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domingo, 1 de marzo de 2015

Hay un golpe de Estado en curso en Haití y la Minustah es cómplice’



Adital
Por Mario Hernandez
Resumen Latinoamericano

Mario Hernandez: Se cumplieron 5 años del terremoto que costara entre 250.000 y 300.000 vidas y también un nuevo aniversario de la independencia de Haití, primer país independiente de Latinoamérica, en 1804, 6 años antes de nuestro 25 de mayo. Con la característica particular de convertirse en la primer República negra que, entre otras cosas, eliminó la esclavitud. A estas efemérides se suma el hecho coyuntural que el Comité por el retiro de las tropas de Haití, en representación de una serie de organizaciones de nuestro país y latinoamericanas, se hizo presente en la Embajada de Chile con el objetivo de entregar una carta dirigida al Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, que visitó Haití entre los días 23 y 25 de enero y este mes está presidido precisamente por Chile. Esta declaración lleva una serie de firmas, como las de Jubileo Sur, Diálogo 2000 Argentina, Encuentro Sindical Nuestra América, Comité Argentino de Solidaridad por el retiro de las tropas de Haití, el premio Nobel de la paz Adolfo Pérez Esquivel, Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo (Línea Fundadora), Mirta Baravalle de la misma organización, Frente Popular Darío Santillán, etc. Para conversar sobre esta carta al Consejo de Seguridad que aborda varias temáticas que queremos profundizar, hoy hemos invitado a Beverly Keene de Jubileo Sur, Diálogo 2000, miembro también del Comité argentino por el retiro de las tropas de Haití.

Una carta al Consejo de Seguridad que creo es una pintura bastante ajustada de la situación que vive el pueblo haitiano, donde se han producido algunas novedades de la coyuntura política de ese país como ser lo que humildemente he denominado un golpe de Estado, porque el pasado día 13 de enero han caducado las autoridades parlamentarias del Senado y la Cámara de Diputados y el actual presidente Martelly se ha hecho de la suma del poder público estableciendo un gobierno que funcionará por decreto, a través de la designación de un Primer Ministro, Evans Paul, quien reemplazó a Laurent Lamotte y que ha prometido en su asunción convocar a elecciones durante el transcurso del corriente año. Mientras tanto esa situación se produzca, lo cierto es que Michelle Martelly va a gobernar por decreto. ¿Qué nos podés comentar respecto de esta situación?
Beverly Keene: En primer lugar agradecer el espacio para hablar sobre Haití, a veces parece algo muy lejano a nosotros, pero aquí en Argentina tenemos muy presentes las estrategias diversas de intervención de Estados Unidos, Canadá y Francia, los poderes centrales en nuestro mundo hoy, en lo que son las vidas y las decisiones políticas de los pueblos de América Latina. Sin ir más lejos, tenemos el golpe de Estado que se produjo en Paraguay hace unos años atrás, el golpe en Honduras en 2009, y también el golpe de Estado en Haití en 2004, que llevó a la constitución de la Minustah, esta misión que se suponía era para la estabilización de Haití, cuando en realidad lo que se percibió en ese momento y que se ve con mucha más fuerza hoy, es que busca mantener a Haití al servicio de los intereses de Estados Unidos, las empresas y los capitales que ellos representan.

Efectivamente, el golpe de Estado que se está dando en este momento en Haití, por las vías más modernas, no hace falta que los marines estadounidenses ocupen Haití como lo hicieron en 1915 porque se pueden dar el lujo de tercerizar la ocupación militar, como en este caso con las tropas de nuestros países de América Latina, de Argentina, Uruguay, Brasil, Chile, etc., una serie de países que se utilizan no por un decreto del Departamento de Estado de Estados Unidos sino a través del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, al que recientemente el Presidente boliviano bautizó muy correctamente como "Consejo de Inseguridad”. En este caso se lo utiliza para imponer la voluntad de los poderes de siempre. En Haití esto significa en este momento el inicio de un período de gobierno por decreto. Justamente esta visita que se realizó el fin de semana el Consejo de Seguridad, sin duda tiene como objetivo legitimarlo, rodear esta nueva situación de un nuevo Primer Ministro, que puso un gabinete que los medios llaman "de consenso”, buscando legitimar este proceso que no es la voluntad del pueblo haitiano, sino de los poderes que en este momento ocupan Haití a través de las tropas de la Minustah.

