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jueves, 6 de diciembre de 2012

Caso Petraeus, ¿el escándalo del año?

Por Roberto García Hernández *
Imagen activaLa Habana (PL) Uno de los hechos más relevantes durante 2012 en Estados Unidos fue el escándalo en torno a la renuncia del director de la Agencia Central de Inteligencia (CIA), David Petraeus, tras conocerse que mantenía una relación extramarital con su biógrafa, Paula Broadwell.
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En este caso salieron a relucir acusaciones de tráfico de influencias y sobornos típicos de la alta política estadounidense.

El escándalo corroboró una vez más que el Buró Federal de Investigaciones (FBI) y el Pentágono tienen autoridad y capacidad tecnológica para vigilar las redes y monitorear las comunicaciones privadas de los ciudadanos estadounidenses, tal y como lo hacen también otras entidades norteamericanas como la Agencia de Seguridad Nacional.

Petraeus, general retirado del Ejército y exjefe de las tropas en Irak y Afganistán, presentó su dimisión el 9 de noviembre ante el jefe de la Casa Blanca, apenas tres días después de las elecciones presidenciales en las que resultó reelecto el presidente Barack Obama, quien ahora se encuentra bajo la mirilla de sus rivales por este asunto.

El momento en que se produce la salida del exgeneral de su cargo fue cuestionado por líderes republicanos en el Congreso, quienes se preguntan por qué el tema no salió a colación antes de los comicios, y temen que el partido en el poder haya escondido el asunto para no verse afectado en las urnas.

Un breve recuento de los principales momentos de este escándalo revela que no son infundados los argumentos de quienes en el legislativo fustigan ahora al jefe de la Oficina Oval por la conducción del asunto, en particular el manejo que hizo el Departamento de Justicia.

El FBI conoció del romance después de monitorear correos electrónicos anónimos que Broadwell envió a Jill Kelley, amiga de Petraeus residente en Tampa, estado de Florida, para exigirle que se alejara de él, y a quien incluso amenazó con hacerla desaparecer si continuaba ese vínculo.

Igualmente el jefe de las tropas norteamericanas en Afganistán, el general John Allen, recibió un email que lo conminaba a cesar sus contactos con Kelley.

El FBI localizó la procedencia de esos correos y llegó hasta Broadwell, en cuya residencia halló una cantidad significativa de documentos confidenciales, cuya posesión comenzó a ser otro aspecto central de la investigación.

Funcionarios federales tratan de determinar si el exgeneral ordenó a sus asistentes que le proporcionaran a Broadwell dicho material sensible.

En varias ocasiones, Petraeus indicó a sus asistentes y a otros altos funcionarios militares que le suministraran a la escritora expedientes militares y otros documentos para su trabajo como biógrafa del exdirector de la agencia de espionaje, de acuerdo con el diario The Washington Post.

Hasta ahora, Petraeus había asegurado al FBI que él no facilitó a Broadwell los documentos confidenciales que le fueron ocupados, y ella ratifica esa aseveración.

Además de la dimisión de Petraeus, la pesquisa afectó la carrera militar en ascenso de Allen, nominado por Obama como candidato a próximo jefe del Comando Supremo Aliado de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) en Europa.

Allen estaba en Washington para declarar ante el Senado como parte de su proceso de confirmación para ese cargo, que constituía un ascenso significativo. Pero el secretario de Defensa, Leon Panetta, anunció el 13 de noviembre que se había iniciado una investigación administrativa sobre la conducta de aquel.

No obstante, dicho general regresó el 21 de noviembre a Kabul y se reincorporó a sus funciones, lo cual para algunos observadores indica que tampoco surgieron evidencias concluyentes sobre sus supuestas "relaciones inapropiadas" con Kelley.

Sobre ella, vale la pena esbozar algunas ideas. De 37 años y madre de tres niños, esta mujer de la alta sociedad de Tampa está casada con Scott Kelley, cirujano especialista en tratamiento del cáncer.

Ambos iniciaron una relación amistosa con Petraeus y Allen durante los períodos respectivos de estos al frente del Comando Central de las fuerzas armadas estadounidenses, con sede en la Base de la Fuerza Aérea de MacDill, en Tampa, a cargo de las operaciones en el Medio Oriente.

