Guatemala
Como se planteó después de la primera vuelta electoral del 16 de junio,
el resultado principal de la contienda fue la consolidación de un
bloque conservador y pro impunidad, dentro del cual se ubican los dos
partidos que pasaron al balotaje. 1
El primero, el partido Vamos, de orientación conservadora y vinculada
con los principales poderes que han mantenido capturado y cooptado el
Estado. El segundo, la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE),
articulador de un conjunto de grupos con pretensiones de ampliar su
cooptación del aparato estatal.
En dirección a l segunda vuelta
electoral, se preveía la tendencia a que partidos como FCN-Nación
(partido oficial), Creo, Humanista, Viva, Valor, Todos, Unionista, entre
otros, se articularan en torno a la candidatura de Vamos. De hecho,
juntos lograban acumular alrededor del 38% de votación presidencial en
la primera vuelta. Esto permitía afirmar que el voto de tales partidos
“[…] aun cuando no es necesariamente endosable, está constituido en
buena medida por un electorado principalmente urbano, cuyo imaginario
sobre la UNE y Sandra Torres hace que tendencialmente sea más favorable a
la propuesta del partido Vamos.”2
Contrariamente, l a ventaja lograda por la candidatura de Sandra Torres
tendía a difuminarse hacia la elección del 11 de agosto, tal y como
finalmente sucedió.
En el balotaje Sandra Torres logra apenas
un cuarto de millón de votos más en comparación con la primera vuelta,
mientras Giammattei logró aumentar su apoyo en más de un millón de
votantes, con lo cual aventajó en más de medio millón a su conteniente.
El candidato triunfador obtuvo cerca de 1 millón 907 mil votos, para un
57.95% de los votos válidos, favorecido principalmente en centros
urbanos.
¿Pero cuáles fueron los factores determinantes para la elección del próximo presidente del país?
Sin duda alguna, un elemento importante que incidió en el resultado
electoral fue el voto anti Sandra Torres. Este anti voto se constituyó a
partir de una matriz de opinión que la ubicó, calificó o descalificó
como una candidata: a) apoyada por el narcotráfico, para lo cual se
argumentó el reparto de dinero en efectivo que su partido realizó en las
áreas rurales principalmente; b) socialista, mote que deviene del
supuesto carácter socialdemócrata de su partido y de su tendencia al
impulso de ayudas condicionadas a los sectores empobrecidos, lo cual
implicaría –al mismo tiempo– que su gobierno replicar el modelo de Hugo
Chávez y Nicolás Maduro en Venezuela; c) autoritaria, pues se suponía
como alguien con don de mando que buscaría mantenerse en el poder por
muchos años; d) perseguida por la justicia, siendo la investigación y
acusación judicial sobre financiamiento ilícito de su campaña durante
las elecciones de 2015. A lo anterior agréguese los discursos misóginos,
las acusaciones de haber sido guerrillera, etc. Una matriz de opinión
que, fundamentada o no, basada en hechos, prejuicios e ignorancias, fue
diseminada a través de los medios de comunicación masiva y las redes
sociales, produciendo el efecto pretendido: su derrota electoral.
Pero el voto anti Sandra Torres no fue lo único que incidió.
Finalmente, los principales poderes económicos, políticos, militares,
mediáticos y, también, algunos mafiosos, tal y como lo han hecho en
anteriores elecciones, se articularon hábilmente en torno a la
candidatura de Giammattei con el propósito de garantizar la continuidad
del statu quo –que no estaba en riesgo- y el control de ámbitos
estatales para sus negocios lícitos e ilícitos. Así, por ejemplo, se
observó que los principales grupos corporativos y capitales
históricamente dominantes, con todos su aparatos y recursos, apostaron
principalmente a la candidatura de Giammattei; buena parte de los
partidos políticos que eran proclives a esta candidatura finalmente se
articularon a su estrategia de campaña; las principales articulaciones
de militares (de alta y en situación de retiro) vieron en esta fuerza
reflejadas sus visiones e intereses; las principales redes de medios de
comunicación se alinearon en torno a la propuesta más conservadora;
mientras las iglesias y sectas pentecostales y neo-pentecostales
impulsaron un voto disciplinado hacia esta opción de extrema derecha.
En una sociedad profundamente conservadora, que se expresa en discursos
y prácticas homofóbicas, se supuso que el señalamiento sobre la
tendencia homosexual del candidato triunfador haría mella de sus
intenciones presidenciales. Aun cuando esto pudo haber incidido en un
porcentaje de ciudadanía que decidió no acudir a las urnas, lo cierto es
que este factor incidió finalmente poco, lo cual se explica en un
conservadurismo de doble racero, en especial cuando se trata de defender
intereses económicos o evitar que una supuesta propuesta alternativa de
sociedad pueda posicionarse en espacios de poder y atentar contra su
imaginario del deber ser social. A contracorriente de este señalamiento
contra Giammattei, desde su campaña supieron mover los miedos, la
desinformación y la ignorancia hegemónica, mientras que la campaña de
Torres (a la que afectó la misoginia), aun con su corrimiento hacia el
conservadurismo tradicional, no logró mermar la matriz de opinión en su
contra que venía gestándose desde 2008 cuando ella fue primera dama de
la nación en el gobierno del partido de la UNE.
Así las cosas,
más allá del resultado electoral, lo previsible es que el país
continuará por derroteros donde los intereses empresariales, militares,
político rentistas, conservadores y mafiosos seguirán imponiéndose por
sobre el interés público y común. Así, los grupos que mantienen
capturado y cooptado al Estado, que lo hicieron durante los gobiernos de
Otto Pérez Molina y de Jimmy Morales –para ubicarnos en el corto
plazo–, continuarán siendo predominantes en el gobierno de Giammattei,
el cual logró el apoyo de solo el 23.41% de los votantes inscritos en el
padrón electoral.
Notas:
1 Sosa, Mario. Seis claves para interpretar las elecciones y el sórdido futuro. Plaza Pública, 27 de junio de 2019. En https://www.plazapublica.com.gt/content/6-claves-para-interpretar-las-elecciones-y-el-sordido-futuro
2 Ibíd.
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