Esta es una situación a la que tenemos que prestar mucha atención, en la que estamos involucrados directamente a través de la presencia de tropas argentinas en Haití, por ende, apoyando esta situación, y tenemos que escuchar la voluntad que expresan las voces de las organizaciones sociales y populares haitianas, reconociendo que tanto en Haití como en todos nuestros países hay una gran diversidad de opiniones políticas.

Hay partidos que se llaman y se dicen de la "oposición” que están acordando con Martelly para poner en marcha este nuevo golpe de Estado y hay partidos de la oposición que están en contra de esto y siguen manifestándose día por medio de manera masiva en las calles de Puerto Príncipe y en otras partes del país. También hay otros partidos, organizaciones sociales, movimientos populares en Haití que siguen reclamando lo que es lógico, su soberanía, el derecho del pueblo haitiano de hablar y poder decidir por sí mismo sin la intromisión de Estados Unidos, Francia, Naciones Unidas, la OEA o la Minustah, en sus asuntos internos. Muchas de estas organizaciones con las que tenemos un contacto permanente expresan su preocupación, no solamente por esta pérdida de soberanía sino por lo que está sucediendo por detrás de esto, un proceso de recolonización donde la política de mantener los salarios de Haití como los más bajos de todo el hemisferio, favoreciendo la instalación de la maquila, industrias sobre todo textiles que exportan a Estados Unidos a precios de miseria y favoreciendo la instalación de grandes empresas de exploración petrolera y aurífera.

En estos momentos han llevado una queja formal al Banco Mundial por su apoyo al gobierno de Haití por la posibilidad de reformar la Ley minera para que las empresas mineras ingresen y consoliden su posición sin ninguna posibilidad que el Parlamento las supervise o controle.

También hemos visto en estos últimos meses muchas manifestaciones y protestas de parte de comunidades pesqueras costeras en algunas partes de Haití, que han sido señaladas como sedes de futuras inversiones para el turismo de lujo, oponiéndose a la política de desplazar a las comunidades locales y quitar al pueblo no solamente los medios de su subsistencia sino también cualquier posibilidad de decir algo al respecto.

Hay protestas casi todos los días frente a estos avances en lo que es un proceso de recolonización y saqueo, porque aunque no lleguen a nuestros diarios hay una sociedad muy activa y alerta. Tenemos una situación muy compleja, de la que nos llega poca información, la clave es entender que hay un golpe de Estado en curso en Haití y la Minustah, la Misión de estabilización de las Naciones Unidas, es cómplice de ese golpe.

Las tropas de Argentina, Brasil y otros países no están cumpliendo misiones humanitarias, sino cumpliendo como guardia pretoriana de la verdadera ocupación de Estados Unidos, Canadá y Francia. La situación es de mucha dificultad para un pueblo que es el más empobrecido de nuestra América Latina y el Caribe. Es importante recordar que en su época de colonia francesa fue la más rica de Francia, entonces no es que Haití, como todos los países de América Latina seamos pueblos pobres, hay un proceso concreto de empobrecimiento que el pueblo haitiano sigue sufriendo. No podemos aceptar que esos países extranjeros sigan determinando su destino y menos aceptar tropas de nuestros países ayudando en ese cometido.
Beverly Keene denuncia que hay un golpe de Estado que está siendo ejecutado en Haití con ayuda de la Minustah.


