Es curioso cómo funciona la doble moral del ser humano, docenas de periodistas se amontonan para fotografiar a quienes sin esperanza alguna abandonan Honduras, para buscar techo y comida en Estados Unidos, emprendiendo las famosas caravanas de una perenne crisis humanitaria. Pueblos que son objeto de las más turbias inspiraciones políticas de propios y extraños, pues son utilizados para que muchos allá digan que los van a invadir y muchos acá digan que se van por haraganes. O al revés, que unos acá digan que criminales buscan cruzar la frontera y otros allá digan que se van porque son delincuentes que huyen de la ley. Nunca falta el oportunismo de quienes haciéndose llamar periodistas, se les pegan a las caravanas anotando trayectos e inmiscuyéndose en las emociones de los marginados de siempre, para luego exponerlas en revistas y periódicos y recibir las vanaglorias del mundillo mediocre que premia lo ruin por ruin. Lo cierto es que a nadie le importa si viven o si mueren, si desaparecen ni qué será de ellos, si logran llegar a esa tierra tan anhelada donde les dijeron que pueden tener el desarrollo que les niega su país de origen. En una realidad paralela a las caravanas de hondureños y salvadoreños, están las migraciones forzadas de quienes también migran en las mismas condiciones y por las mismas razones pero, sin el foco del periodismo y de los buenos samaritanos que al invisible lo marginan pero si hay luz mediática lo cobijan. Curioso cómo funciona la doble moral del ser humano.