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miércoles, 3 de octubre de 2012

El Profesor Obama sermonea al mundo musulmán



Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández

El 25 de septiembre, el Presidente Barack Obama, trocado en profesor, pretendió darle lecciones al mundo musulmán y a sus dirigentes durante su discurso anual frente a las Naciones Unidas. El discurso, hermosamente construido, del galardonado con el Premio Nobel de la Paz hubiera sido creíble –y muy bien recibido- si sencillamente hubiera sido sincero. El llamamiento del Presidente a rechazar la violencia, extender la paz entre las naciones haciendo hincapié en la utilización vital de la diplomacia en las relaciones internacionales, así como el respeto del imperio de la ley, el proceso debido y el entendimiento cultural fueron aportaciones notables. Pero, lamentablemente, no resultaban creíbles.

En su discurso, el Presidente amonestó al mundo musulmán subrayando la importante creencia en que los pueblos “deben resolver sus diferencias de forma pacífica” y en que la “diplomacia” debería asumir “el lugar de la guerra”. Encomiables palabras, sí, pero solo si EEUU practicara lo que predica.
En su trascendental trabajo “ A Century of U.S. Interventions ”, basado en los Archivos y en la Biblioteca de los Servicios de Investigación del Congreso, Zoltan Grossman recogía 133 intervenciones militares de EEUU entre 1890 y 2001 por parte del ejército más activo en la historia del mundo. De forma similar, el estudio de William Blum “ A Guide to the World’s Only Superpower ”, cubría 67 intervenciones entre 1945 y 2000 que, según él, habían causado la muerte de entre 13 y 17 millones de personas. En su libro “ The Fall of the U.S. Empire – And Then What ?”, el intelectual europeo Johan Galtung enumeraba 161 incidentes de violencia política clandestina estadounidense entre 1945 y 2001, incluyendo 67 intervenciones militares, 25 bombardeos, 35 asesinatos políticos (o intentos de asesinato), 11 países extranjeros obsequiados con torturas y 23 interferencias en elecciones o procesos políticos en el extranjero.

Y todo eso aconteció antes de los ataques del 11-S.
Desde entonces, el ejército estadounidense ha estado sumamente ocupado invadiendo Iraq en 2003 bajo falsos pretextos y causando cientos de miles de víctimas mientras originaba millones de refugiados. Antes de eso, invadió Afganistán en 2001, provocando decenas de miles de víctimas en la guerra más larga en la historia de EEUU y aún sigue manteniendo más de 70.000 soldados sobre el terreno. EEUU ha estado también emprendiendo guerras abiertas con el mundo entero como teatro de operaciones en la denominada “guerra contra el terror”. Esta guerra interminable permitió que el ejército estadounidense se implicara en operaciones militares no declaradas violando la soberanía de muchos países de Asia y África, incluyendo Pakistán, Yemen, Somalia, Yibuti y numerosos países subsaharianos y del África Occidental. Demasiado para echar mano ahora de la resolución pacífica de los conflictos y del respeto mutuo entre las naciones.

Durante ese período, la administración Bush permitió (y la administración Obama se ha negado a enjuiciarlo) que la CIA violara la soberanía de países aliados, incluso en Europa, autorizando el uso de agujeros negros como prisión, entregas extraordinarias y torturas. En uno de los casos, Italia juzgó y condenó en ausencia a veintitrés agentes de la CIA que violaron su soberanía cuando secuestraron y entregaron a un clérigo egipcio al antiguo régimen de Egipto para que le torturaran. Mientras tanto, Canadá ha lamentado y pedido perdón por su papel en la entrega de uno de sus ciudadanos de ascendencia siria; EEUU –el país que llevó a cabo de hecho la entrega sabiendo que el régimen sirio, que ahora con tanto entusiasmo condena, iba a torturar a esa persona- sigue negándose a reconocer su papel, y menos dispuesto está aún a pedir perdón por las graves violaciones de sus obligaciones respecto a los derechos humanos en virtud de los tratados internacionales.

Además, ningún alto funcionario estadounidense ha asumido nunca responsabilidades por el escándalo de la prisión y las torturas de Abu Ghraib en Iraq, o por los simulacros de ahogamiento y otras “técnicas duras de interrogatorio” (léase: tortura) utilizados contra los prisioneros musulmanes (de los cuales una cifra abrumadora eran transeúntes inocentes según las organizaciones jurídicas y de los derechos humanos) en Guantánamo, Bagram y muchos más lugares.

