Guatemala
Sí, que bueno que ganó
la peor opción de las dos, qué bueno para el movimiento social porque
esto nos dará la opción de analizar nuestra situación y ver en qué nos
hemos convertido. Como hemos dicho cada vez que pasan las elecciones y
la derecha siempre sale triunfante, que qué bueno que triunfaron porque
eso nos permitirá hacer un auto-análisis y así fortalecernos para el
próximo proceso. Cuántas elecciones van ya y que nos repetimos lo mismo,
pero nunca cambiamos. Lo que ha quedado claro es que, para participar
en política partidista no hemos estado preparados porque, la forma en
que se condujo el movimiento revolucionario ya nos traía divididos y se
ha visto reflejado cada vez que de participación política se trata, no
tenemos la capacidad de consensuar la unidad.
Sí, que bueno que ganó
Giamatei porque eso nos obliga a pensar que el modelo de organización
social, de movimiento social ya claudicó, porque ha estado fundamentado
desde la cooperación internacional que, de alguna manera fue creando una
nueva clase social, la burguesía de izquierda, esa que se ha
considerado la rectora del movimiento social en Guatemala.
Ahora
es tiempo de repensar en un nuevo movimiento social, sin la cooperación
internacional, para ver si tenemos la misma capacidad de aportar a los
cambios que tanto necesita nuestro país, pero no ya desde nuestras
flamantes oficinas desde donde solo respondemos a un proyecto elaborado
para seguir manteniendo una forma de vida, que nos ayuda a resolver los
problemas económicos y que nos permite tener todo el tiempo del mundo
para liderar las distintas luchas emanadas desde esa cómoda posición, y
seguir siendo revolucionario.
Tenemos muy claro que la gente que
seguirá gobernando el país es la misma de toda la vida, que no les
interesa en lo más mínimo resolver las más graves problemáticas
ancestrales que ya se han vuelto inaguantables.
En este proceso
perdimos una gran oportunidad de mostrar una madurez política, aquella
que había empezado a agarrar forma con la Asamblea social y popular
surgida a raíz de la coyuntura del 2015. Eso demuestra que este
movimiento social ya caducó, que no da para más, lo malo es que no
estamos dispuestos a renunciar a la cooperación internacional y a hacer
los máximos esfuerzos porque el financiamiento que se requiere para
seguir sosteniendo las distintas organizaciones de derechos humanos y de
búsqueda de justicia, sean financiadas desde el mismo estado, que es al
que le corresponde esa tarea o, desde el mismo autofinanciamiento para
que tenga más validez y lo traduzcamos en cambios tangibles, que nos
hagan sentirnos satisfechos de cumplir a cabalidad con nuestro deber
revolucionario. Nuestros prejuicios no nos lo permiten, por supuesto, ni
la forma de vida a la que hoy tenemos acceso, buenos salarios, viajes
por distintos países, vehículos, etc.
No cabe duda, necesitamos
reinventar el movimiento social y sus formas de organización, creo que
30 años de venir intentando cambios en el sistema y ver solo mínimos
avances nos tienen que hacer recapacitar y, de una vez por todas,
entrarle a los cambios desde adentro, con la famosa autocrítica que
realmente pueda ser efectiva y llevada a la práctica, que nos duela
porque tiene que dar paso al nacimiento de un nuevo movimiento. Ya hay
pasos que se están dando en ese sentido, todo es cuestión de mostrar
madurez y apostarle a ello. La firma de los Acuerdos de Paz nos “había”
abierto el camino y, como siempre, dejamos ir la oportunidad.
Si,
que bueno que ganaron los de siempre porque, creo que hoy si buscaremos
maneras más efectivas para hacerle frente a este Sistema, que seremos
capaces de reinventarnos, de pensar en nuestras fortalezas más que en
nuestras debilidades, que nuestro “Ser revolucionario” se manifieste de
nuevo, sin importar que estos cambios se tengan que hacer de manera
violenta. Eso espero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario