Análisis
En
 los últimos años han sido publicados análisis, notas periodísticas e 
incluso documentos filtrados que dan cuenta de las reuniones, proyectos y
 planes para desestabilizar el proceso de cambio en Venezuela y 
eventualmente derrocar al actual gobierno de Nicolás Maduro: documentos 
del Departamento de Estado (filtrados por Wikileaks)[1]; Operation Freedom II del Comando Sur[2], el Plan Estratégico Venezolano (2013)[3].
 Entre otros actores de peso como la USAID, suele aparecer la OEA como 
institución clave para legitimar las diversas estrategias. No se trata, 
como suele argumentarse para desestimar la veracidad de los documentos y
 planes mencionados, de una conspiración. Por el contrario, se trata del
 modo en que opera una red de intereses y de poder que trasciende (y 
vulnera a) los Estados nacionales, se nutre de la vinculación entre el 
sector público y privado, entre las ONGs y los Organismos 
Internacionales e Instituciones Financieras Internacionales; entre el 
gobierno estadounidense y los think-tanks.
Con respecto al
 rol de la OEA en Venezuela, tomemos el caso de la Heritage Foundation, 
que se encuentra entre los 10 think-tanks con mayor peso en Estados 
Unidos, es una de las principales asesoras de Trump y fue la guía para 
la “revolución de Reagan” a inicios de los ’80[4] -trayectoria que ha llevado a definirla por los mismos estadounidenses como think-tank de derecha[5]-.
 Los intereses de la Heritage tienen un profundo arraigo en la historia 
más oscura de América Latina, pues fue una de las fundaciones que 
participó en el financiamiento de los operativos encubiertos contra el 
Sandinismo en Nicaragua[6],
 a la vez que se ocupó de desprestigiar y deslegitimar a los organismos e
 instituciones estadounidenses que denunciaban la injerencia de su 
gobierno en Centroamérica.[7]
En
 el año 2014, la Heritage publicó un informe en el que enfatizaba las 
“amenazas del socialismo del Siglo XXI”, asegurando que Venezuela era 
cabeza de playa del terrorismo islámico en la región (repitiendo parte 
del libreto que suelen desplegar los militares estadounidenses para 
justificar su presencia en la región)[8].
 Por eso, el informe advertía sobre la imperiosa y urgente necesidad de 
proteger los “derechos humanos” y los “derechos de la oposición 
democrática en Venezuela”. Proponía como objetivo clave que la OEA 
organizara sesiones especiales del comité permanente para debatir sobre 
Venezuela y “hacer valer las libertades garantizadas por la Carta 
Democrática. En caso de que la OEA fallara en este intento, habría que 
trabajar con aliados regionales”[9].
Sumado
 a eso, la Heritage publicó informes que convocaban a que el gobierno 
estadounidense presionara al presidente Maduro para que liberalizara la 
economía Venezolana (abril 2013)[10],
 o que alentaban la Alianza del Pacífico como estrategia para 
contrarrestar al ALBA-TCP, concebido como un acuerdo que solo favorece a
 las “élites populistas”[11].
 Uno de los últimos informes sobre Venezuela (febrero 2017) se titula 
“Venezuela es una bomba de tiempo” y destaca que lo preocupante es que 
la inestabilidad afecte a un país que “está sentado sobre una de las 
reservas más grandes de petróleo a nivel mundial”[12] –no
 es casual entonces que el objetivo más urgente sea liberalizar la 
economía. A la luz de la constante presión que ejercen el gobierno 
estadounidense y la OEA sobre Venezuela, parece que estas sugerencias 
fueron atentamente escuchadas y bien recibidas por el establishment de 
política exterior de Estados Unidos (y celebradas por la derecha 
venezolana).
El asunto es cómo se logra que esta voz 
“experta” llegue a los oídos adecuados, es decir, a personas con mayor 
vinculación a la toma de decisión o influencia en la opinión pública. La
 primera vía es garantizada por el hecho de que la mayoría de los 
think-tanks y fundaciones de peso, albergan en su seno a miembros del 
establishment estadounidense, particularmente a celebrities de 
las relaciones exteriores. Es el caso de Otto Reich, quien fue “Senior 
Research Fellow” de la Heritage mientras se desempeñaba como 
Subsecretario de Asuntos Hemisféricos durante el gobierno de George W. 
Bush. Reich fue uno de los funcionarios estadounidenses con mayor 
implicación en la organización y despliegue de las fuerzas 
contrainsurgentes en América Central en los ’80 (incluida la CONTRA) y 
que también estuvo presente en la gestión del derrocamiento a Zelaya en 
2009[13].
 Además de esta “puerta giratoria” de funcionarios, la Heritage es uno 
de los think-tanks con mayor número de “expertos” que acuden al Congreso
 a dar su opinión.
Pero a eso hay que sumar la incidencia 
en la opinión pública. Una de las voces expertas de la Heritage sobre el
 “Hemisferio Occidental” (la autora de varios de los informes arriba 
enunciados), escribe asiduamente sobre América Latina (particularmente 
sobre Venezuela y Cuba), publicando en diversos medios, generando una 
opinión nefasta sobre estos países[14].
 Esto, en el marco de una vasta presencia de la Heritage en los medios y
 redes sociales, tal como ellos mismos se promocionan: “nuestros 
expertos aparecen diariamente en Fox, CNN, Wall Street Journal, además 
de Facebook y Daily Signal”[15].
En
 virtud de la digna e histórica retirada de Venezuela de la OEA y a 
partir de lo expuesto aquí, vale destacar que lo que hace ilegítimo a 
esa institución interamericana no es solo su trayectoria, sino los 
sectores y grupos que la invocan para hacer valer “la democracia y los 
Derechos Humanos”, valores que la misma OEA (por su vinculación con 
estas otras instituciones y grupos, como la Heritage Foundation), viene 
socavando desde el momento mismo en que fue creada.
Silvina M. Roman
Investigadora CELAG 
 http://www.alainet.org/es/articulo/185225  

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