Kelley era una especie de representante social sin nombramiento oficial para las relaciones de la base con compañías privadas y otras instituciones de la ciudad y del país, y en ocasiones celebraba fiestas y recepciones en su propia residencia, a las cuales asistían los altos jefes militares.

La pareja al parecer utilizaba estos vínculos a fin de poner en contacto a unos con otros, y algunos medios de prensa señalan que obtenían no pocas ventajas financieras para su fortuna personal.

Pero cuando Kelley dio al FBI la primera señal de alarma, nunca pensó que el proceso investigativo también iba a revelar numerosos correos electrónicos entre ella y ambos generales, así como otros con ejecutivos de grandes compañías.

A partir de ahí surgen evidencias y alegaciones de supuestos sobornos y tráfico de influencias.

Tras un silencio inicial, la figura de Kelley salió a colación en los últimos días de noviembre. Sus representantes legales acusaron al presidente y director ejecutivo de la compañía Trans Gas Development Systems de Nueva York, Adam Victor, de difamar sobre su clienta.

Según los letrados, el 30 de agosto pasado Victor envió a Kelley un email en que señalaba que su compañía buscaba hacer negocios con cuatro grandes firmas surcoreanas: Samsung, Hyundai, GS y GK, en un negocio con posibilidades de superar la cifra de tres mil millones de dólares.

Hubo varios intercambios de correos electrónicos hasta mediados de septiembre, en los cuales ambas partes trataron de negociar la tajada que recibiría Kelley por la ayuda a través de los contactos en las altas esferas y su vínculo directo con el gobierno de Seúl, hasta que la fémina le solicitó al empresario un dos por ciento de la transacción.

De acuerdo con la misma versión, no hubo más contactos por esa vía hasta el 9 de noviembre, cuando el nombre de ella salió a la palestra pública tras la renuncia de Petraeus.

A finales de dicho mes, la envergadura del escándalo provocó que el gobierno de Seúl le retirara a Kelley su condición de Cónsul Honoraria porque hizo un uso inapropiado de su cargo, para facilitar proyectos comerciales en beneficio personal y realizar actividades de tráfico de influencia.

Victor acusaba a Kelley de utilizar su condición de Cónsul Honoraria de Corea del Sur y sus conexiones con Petraeus para lograr esa transacción multimillonaria. Aunque los abogados reconocen las gestiones de su clienta al respecto, niegan que para ello utilizara sus vínculos con el exjefe de la agencia de espionaje.

Según Victor, fue Petraeus quien consiguió que su amiga de Tampa fuera nombrada en dicho cargo diplomático por el gobierno de Seúl.

Los abogados de Kelley presentaron además una solicitud ante el Departamento de Justicia para pedir una investigación por el hecho de que los nombres de su clienta y su esposo se filtraron a los medios de difusión durante las pesquisas del FBI relativas al vínculo entre Petraeus y Broadwell.

Estas filtraciones tienen que venir, al menos en parte, "de fuentes del gobierno, lo cual viola los reglamentos y leyes que protegen a los ciudadanos estadounidenses en casos similares", dijeron los letrados.

La lista de hechos contradice la versión oficial de la administración sobre la ausencia de filtraciones de información secreta en el caso, factor citado como una razón para que el Departamento de Justicia no notificara a la Casa Blanca y el Congreso de forma inmediata sobre el inicio de la investigación.

En el Capitolio las cosas también se complicaron desde mediados de noviembre. Líderes legislativos republicanos enfocaron sus acusaciones contra el secretario de Justicia y fiscal general, Eric Holder, quien conoció a finales de agosto la investigación, pero solo informó al mandatario y a los congresistas después de las presidenciales.

En los últimos días, y al parecer hasta finales de año, el Congreso tiene una agenda apretada, pues antes de salir de vacaciones con motivo de las fiestas navideñas, sus miembros pretenden llegar a un acuerdo en torno al llamado "abismo fiscal", la discusión sobre las tasas impositivas que se impondrán a partir de 2013.

No obstante, siempre quedará tiempo para debatir acerca de este escándalo que involucra a altos funcionarios relacionados con la seguridad nacional de Estados Unidos, y que también pudiera ser una especie de abismo para algunos de sus protagonistas.

*Periodista de la redacción Norteamérica de Prensa Latina.

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