American Curios
David Brooks
Danica Roem (a la izquierda) es la primera congresista estatal transgénero en Estados Unidos. El pasado 7 de noviembre ganó en Virginia a un republicano que ha declarado abiertamente contra la homosexualidad. En la imagen la acompaña la actriz y cantante Demi Lovato en una entrega de premios en Los Ángeles, California, hace unos días Foto Ap
Frente al cada vez más obsceno y peligroso panorama político en este país, se escuchan respuestas que están pasando del simple no a Trump y su agenda, a algo que podría generar un cambio progresista en este país.
Las más recientes elecciones estatales y locales en varios puntos del país realizadas el 7 de noviembre fueron lo que algunos esperan, desean, rezan... que sea un primer aviso de lo que podría ser una ola de repudio y hasta de cambio progresista por la vía de las urnas en las elecciones intermedias (legislativas federales y varias gubernaturas) en 2018 y mediante nuevos, o renovados, movimientos sociales descentralizados pero aliados.
No sólo arrasaron los demócratas al tumbar a republicanos en estados como Virginia, Pennsylvania, Nueva Jersey y otros, sino que muchos de los ganadores electorales no sólo eran demócratas sino progresistas, y en muchos casos estas victorias tenían un tinte de venganza divina.
Por ejemplo, Lee Carter, un marine veterano de la guerra de Irak, quien se identificó como un socialista democrático, derrotó a un republicano para tomar su puesto en la cámara baja de Virginia, quien festejó esa noche invitando a que todos cantaran el himno de lucha sindical Solidaridad para siempre.
También ganó un escaño en esa misma cámara Danica Roem, derrotando a un republicano que había promovido medidas antitransgénero y que se había declarado el principal antihomosexual en el estado; ella ahora es la primera legisladora estatal transgénero en el país. Elizabeth Guzman y Hala Ayala se convirtieron en las primeras latinas en ser legisladoras estatales en la historia de Virginia.
En Hoboken, Nueva Jersey, el nuevo alcalde es Ravinder Bhalla, abogado sikh, quien declaró: soy todo lo que Trump odia: un hombre moreno con un turbante, y un estadunidense orgulloso con el conocimiento para frenar su asalto sobre los valores de nuestro país. En Helena, Montana, el progresista Wilmot Collins no sólo es el primer afroestadunidense en ser alcalde en la historia del estado, sino que es un refugiado de Liberia que le ganó al alcalde republicano opuesto al ingreso de refugiados a este país.
En Filadelfia fue electo tal vez el fiscal de distrito más radical del país, Larry Krasner, abogado de derechos civiles, feroz crítico de la encarcelación masiva en este país y quien ha representando a activistas de Black Lives Matter y del movimiento Ocupa Wall Street. En la contienda para comisionado del condado de Atlantic, en Nueva Jersey, Ashley Bennett derrotó al republicano en ese puesto; ella decidió retarlo en las urnas después de que él se burló de las participantes de la masiva Marcha de las Mujeres en Washington el día después de que Trump llegó a la Casa Blanca, preguntando por Facebook si ellas regresarían a tiempo a sus casas para cocinar las cenas.
Braxton Winston, quien ganó un escaño en el concejo de la ciudad de Charlotte, Carolina del Norte, es un activista cuya imagen se volvió viral: su puño en alto frente a un batallón de la policía antimotines antes de ser arrestado en una manifestación contra la muerte de un afroestadunidense por manos policiacas. En Albuquerque, Nuevo México, el próximo alcalde será el progresista Tim Keller, quien sustituye al saliente republicano conservador.
Los triunfos progresistas fueron notables, ya que ofrecían más pruebas de un creciente sector dentro del Partido Demócrata fuera de la cúpula centrista. Organizaciones electorales como el Working Families Party y los Democratic Socialists of America (DSA) junto con la creciente diáspora del movimiento de apoyo del socialista democrático Bernie Sanders (aún el político nacional más popular en las encuestas), Our Revolution y nuevas redes como Indivisible, fueron claves para generar estos triunfos.
Pero también fue resultado de nuevas alianzas entre agrupaciones sociales, sobre todo organizaciones de inmigrantes que impulsaron a candidatos que se enfrentaron directamente contra las políticas xenofóbicas de republicanos proTrump y otras de defensa de derechos civiles como Black Lives Matter, junto con organizaciones de defensa de los derechos de las mujeres y los ambientalistas.
Lo que ocurrió en las elecciones de noviembre con cientos de candidatos locales y estatales progresistas es el inicio de una ola (...) un repudio masivo a Donald Trump, comentó Joe Dinkin, del Working Families Party. Expertos independientes, como el influyente Cook Political Report indican que las encuestas, por ahora, indican que se está vislumbrando una ola política en favor de los demócratas en 2018, implicando que podrían retomar el control de una, e incluso de ambas cámaras del Congreso.
La amplia gama de resistencia activa contra Trump está mostrando su potencial para pasar más allá de ser sólo oposición a la agenda populista y a la vez plutocrática de derecha e impulsar una agenda progresista tanto ante las urnas como en el ámbito social, donde algunos afirman está creciendo un movimiento de muchos movimientos, variado y descentralizado, como lo describe LA Kaufman en The Guardian. Argumenta que además de organizaciones progresistas establecidas que han visto crecer su membresía (el caso de Working Families y DSA), han florecido un número impresionante de agrupaciones de base locales –pero a la vez sumándose a redes nacionales como Indivisible– que en su conjunto son seis veces más grande que el Tea Party (corriente de derecha más influyente dentro del Partido Republicano).
Y no todo se manifiesta o tiene un fin en el ámbito electoral, con estos movimientos –inmigrantes, indígenas, veteranos militares antiguerra, defensores de libertades y derechos civiles, ambientalistas, deportistas profesionales, artistas, estudiantes, organizaciones de trabajadores y sindicatos– luchando en varios frentes, pero con cada vez más solidaridad entre ellos, lo cual los vuelve muy peligrosos para los guardianes del poder.
El no que definió la resistencia inicial a la toma del poder por Trump y sus aliados ahora está buscando inventar, invitar, a un sí.
No hay comentarios:
Publicar un comentario