La presencia de la Minustah forma parte de una industria rentable para las Fuerzas Armadas latinoamericanas.
M.H.: Luego vamos a volver sobre la realidad interna de Haití. Has mencionado la presencia de tropas argentinas, y las has denominado como tropas de ocupación, no son las únicas tropas que forman parte de la Minustah, recientemente se ha producido un debate entre el gobierno saliente y entrante en Uruguay, el futuro Canciller Nin, quien fuera vicepresidente de Uruguay habló del inminente retiro de las tropas uruguayas y rápidamente el Canciller Almagro y el Ministro de Defensa, Huidobro, salieron a desautorizar ese punto de vista. Más allá de estas "contradicciones” me gustaría que le expliques a nuestros oyentes cuáles son los fundamentos por los cuales las autoridades argentinas sostienen la presencia de tropas de nuestro país en Haití.
B.K.: En cierto sentido te podría responder que es muy fácil, en septiembre del año pasado le tocó al Congreso Argentino aprobar la salida de las tropas que participan en Haití de la Minustah, es una autorización que tiene que dar el Congreso en cualquier situación en la que Argentina quiera enviar tropas fuera del país o recibir dentro del país la visita de tropas de otro. En ese debate que se hizo en septiembre en la Comisión de Relaciones Exteriores y la de Defensa de la Cámara de Diputados, un debate que el partido oficialista no esperaba, ya que esperaba un trámite como en anteriores oportunidades, varios partidos se presentaron para reclamar y exigir que hubiera un debate sobre la participación de Argentina en la Minustah y acordaron que los funcionarios del gobierno que fueron a defender la posición de la participación de Argentina en la Minustah no tenían argumentos, pero es una decisión que se sigue manteniendo.

Esa sería la respuesta más fácil. Otra es la que nos dio el Ministro de Defensa, Agustín Rossi, que en marzo del año pasado visitó Haití durante 36 horas haciendo un saludo de rutina a las tropas estacionadas en Haití, cuando volvió de este viaje, al que lo acompañaron un batallón de periodistas, alrededor de 50 de casi todos los medios masivos, el mensaje fue muy claro y lo repitieron todos los medios, diciendo que la Minustah y la participación Argentina es una misión humanitaria, más o menos dando a entender que se había establecido después del terremoto y no 5 años antes del mismo. Se mostraban escenas de las tropas argentinas entregando agua en bidones a la población, como ejemplo de misión humanitaria. Esos son los argumentos oficiales.

En la Cancillería, a la que hemos ido durante los últimos años en repetidas ocasiones distintas organizaciones populares y sociales, para insistir en nuestro reclamo de retiro de las tropas, por lo general tampoco defienden mucho la presencia, sí hacen mucho hincapié en que no es una decisión de la cual Argentina se hace cargo sola, afirman que están ahí con otros países de América Latina y que el retiro sería en conjunto, no se tomaría una decisión unilateral.

Podría resultar respetable o entendible esta posición, pero no quita la responsabilidad de cada gobierno de estar defendiendo una situación para la que no tienen argumentos de peso. Si el motivo por el cual tenemos tropas de Argentina en Haití durante 11 años es para seguir entregando agua a la población, podemos concluir que ha sido un fracaso total, porque supongamos que esa fuese su misión, la verdad es que tanto tiempo y que no se haya podido resolver nada respecto a un problema que obviamente es real, porque el suministro de agua se sigue manejando con camiones y con bidones con agua y no se ha ido más allá de eso, lo que de por sí sería reconocer el fracaso de la misión.

Está claro que ese no es el objetivo. Según el Consejo de Seguridad, Haití representa un peligro para la seguridad de la región. Muchos gobiernos siguen aprobando eso en octubre cuando revén el mandato de la Minustah, y ese peligro se pone en boca de Estados Unidos, que dice que si la situación se complica en Haití van a tener muchos inmigrantes haitianos en las costas de Florida y como no pueden permitirlo la situación debe ser controlada.

Esa es la defensa oficial que se hace en el Consejo de Seguridad. Pero, en realidad, lo que vemos es que la permanencia se da por objetivos de control, dominación, saqueo y colonización del pueblo haitiano. Podemos mirar un poco más los argumentos que esgrimen distintos gobiernos en nuestra América Latina, podemos reconocer que hoy en día existen debates, como el que hemos visto entre el gobierno saliente y el entrante en Uruguay, que significa que hay preocupación sobre esta presencia de tropas latinoamericanas en Haití. Más de uno ha llegado a la conclusión de que se han metido en un callejón sin salida, en una trampa que puso Estados Unidos y Francia cuando invitaron a los gobiernos "progresistas” liderados en 2004 por Lula de Brasil y Néstor Kirchner de Argentina, de hacerse cargo de esa ocupación y que ahora no saben cómo salir con elegancia.