Por otra parte, el Presidente Obama afirmó en su reprimenda a los dirigentes musulmanes del mundo que debían emular la conducta de las naciones civilizadas que respetan “el imperio de la ley y el proceso debido que garantizan los derechos de todas las personas”. Pero tan noble retórica del Presidente resultaba muy difícil de aceptar puesto que él mismo actuó como fiscal, juez y verdugo cuando ordenó el asesinato de varios ciudadanos estadounidenses, incluyendo a un clérigo de ascendencia yemení y a un editor de una revista de ascendencia pakistaní, mediante el ataque de un avión no tripulado en Yemen. Los pueblos de todo el mundo musulmán se debieron preguntar por qué el imperio de la ley brillaba por su ausencia en estos casos y por qué no se aplicaban los derechos del proceso debido. Incluso dos semanas después de morir, el hijo de 16 años del clérigo, también ciudadano estadounidense con supuestas protecciones constitucionales, y un niño para los niveles internacionales, fue también asesinado en otro ataque diferente de un avión no tripulado. Demasiado para el proceso debido o el respeto a los derechos humanos.

De hecho, desde que Obama fue nombrado Presidente en 2009, docenas de civiles inocentes en Afganistán, Pakistán, Yemen, Somalia y más lugares mueren asesinados cada año. Pero en muy rara ocasión la tan civilizada nación estadounidense ha pedido perdón por matar a inocentes civiles musulmanes porque “Estados Unidos no pide perdón”, como a muchos políticos estadounidenses les encanta repetir.

Además, el loable llamamiento de Obama al mutuo respeto entre las naciones puede haber caído en oídos sordos porque muchos lo consideraron un fraude absoluto. Como se ha señalado antes, EEUU lleva años despreciando la soberanía de Pakistán y Yemen asesinando a muchas personas en su suelo, incluidos ciudadanos estadounidenses, sin respeto alguno por la soberanía nacional de los países anfitriones, que no están en guerra con EEUU. Pero Obama no se habría atrevido a utilizar un ataque con avión no tripulado en el Reino Unido para matar a un clérigo de ascendencia egipcia, detrás del que EEUU llevaba años. En el Reino Unido, EEUU pidió sencillamente a los británicos que le extraditaran para que pudieran juzgarle en suelo estadounidense. Por tanto, el Reino Unido tiene derecho a recibir todas las consideraciones mientras la administración de EEUU solo muestra desdén hacia Yemen o Pakistán.

En su discurso, el Presidente alabó los “consagrados” valores estadounidenses de protecciones constitucionales y libertad de expresión, mientras recordaba a su audiencia mundial que “no se puede arrojar a la cárcel a los ciudadanos a causa de sus creencias”, y que debería permitirse que “se expresaran y se reunieran sin temor”. Después afirmó enérgicamente que en EEUU “nuestra Constitución protege el derecho a practicar la libertad de expresión”.

Pero los musulmanes de todo el mundo se preguntaron dónde estaban esas protecciones de la libertad de expresión cuando se acusó y sentenció a varios musulmanes estadounidenses por llevar a cabo actividades protegidas por la Primera Enmienda, incluido un farmacéutico musulmán estadounidense de ascendencia egipcia en Boston, que fue sentenciado a 17 años de cárcel en 2012 por traducir algunos fragmentos y subir videos en Internet, y a un operador de televisión por cable, de ascendencia pakistaní, que recibió una sentencia de casi seis años de prisión en 2004 por conectar a sus clientes de Nueva York con una canal por satélite de Hizbollah.

En muchos de estos casos, los fiscales del gobierno especularon con que la libertad de expresión de los acusados musulmanes no gozaba de protección porque podría haber conducido a actos violentos, aunque no se presentó prueba alguna que apoyara tal teoría. Esto contrasta con el probado historial del discurso del odio vomitado por numerosos islamófobos estadounidenses, muchos de los cuales fueron ampliamente citados por el extremista antimusulmán Anders Breivik, quien asesinó deliberadamente a sangre fría a 77 personas en Noruega en julio de 2011. En su manifesto de 1.500 páginas, Breivik citaba a muchos estadounidenses que odian a los musulmanes, como Robert Spencer, Daniel Pipes, Pamela Geller, Martin Kramer y otros. Al parecer, le inspiraron para cometer los atroces asesinatos, aunque a ninguno de ellos se les ha responsabilizado de nada, ni siquiera moralmente; tampoco se les ha condenado con posterioridad por su odioso discurso de incitación contra los musulmanes... continua aqui...--->Además, el Presidente Obama afirmó

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