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lunes, 18 de agosto de 2014

Guatemala y su política de peltre


Al Gobierno le preocupa más utilizar fondos públicos para mejorar su imagen en EE.UU., para recibir más ayuda externa, que para reducir la migración


Que el lector juzgue si esta cadena de hechos tiene coherencia:

(1) El Gobierno de Guatemala pide un trato digno para los migrantes en México y en los albergues en EE.UU. mientras aguardan deportación.  Sin embargo, hace “mutis” cuando el Procurador de Derechos Humanos, Jorge De León, denuncia un secreto a voces: que la Policía Nacional Civil (PNC) asalta y extorsiona en Guatemala a migrantes salvadoreños y hondureños por hasta $100, y a sus paisanos les hace el favor de un descuento y les cobra unos $40.

(2) Luego, el Gobierno de Guatemala impulsa la campaña publicitaria “Quédate” para persuadir a los adolescentes a no emigrar, y a los adultos, a no enviar a sus niños a los Estados Unidos, bajo el guiso de que los coyotes no son fiables, y que les esperan numerosos peligros en el camino.

(3) A la vez, la Vicepresidenta Roxana Baldetti y la Fiscal General Thelma Aldana anuncian que se penalizará a los padres que envían a sus hijos menores de edad, indocumentados, a EE.UU. No obstante, el Gobierno no les ofrece garantías mínimas de seguridad, educación y salud en el país.
Pero eso no es todo.

(4) Pérez Molina y sus homólogos de Honduras y El Salvador “pasan el sombrero” en una reunión con autoridades estadounidenses en Washington, D.C., para reducir la emigración desde Centroamérica.

(5) Luego, Pérez Molina anuncia que se discutirá un plan con el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) para generar condiciones socioeconómicas y de seguridad en Centroamérica que disminuyan la migración. Dice que el plan, a cinco o diez años, requerirá fondos estatales, de iniciativa privada y de “otras instancias”.
Simultáneamente, (6) el Gobierno contrata a la firma Otto Reich Associates, LLC (del ex secretario adjunto de asuntos Hemisféricos de Occidente, de EE.UU.) que cobrará $113 mil dólares, para asesorar a la firma Peck, Madigan, Jones & Stewart, Inc., a la cual se pagará otros $246 mil dólares, para: “mejorar la reputación y la comprensión de la realidad de Guatemala”, “promover el desarrollo de la cooperación en seguridad”, y “ayudar a desarrollar una nueva narrativa para Guatemala” en Washington, según reportes de prensa que citan el contrato. Eso, porque el Embajador de Guatemala en esa ciudad, Julio Ligorría, cree que allí prevalece “la narrativa de la Guatemala de los 80s” y no de 2014.

Es decir, el Gobierno de Guatemala pide a EE.UU. más ayuda externa, y pide la cooperación del BID (que seguramente implica un préstamo), pero entrega víveres en las zonas donde hay más votantes (que puedan reelegir al partido oficial en 2015) y no donde hay más pobres. Además, como guinda en el pastel, desembolsará $359 mil dólares (unos Q2.8 millones) para “mejorar la reputación” del país en EE.UU. Y ese dinero, ¿a cuántos migrantes les permitiría quedarse en el país? Quizá a pocos, pero serían menos guatemaltecos que no tendrían razones para emigrar.

Luego, (7) Pérez Molina acuerda con su homólogo mexicano, Enrique Peña Nieto, “prohibir” que los migrantes suban al tren denominado “La Bestia”, para evitar que corran más peligro en la ruta hacia EE.UU., según la directora de la Comisión Nacional del Migrante de Guatemala, Alejandra Gordillo. Parece que tampoco están enterados que los “garroteros” (los que cuidan la carga en el tren) le permiten a los migrantes subir si les pagan $100 dólares. Quienes no pueden pagar son bajados a empellones (con el riesgo de ser mutilados o morir), según los hallazgos del Procurador De León. Pérez Molina, Gordillo y Peña Nieto también parecen desconocer que hay agentes de migración en México que bajan a los migrantes a golpes si no les dan dinero a cambio de no deportarles. Entonces, ¿a quién le pedirán que impidan a los migrantes abordar el tren? ¿A los “garroteros, o a los agentes de migración que piden mordida?

Desde Guatemala, la política del Gobierno para disminuir la migración se pinta improvisada. Y no hay visos de que suceda algo distinto en el año y medio de administración que resta. Si al Gobierno guatemalteco le preocupa más utilizar fondos públicos para mejorar su imagen en EE.UU., para recibir más ayuda externa, que para dar a los migrantes razones para no emigrar, su política interna y externa es de peltre. Es un cascarón vacío para los guatemaltecos sumidos en la pobreza y la violencia, y para EE.UU., que ya le adivinó el juego—una realidad que ningún lobby ni publicidad gubernamental puede ocultar.


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