Por Javier Rodriguez Roque
Asunción,
15 ago (PL) La ratificación de las sanciones impuestas por Unasur al
gobierno paraguayo, ampliamente divulgada aquí hoy, pareció sepultar
toda su esperanza de lograr el ansiado apoyo de la OEA a la destitución
del presidente Fernando Lugo.
Toda la prensa destacó el acuerdo del Grupo de Alto Nivel del bloque
integracionista que reconoció la existencia de violaciones de las
libertades políticas y los derechos humanos realizadas especialmente
contra quienes se oponen al gobierno de Federico Franco.
El nuevo acuerdo de Unasur constituyó, de hecho, una confirmación de
las múltiples denuncias realizadas por organizaciones sociales de todo
el país concentradas en el Foro Social Paraguay Resiste que sesiona
desde este martes en Asunción.
En ese marco surgieron
planteamientos sobre despidos masivos de partidarios de Lugo en
diversos centros de trabajo, amenaza de cierre de la televisión
pública, desalojos de campesinos sin tierras e incluso acuerdos con
entes multinacionales para la entrega de riquezas nacionales.
Además, desde el punto de vista político, constituyo un duro revés a la
mencionada esperanza acariciada por el Ejecutivo de alcanzar, con la
ayuda de Estados Unidos, una resolución en la próxima reunión de la OEA
que justifique el juicio que sacó a Lugo de su cargo.
La
cancillería y el propio Franco manifestaron la seguridad de que, en la
cita del próximo 22 de agosto, se aprobaría el informe sobre la
situación paraguaya preparado por el secretario general de la
organización, José Miguel Insulza, justificativo del llamado golpe de
Estado parlamentario.
Sin embargo, el presidente de Unasur, el
peruano Salomón Lerner, fue claro al señalar que la ratificación de las
sanciones anula cualquier posibilidad de un consenso favorable a
Asunción en la próxima reunión de OEA, a pesar del interés de
Washington en ese sentido.
Igual criterio fue adelantado por
Marco Aurelio García, asesor especial para las Relaciones Exteriores
del gobierno de Brasil, quien negó toda posibilidad de reconocimiento
del gobierno de Franco en el seno de la entidad regional.
Así
las cosas, todo apunta a la continuación del aislamiento del gobierno
paraguayo, como una constante mientras no haya una recomposición del
proceso democrático interrumpido en la nación guaraní.
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