Verbosidad y hechos panistas
Eduardo Ibarra Aguirre
De oratoria triunfalista y verbosidad excluyente estuvo saturada la 21 Asamblea Nacional Ordinaria del Partido Acción Nacional. Sólo que los hechos, tercos como son, colocaron simultáneamente a los oradores en su justo lugar.
El primer panista del país, como ya es costumbre y previsiblemente se agudizará todavía más, perdió piso y sacó la intolerancia que lo aprisiona hasta en las filas de su hogar político, al exigir “demos la espalda a quienes pretenden dividirnos”, en alusión a Manuel Espino Barrientos, quien fue recibido con cartelones que decían: “Yo ya estoy cansado de perder, ¿y tú?”, pregunta que se formuló a la luz de los resultados electorales de Mérida, de Yucatán y la formidable derrota en las intermedias de 2009.
Allí mismo, el autor de Volver a empezar le contestó ante los medios a Felipe (del Sagrado Corazón) de Jesús Calderón Hinojosa que quiere “un Consejo Nacional panista comprometido con México, y no un consejo alineado a liderazgos, así sea el presidente de México”.
Vicente Fox Quesada y Martha María Sahagún Jiménez fueron los grandes ausentes del 21 cónclave panista que reunió a 10 mil delegados en Santa Fe, la zona más exclusiva del Distrito Federal, además del secuestrado Diego Fernández de Cevallos Ramos. Ausencia de la autodenominada pareja presidencial que sirvió para resaltar las palabras del sonorense formado en Durango y que huyó a Ciudad Juárez, Chihuahua, por pendientes con la justicia local, condición que repitió en la ahora ciudad más insegura de la aldea, gracias al fracasado modelo maquilador.
El proyecto del abogado y economista para las elecciones de 2012 y su partido que, a diferencia de otros, “ha sabido enfrentar grandes desafíos y sacar al país adelante a pesar de la adversidad”, quiere reducir a la militancia a propagandistas gubernamentales “casa por casa, puerta por puerta”. Visión no sólo contradictoria sino excluyente porque contempla un “basta de ser un partido en constante acoso… basta de ser ciudadanos acosados”. El caso es para los que tienen como instrumento de trabajo el diván, sobre todo después de compararse con Barack Hussein Obama durante la visita de Estado que realizó a Washington y que utilizó para lucimiento personal.
En un salón del Centro Bancomer comenzó la jornada de optimismo desbordado y respaldada en la verbosidad. Obdulio Ávila Mayo dio la bienvenida a los asambleístas “a la próxima ciudad azul del país: la ciudad de México”.
Con el auditorio predispuesto a los pronósticos facilones, José Cesar Nava Vázquez –prominente protagonista de Camisas azules, manos negras-- hizo el propio: para el 4 de julio el PAN estará festejando por partida doble los triunfos electorales y el regreso al camino de la victoria.
Mas los hechos, tercos como son, le dieron la mayoría en el Consejo Nacional a su jefe y socio, sólo que no absoluta. Entraron todos los cuates de Calderón Hinojosa que forman parte del grupo gobernante: Patricia Flores Elizondo, Maximiliano Cortázar Lara, peleado con la poderosa funcionaria, el más que gris Gerardo Ruiz Estrada… Pero Santiago Creel Miranda quedó en tercer lugar entre los 150 consejeros más votados, de un total de 300, y eso no alegró al primer círculo del poder, mismo que logró cerrar la puerta de acceso a Javier Corral Ayala.
El chihuahuense y respetado panista lo explicó así: “Ellos quieren incondicionales”. Y los 10 mil delegados, a la hora de tomar la protesta a los elegidos de la lista de Los Pinos y la de otras corrientes blanquiazules, brillaban por su ausencia.
Acuse de recibo
Angélica Méndez Zamora concluyó su ciclo vital a los 48 años de edad, el 20 del mes en curso. Durante dos décadas sembró en cientos, acaso miles de niños, conocimientos, valores y hábitos con una dedicación y amor que contrastaban --con frecuencia en grado extremo-- con los raquíticos recursos que las autoridades educativas mexiquenses ponían a su alcance o que de plano terminaban en los domicilios particulares de las directoras, lo cual la obligaba a comprar materiales de su modesto salario. Su formación profesional como sicóloga de la Universidad Nacional le permitió sacar adelante a niños con discapacidades de diverso tipo y trabajar rodeada del reconocimiento y apoyo de padres de familia de barrios populares de Nezahualcóyotl y Tlalnepantla. Motor de una numerosa familia de la que era la penúltima integrante por su fecha de nacimiento, no escatimó tiempo, aun a costa del descanso y la salud, para el permanente tendido de puentes para mantenerla unida, cohesionada, haciéndose cargo incluso de la formación de no pocos sobrinos. La familia, particularmente su hijo Diego Alberto, era el epicentro de su fortaleza que contrastaba con su aparente fragilidad física. Rendía culto a la amistad y departía con su generación de la secundaria y también de la universidad que la llenaban de entusiasmo. Generosa y alegre, este escribidor también fue destinatario de sus siembras, las que gustosamente cultivaré para que fructifiquen. ¡Hasta siempre!
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