El segundo problema, que puede ser muy pedestre, es que la presencia de los latinoamericanos hoy en Haití, en cualquiera de estas misiones de paz, es una industria, significa recursos, posibilidades de viajar para los efectivos que se anotan, es un privilegio, un premio monetario en su carrera.

En Argentina en estos últimos días, cosa que no sale en los noticieros, las Fuerzas Armadas han creado una escuela de capacitación y entrenamiento para los efectivos que participen en misiones de paz. Todo esto forma parte de una industria y cortar la presencia de Argentina en la Minustah la pone en peligro. Ese es un tema que se ve en la discusión, por ejemplo, con Uruguay. Las Fuerzas Armadas uruguayas tienen muchos más antecedentes en la participación en estas misiones de paz de Naciones Unidas, y es un reducto que también vemos en Brasil, incluso en Bolivia, Paraguay, Ecuador, donde se ponen en juego las relaciones entre los distintos sectores de nuestros propios gobiernos. Aquí, entre las Fuerzas Armadas, el Ministerio de Defensa, Cancillería y Presidencia, no todos tienen la misma postura. Y en más de un gobierno de América Latina en voz baja se ha planteado que no pueden sacar las tropas de Haití porque pueden crear un problema con las Fuerzas Armadas de su país. Esto es importante y lo tenemos que tener presente, si volvemos a los argumentos que los gobiernos esgrimen para sostener esa presencia en Haití, en los inicios se hablaba de la posibilidad de crear una política distinta, de cooperación regional con América Latina, que es algo que la mayoría de nosotros quisiéramos apoyar, como hace Cuba con la presencia de sus misiones médicas desde hace muchos años, como ha sido la política de Venezuela a través de Petrocaribe, un apoyo muy concreto a la vida cotidiana del pueblo haitiano. Pero lo que estamos viendo es que los gobiernos de América Latina están repitiendo los mismos errores, las mismas políticas de dominación y presencia de los poderes centrales. Por eso entendemos que este año, 2015, el centenario de la primera invasión y ocupación de Estados Unidos a Haití, es un momento crítico en la vida del pueblo haitiano, porque las organizaciones sociales haitianas están reivindicando la necesidad de avanzar en la refundación de su país, no con la ocupación de tropas de toda América Latina, sino con políticas realmente de cooperación, solidarias, de los pueblos y los gobiernos latinoamericanos, es el momento para avanzar en ese plano y eso significa, primero, retirar las tropas y luego avanzar en políticas de apoyo en aspectos humanitarios, las cuales sin dudas se pueden ofrecer y también en todo lo que pueden ser políticas de apoyo a la institucionalidad haitiana, pero la que decida su pueblo, no Estados Unidos, el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, la OEA o la Comunidad Internacional.
Epidemia de cólera fue llevada a Haití por militares enviados a ese país por la Minustah.


M.H.: Uno de los argumentos esgrimidos por nuestros gobernantes ha sido el factor que implica que la Minustah ayuda a detener la violencia en Haití. Yo me tomé el trabajo de investigar al respecto y la tasa de homicidios en Haití es de 7 por cada 100.000 habitantes, mientras que el promedio en el Caribe es de 17, en México ese índice llega a 24 y en Honduras a 91. Una de las cosas que llama la atención es que, a pesar de las políticas asistencialistas y de las donaciones que proporcionaron ayuda a los damnificados del terremoto, el país sigue inmerso en la pobreza. Mencionaste en alguna de tus intervenciones anteriores, la construcción de hoteles de lujo. ¿Cómo se entiende esto?
B.K.: Uno piensa en los intereses económicos que están en juego, tanto Haití como Cuba, están cerca de las costas de Estados Unidos, y es un destino caribeño muy atractivo, con aguas cálidas y hermosas. Esa atracción juega un rol en lo que es la codicia, la política hacia un país al cual efectivamente al poder no le importa que tiene un pueblo con mucha historia, de respeto hacia sí mismo, de resistencia, siendo el primer país en poner fin a la esclavitud, tal vez el único pueblo que logró tanto su liberación de la esclavitud como del yugo colonial.

