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jueves, 19 de marzo de 2020

¿El coronavirus acabó con el capitalismo o sólo abrió tal posibilidad?



“Que el capitalismo encuentre límites que no puede franquear no significa en modo alguno el fin de la dominación política y social de la burguesía, menos aún su muerte, pero abre la perspectiva de que arrastre a la humanidad a la barbarie. El reto está en que quienes son explotados por la burguesía o no están atados a ella encuentran los medios para separarse de su mortífero recorrido”.
François Chesnais

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Quizás como nunca antes se habla de la necesidad de un comportamiento solidario en el mundo ante el devastador coronavirus y la urgencia de neutralizarlo. Pero el capitalismo propugna otros pensamientos como el egoísmo, la mezquindad, el individualismo, ¿Entonces?
Como ejemplo de cuanto afirmamos se constata en todos los discursos de funcionarios gubernamentales y todas aquellas personas con opiniones sostenidas, en una red social leímos desde el periódico “El espectador” una nota con el título: “Estamos ante gobiernos débiles enfrentando asuntos complicados”.
Con una bajada: “Jesse B. Bump, profesor de la Escuela de Salud Pública de la U. de Harvard, dice que la pandemia nos va a recordar la importancia de la solidaridad. Las epidemias no se pueden derrotar a nivel individual. Tienen que ser un esfuerzo colectivo”.
La solidaridad social es un hábito que se adquiere por medio de la educación y su práctica. Allí está entonces la educación cooperativa escolar y universitaria que muchas veces encuentra reticencia en ámbitos de decisores políticos educativos que traban  su efectiva incorporación en el sistema educativo. ¡Que contradicción!
Sin embargo, nosotros nos preguntamos: ¿El coronavirus acabó con el capitalismo o sólo abrió tal posibilidad? La pandemia del coronavirus y del dengue es un alerta al mundo de la furia del neoliberalismo ante su bancarrota, pues es éste el promotor de estas enfermedades a través de sus experimentos en el campo de las contiendas comerciales biológicas  y de la crisis farmacéutica no controlada.
Esta situación dramática expone con toda claridad la injusticia social: deficiencias estructurales sanitarias, la pobreza, la marginación y al mismo tiempo la opulencia de sectores privilegiados, sistemas democráticos corrompidos.
Como nunca también estamos en una disyuntiva de hierro con respecto al pago de la deuda externa. Si se paga no habrá posibilidad de mejora social y económica.
Todos estos elementos nos orientan a concluir que el modo de organización capitalista es incompatible con la vida misma, puesto que de cualquier manera la propagación de este virus es de responsabilidad absoluta del modo capitalista y nada nos asegura que superado esta emergencia o paliado como es el caso del dengue, se presente otro virus.
Todos estos elementos en análisis es en realidad un recordatorio que el capitalismo ya entró en su fase de descomposición irreversible, sin embargo, la subjetividad, la conciencia, sobre esta bancarrota del capitalismo no está, aun.
Sin dudas que el pensamiento arraigado profundamente en la personas constituye el mayor escollo para comprender que el capitalismo, como sistema socio-económico de la humanidad está agotado.
De eso, precisamente nos habla la profesora Amparo Merino de Diego en su artículo “¿Crisis económica o agotamiento de un modelo de pensamiento?” en el Portal “Economistas sin fronteras”:
“De hecho, si nos distanciamos un poco de nuestros pensamientos automatizados, no es difícil ver la actual crisis como expresión de los conflictos que se producen dentro de una gran burbuja, cuya dimensión va más allá de la especulación financiera o inmobiliaria. Dicho de otro modo: si nos imagináramos a nosotros mismos observando esa burbuja desde fuera, podríamos ver que la crisis actual es una consecuencia natural de la evolución histórica que han seguido el pensamiento económico y el modelo capitalista de producción y consumo”.
“…Esto confirma las teóricas ventajas de la forma de pensamiento que hay detrás de estos beneficios y, por tanto, se unen más y más seguidores convencidos de sus bondades. Y, si la duración de esa burbuja se prolonga durante siglos, esto dificulta siquiera la posibilidad de imaginar otras formas de pensar y de funcionar sustancialmente diferentes”. (Nosotros resaltamos)
“…Un nuevo modelo de pensamiento que pone a la economía como un instrumento para alcanzar una vida buena, plena y con sentido; y a la finitud de la Naturaleza como su límite físico fundamental”.
Entonces, la virulencia dañina y arrasadora del impacto de la aparición en escena mundial del coronavirus en medio de una espectacular guerra económica, como les gusta decir a ciertos personeros del poder militar “son daños colaterales”, sólo que esta vez evidencia, para quien quiera verlo, el agotamiento del capitalismo por traspasar sus límites esenciales, cual es que ya dio todo de sí, y está imposibilitado de reciclarse, es decir, ya no queda nada que dar para el presente y futuro de la humanidad , sólo más de lo mismo, desigualdad creciente, y por tanto, se autodestruye.
El capitalismo ha creado su propio demonio y su verdugo: El coronavirus.
¡En la fraternidad, un abrazo cooperativo!  

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