo más que continuar los patrones establecidos por los despachos estadounidenses y la de sus seguidores a nivel mundial. En 2009, la contienda entre Barack Obama y John McCaine marca un quiebre en el dominio de la estrategia negativa. Los asesores ya no apostaron de manera total a este enfoque, aunque en términos porcentuales fue dominante más en el caso de McCaine que de Obama.

El brasileño Joao Santana, experto en campañas, fue quien asesoró a Lula da Silva en su cuarto intento por hacerse de la presidencia de la República en octubre de 2002. En esa ocasión decidió que la imagen del líder sindical asociado al discurso radical y agresivo centrado en el reclamo y acusación, que lo había llevado en tres ocasiones a la derrota, debería quedar atrás.

La estrategia de Santana, seguida a la letra por Lula, fue la de abandonar toda propuesta que pudiera ser percibida como radical por el electorado y también evitar e incluso rehuir toda confrontación con los otros contrincantes. La estrategia se conoció entonces como de "paz y amor". Su éxito fue notable y Lula, después de 12 años de candidato y tres intentos frustrados, por fin se hizo de la presidencia de la República.

El presidente Lula decidió, ya en el poder, "exportar" su modelo e intervenir de manera decidida en las campañas electorales de otros países de América Latina. El propio Santana, enviado por el presidente del Brasil, fue el asesor de la campaña de Mauricio Funes, el candidato del Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN). La estrategia fue la misma que la de Lula en 2002: ninguna propuesta radical, fuera el tono agresivo, nunca confrontarse con el adversario y sólo hacer propuestas de cómo se cambiaría el país. El FMLN, con un candidato externo del partido y una estrategia de campaña positiva, se hizo de la victoria en 2009 después de 17 años de fracasos.

La Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que había ganado todas las elecciones desde la firma de la paz en 1992, lanzó como candidato a Rodrigo Ávila. La estrategia elegida fue la campaña negra. El asesor, enviado por el presidente Calderón, que como Lula decidió participar en el proceso, fue Antonio Sola, que había intervenido en la campaña del panista en 2006. La estrategia falló entre otras cosas porque Funes, que no había participado en el FMLN, resultaba inmune a las críticas negativas que se hacían al partido que antes había sido una guerrilla.

En la reciente elección presidencial de Perú fueron dos asesores brasileños, Luis Favre y Valdemir Garreta, miembros del Partido de los Trabajadores (PT), enviados por el gobierno brasileño y coordinados por Santana, quienes condujeron la campaña del candidato Ollanta Humala. Su tarea no era fácil ya que éste no sólo tenía fama bien ganada de ultranacionalista sino que era un ex militar golpista que se asociaba con Hugo Chávez, el presidente venezolano. Sus posiciones y actitud agresiva lo habían hecho perder la elección presidencial del 2006.

Los asesores del PT se trasladaron a Lima, desde enero del 2011, para asesorar al ex militar. Ellos aplicaron la misma estrategia que había diseñado Santana. Así, Humala ganó la primera vuelta y seguramente triunfará en la segunda. Los "enviados" brasileños se han convertido en expertos para "suavizar" la imagen de figuras identificadas con posiciones ultra nacionalistas como Humala o de izquierda como Funes y el propio Lula. El abandono de las campañas negativas, correrse al centro y la prudencia de los discursos les ha dado muy buenos resultados.

Los expertos del PT ante el éxito de la gestión de Lula han añadido como un elemento central de la estrategia positiva, para quitar miedos y resistencias de los empresarios, plantear que de ganar el candidato por ellos asesorados, como Funes o Humala, se distanciarían de Chávez, cosa que ha sucedido, e implementarían el mismo proyecto que Lula, lo que ha ocurrido a medias. Aseguran también que de ganar se incrementarían las inversiones brasileñas en ese país.

El éxito de las campañas positivas es evidente y la estrategia tiende a consolidarse. Detrás está que la gran mayoría del electorado no acepta discursos radicales y posiciones ideológicas y también que ya está harto de las descalificaciones, propias de las campañas negras, recurso común entre los políticos. En México, los partidos y sus posibles candidatos presidenciales no parecen haberse dado cuenta que para la contienda del 2012 las campañas negras ya no son rentables.

(*) Columnista de ContraPunto

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