Haití sigue siendo muy codiciado, sus playas, su sol, la riqueza de su suelo, que si bien ya está muy deteriorado por las políticas de saqueo que se sostienen hace varios siglos, ahora se apunta al subsuelo y las riquezas ahí escondidas. Ese es el problema, el pueblo haitiano estorba, está de más, sea yendo para la costa de Florida en sus barquitos buscando sobrevivir al hambre y la miseria que reina, o el que quiere vivir en su país y seguir luchando.

La política de dominación tiene intereses geopolíticos muy claros, de Estados Unidos a Venezuela tenés que pasar por encima o alrededor de Haití, si se quiere seguir bloqueando a Cuba, Haití está en un lugar privilegiado y como hemos visto históricamente a Estados Unidos le es suficiente con decir que es el "patio trasero” para seguir manteniendo el dominio. Desde todos esos puntos de vista el pueblo haitiano sigue sufriendo esta política de control y dominación.

La novedad de estos últimos casi 11 años de la presencia de la Minustah es la participación de las tropas de América Latina en ese proceso, lo cual lo torna doblemente inaceptable. La política de Estados Unidos, Canadá y Francia sigue más o menos sus canales de siempre, y han encontrado a muy bajo precio la posibilidad de involucrar tropas de otros países para llevar a cabo el trabajo sucio. Digo esto, porque hay varias declaraciones de los Embajadores de Estados Unidos en los debates del Consejo de Seguridad, e incluso hay un estudio hecho por una oficina de auditoría del Congreso de Estados Unidos que ha arrojado como información que para ese país mantener las tropas de la Minustah es mucho más barato que pagar la presencia de tropas propias. O sea, lo que para los militares de América Latina es un gran premio, por los recursos que se mueven detrás de su presencia en Haití, para Estados Unidos es muy barato.

Para hablar de una realidad que tiene que ver con la actualidad del pueblo haitiano, Estados Unidos, Francia y Canadá son los países que más contribuyen al presupuesto de la Minustah, en este momento están invirtiendo alrededor de U$S 500 millones anuales para mantenerla. Les costaría muchísimo más mandar tropas de sus propios países. Esos mismos gobiernos han sido incapaces, con todo el conjunto de la llamada Comunidad Internacional, de poner U$S 50 millones para agua potable y la erradicación de la epidemia de cólera que fue introducida por la Minustah, es su responsabilidad aunque la ONU está escondiéndose detrás de que las tropas tienen inmunidad.

M.H.: Quisiera señalar que el cólera había desaparecido de Haití hace 50 años. Hace pocos días un Tribunal Superior de Nueva York, donde se presentaron los damnificados a exigir indemnizaciones, se pronunció en este sentido que mencionabas, que las tropas no son imputables, por lo tanto, no corresponde el pago de ningún tipo de indemnización ni cargo a las Naciones Unidas, por la reintroducción del cólera en Haití.

La prensa mundial tiende a presentar los problemas de Haití de manera tendenciosa, extrapolándolos de su historia y del contexto neocolonial en que se engendraron. Como si la pobreza endémica, la desforestación, el cólera, los daños de las catástrofes nacionales y el arrebato de la soberanía hubieran sido producidos por un pueblo inconsciente o por un clima adverso, poco se habla de los despilfarros y costos logísticos de las más de 10.000 ONGs presentes en Haití que en la mayoría de los casos constituyen más del 60% de su presupuesto.
B.K.: Yo no conozco exactamente la cifra, pero la presencia de grandes ONGs existe y me consta que es avasallante. No solamente por los informes y las versiones periodísticas y las denuncias de las organizaciones haitianas, sino porque te das cuenta llegando a Haití desde el propio aeropuerto. La presencia principalmente de las grandes organizaciones que se dedican supuestamente al desarrollo o reconstrucción después de una catástrofe como el terremoto, que son una industria que mueve mucha plata, tal vez en algunos casos con mejores intenciones otras con peores, y ve cualquier situación de este tipo como un campo fértil de ganancias, en prestigio, en plata y en la posibilidad de seguir su cometido.

