Política de Trump, cuello de botella
▲ En Matamoros, Tamaulipas, centenares de familias migrantes duermen en
tapetes mientras esperan turno para solicitar asilo en Estados Unidos.
Tijuana, BC., Los cameruneses que comparten 10 colchones
en el suelo en el tercer piso de un departamento que está encima de una
peluquería van a pie todas las mañanas hasta el cruce fronterizo más
transitado entre México y Estados Unidos con la esperanza ese sea su día
de suerte y los llamen para que hacer el trámite de solicitud de asilo
en Estados Unidos.
Voy por si se abre algún hueco, dice Rashidou Hdzekasaah, de 35 años, que lleva dos meses esperando en Tijuana y todavía tiene seis mil nombres delante del suyo.
Cameruneses que escapan a las atrocidades de su país hicieron que la
cifra de demandantes de asilo y que se radicaron en Tijuana rebase los
10 mil el domingo. Hace tres meses había 4 mil 800 nombres.
A la llegada de nuevos migrantes se suman los centroamericanos que
Estados Unidos devuelve a México para que esperen aquí por citas
subsecuentes para lidiar con sus casos.
Cifras del gobierno mexicano y las investigaciones de la Associated
Press indican que al menos 40 mil migrantes han llegado a la frontera y
están en listas de espera, el primer paso de un largo proceso para ser
escuchados por los tribunales de inmigración estadunidense después de
ser devueltos a México. La cifra representa un gran aumento respecto a
principios del año. No está claro cuántos ingresaron ilegalmente a
Estados Unidos, se quedaron en México o regresaron a América Central.
Las largas esperas ponen a prueba la paciencia de algunos migrantes que
buscan asilo y de los residentes de las ciudades fronterizas.
Más de 100 cameruneses bloquearon el camino de las camionetas del
servicio de migración el mes pasado, exigiendo mayor transparencia en el
proceso para determinar quiénes son aceptados en la lista de espera
para pedir asilo. La protesta surgió después de varios días en los que
Estados Unidos no aceptó solicitudes. Ahora están llamando a personas
que llevan tres meses y medio en Tijuana y es previsible que la espera
sea más larga en el futuro.
Convertir a México en una gigantesca sala de espera es la medida más
osada que ha tomado el gobierno de Donald Trump en respuesta al aumento
de personas que piden protección humanitaria, muchas de ellas familias
centroamericanas. La iniciativa es parte de un programa más amplio para
frenar la inmigración, tema de un encendido debate político que se
intensificó tras el descubrimiento de una diatriba contra los migrantes
asociada con el individuo acusado de la matanza de 22 personas en El
Paso, Texas.
Cuando el presidente estadunidense Donald Trump amenazó con imponer
aranceles a las exportaciones mexicanas, México aceptó en junio
participar en una nueva política estadunidense por la cual las personas
que piden asilo deben esperar en México que sus casos sean procesados.
La cantidad de gente que fue enviada de vuelta a la frontera mexicana
casi se duplicó el mes siguiente, llegando a 19 mil 911 el 11 de junio,
según los últimos datos del gobierno mexicano.
Muchos extranjeros no han logrado completar siquiera el primer paso
en el proceso de solicitud de asilo. Las colas comenzaron a alargarse el
año pasado, cuando el gobierno de Trump limitó la cantidad de casos que
considera cada día y dejó que organismos del gobierno mexicano,
voluntarios, agrupaciones sin fines de lucro y los propios migrantes
decidiesen cómo se distribuyen esas pocas plazas. Las autoridades
estadunidenses dijeron que fijaron cupos porque es imposible procesar a
todo el mundo al mismo tiempo.
La Ap contó unos 19 mil nombres en las listas de cuatro urbes
fronterizas que visitó a fines de julio. Los arreglos improvisados para
decidir quiénes son recibidos varían en cada ciudad.
La lista de espera de Ciudad Juárez (del otro lado de El Paso,
Texas), tenía 4 mil 500 personas a principios de mayo y llegó a 5 mil
600. Las autoridades estadunidenses, que procesan entre 20 y 30 pedidos
de asilo diarios, estuvieron seis días sin aceptar ninguno en julio.
Nuevo Laredo (Laredo, Texas) tenía mil 800 nombres y Matamoros
(Brownsville, Texas) mil 500. Había menos de mil en San Luis Río
Colorado (Yuma, Arizona), Reynosa (McAllen, Texas) y Piedras Negras
(Eagle Pass, Texas), según activistas y administradores de albergues.
La lista de espera de Tijuana aumentó tanto en buena medida porque
están llegando numerosos cameruneses que quieren pedir asilo. Muchos
dicen que sus aldeas fueron quemadas por soldados, que disparan
indiscriminadamente y torturan a todo presunto opositor.
Beltran Ngi, de 33 años, va al cruce fronterizo para escuchar los
nombres que llaman de la lista de espera usando un megáfono a las 8 de
la mañana, por más de que tenga ocho mil nombres delante del suyo.
Le despiertan sospechas las personas que son recibidas sin que se haya llamado su nombre, pero sólo le queda esperar.
Foto Ap
Ap
Periódico La Jornada
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