También hay una enorme presencia de organizaciones más chicas pero que pertenecen a los sectores religiosos muy conservadores de Estados Unidos, algunos independientes y otros que forman parte de conglomerados con una clara intencionalidad política. Otros tienen una intencionalidad política menos clara pero sirven a los mismos fines. Esa presencia en Haití que fue terriblemente multiplicada después del terremoto ha sido denunciada por las organizaciones haitianas de manera sistemática. En cierto sentido sienten que detrás de ese ejército llamado de cooperación o de desarrollo, se les escapaba de las manos cualquier posibilidad de opinar sobre la reconstrucción de su propio país.

Las decisiones y la plata siempre se mueven por fuera del presupuesto del gobierno haitiano y el Estado ha sido muy marginado. Es un proceso que lamentablemente no es único en Haití, se puede ver en muchos otros países, como Indonesia después del tsunami en 2005, y lo vimos en Irak, porque las guerras significan una destrucción descomunal de la población y su reconstrucción son industrias de gran escala. En el caso de Irak, las denuncias de la tercerización de la guerra a empresas contratistas de parte del gobierno de Estados Unidos, y luego la reconstrucción de esos desastres realizadas por las mismas empresas. Esta es una realidad de nuestro siglo XXI, la destrucción y la reconstrucción son industrias y significan una exclusión de la población de cualquier posibilidad de participación en la toma de decisiones, en el diseño de esas reconstrucciones, en la construcción de su futuro.

Hoy en Haití esto forma parte importante del contexto, entonces cuando escuchamos a las organizaciones populares haitianas o las manifestaciones callejeras pidiendo el retiro de los extranjeros, tenemos que ubicarnos en esa realidad, están hartos de esa intervención porque están en todos lados, desde lo más cotidiano hasta el debilitamiento del Estado Haitiano. No hay organización popular haitiana que defienda la capacidad del Estado haitiano o del gobierno para resolver los problemas del pueblo, reconocen grandes debilidades, pero en ese reconocimiento también está que, tanto los gobiernos de la llamada "comunidad internacional” como las ONGs, las empresas contratistas y las instituciones financieras, participan con políticas deliberadas en ese debilitamiento del Estado.

Parte de lo que reclaman las organizaciones populares haitianas en este momento es que cambiar simplemente los nombres en el gobierno y en el gabinete y seguir excluyendo al pueblo haitiano de cualquier posibilidad de tomar las decisiones, no va a resolver los problemas políticos y sociales. Es el propio pueblo el que tiene que resolverlos y construir su propia fortaleza con organizaciones populares para lograr esos objetivos.
Para Beverly, si la función de la Minustah es sólo distribuir agua a la población haitiana, entonces la operación es un fracaso

M.H.: Personalmente los argumentos me han convencido de que Haití no es una amenaza para la paz mundial ni regional. No sé si a los que han escuchado este programa les ha sucedido lo mismo, pero el objetivo de esta entrevista era justamente clarificar sobre algunos aspectos poco conocidos de la realidad haitiana. Si ha quedado algún tema sobre el que desearías ampliar te invito a que lo hagas.
B.K.: Algo que me gustaría agregar es una invitación, realmente tenemos una posibilidad y un privilegio pero que es también una necesidad de ir conociendo a este pueblo que ha contribuido tanto a la historia no solamente propia sino de América Latina y el mundo en la lucha por la independencia, por los derechos humanos y el fin de la esclavitud. Es un pueblo que tiene una cultura impresionante en lo que tiene que ver a sus contribuciones en el arte, la música, el teatro, el cine. Tenemos mucho para disfrutar de este pueblo y para aprender de sus luchas y su resistencia hoy en día. Es un deber que tenemos para ir consolidando los lazos de hermandad y de lucha conjunta con otros pueblos de América Latina.

Este año desde el Comité argentino de solidaridad por el retiro de las tropas de Haití esperamos poder avanzar con actividades, para lo cual nos ponemos a disposición de cuanta organización o casa cultural, para acercar la cultura de este pueblo y ver cómo podemos vincular más estrechamente las luchas, conflictos y resistencias también del pueblo argentino por su supervivencia, por su soberanía, por su autodeterminación con las luchas del pueblo haitiano. Va esa invitación, más allá de la presentación mañana de esta nueva carta en la Embajada de Chile.

M.H.: Justamente aquí, en el barrio de Barracas, la Escuela 11 se llama República de Haití.

* De Jubileo y Dialogo 200 Argentina

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