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jueves, 12 de septiembre de 2019

¿México declara la guerra a Supremacistas Blancos en EU?

J. Jaime Hernández

El gobierno de Andrés Manuel López Obrador ha hecho la firme promesa de defender a nuestros compatriotas de los ataques racistas y los supremacistas blancos en Estados Unidos.
Pero, si nos atenemos al resurgimiento de ataques contra inmigrantes o ciudadanos de origen mexicano desde el arribo al poder de Donald Trump, uno se pregunta si, acaso, esta cruzada contra los supremacistas blancos incluirá al inquilino de la Casa Blanca.
¿O es que acaso la lucha contra el racismo y el terrorismo de los supremacistas en EU no incluirá a su principal instigador?
Si no es así, podríamos asegurar por adelantado que esta lucha ya esta perdida. O que simple y sencillamente estamos ante un paripé o acto de simulación.
Por otro lado, a pesar de que esta promesa cuenta con el aval o respaldo de la ONU y la OEA, uno se pregunta si acaso esta campaña para defender a los mexicanos en EU –que por cierto es de caracter extraterritorial--,  no correrá la misma suerte de otras crisis o conflictos que se han podrido en el seno de estos organismos multilaterales,  hipotecando así la credibilidad y la confianza de millones de ciudadanos en todo el mundo.
Me refiero a los casos de Ucrania, Yemen o Venezuela, por mencionar solo algunos.
En este contexto, cargado de frases voluntaristas y promesas que luego se las lleva el viento, es necesario hablar de la dimension real de este problema. De ofrecer un mínimo atisbo de lo que, en el curso de los últimos años, se ha convertido en una de las más serias amenazas para la seguridad interna de EU: el terrorismo domestico de supremacistas blancos.
Una fuerza oscura que se ha nutrido durante décadas de enloquecidas teorías  de “desplazamiento demográfico”. Un ejército de nativistas que se habían mantenido agazapados. O que habían limitado sus acciones a la “defensa de la frontera con México” creando milicias para dar caza a migrantes o a buscar alianzas en el seno del partido republicano.
Hasta que llegó Donald Trump con sus promesas de reconquistar los derechos del hombre blanco y frenar el cambiante rostro demográfico de Estados Unidos. Bajo el regimen de Donald Trump, los supremacistas blancos han podido al fin actuar a la luz del día y de forma desembozada, rompiendo el espinazo de migrantes de origen mexicano o desfilando a rostro descubierto por las calles de Estados Unidos bajo la consigna de “no nos desplazarán”.

“AHORA NO SABEN QUE HACER PARA FRENARLOS”
Aunque parezca mentira, antes  del atentado terrorista del pasado 3 de agosto en El Paso, Texas, el concepto de “terrorismo domestico” era casi una abstracción y un término que solo encapsulaba el fenómeno del terrorismo islámico.
Y aunque el “terrorismo domestico” es un fenómeno de larga historia en EU, con antecedentes desde 1920 con los ataques perpetrados por células anarquistas, y su posterior reaparición con ataques de supremacistas blancos, su transformación y reetiquetado se produce tras los ataques de represalia e invasiones de EU en Afganistán e Irak.
Tras los atentados terroristas del 11 de septiembre de 2001, la atención del FBI y los servicios de inteligencia se volcaría drásticamente contra la amenaza terrorista que “siempre llega desde el exterior” y, además, esta impregnada de integrismo musulmán.
La figura del “lobo solitario” emergió en los análisis del FBI y las unidades de lucha contraterrorista, pero siempre vinculado al fenómeno del integrismo islámico.
Todo esto cambio tras el atentado del pasado 3 de agosto a manos de Patrick Crusius, un joven de 21 años que vivía en los suburbios de Dallas, Texas. En unos barrios donde la mayoría blanca se había contraído para pasar del 80 al 50 por ciento en los últimos años.
Tras asesinar a 22 personas, Crusius declaró que su ataque iba dirigido contra los mexicanos que estaban "invadiendo" el sur de EU. Una retórica blandida hasta el cansancio por el presidente, Donald Trump.
En los últimos meses, Crusius se la había pasando en foros de internet debatiendo ideas en torno a la vieja teoría del “Gran Reemplazo” demográfico. Una tesis conspiracionista que surgió en Francia, un país bajo constante tensión racial ante el avance de comunidades inmigrantes del norte de África.
Pero, la fuerza criminal que impulsó a Patrick Crusius, no solo surgió del cambio de paisaje demográfico en los suburbios de Dallas. Su manifiesto contra los mexicanos también destilaba un fuerte tufo racista como el que empleó a lo largo de su campaña y tras su victoria electoral, el hoy presidente Donald Trump.
Según el estudio “Los efectos de la elección de Donald Trump en los crímenes de odio” de Griffin Edwards y Stephen Rushin, “encontramos evidencia convincente de que las elecciones de Donald Trump pueden haber contribuido al aumento nacional de los delitos de odio que comenzaron durante el cuarto trimestre de 2016”.
Este ensayo, que se basa en las estadísticas de crimen de odio del FBI, ha elevado a nivel académico un fenómeno que ha sido soslayado por el Departamento de Justicia, la Casa Blanca y el propio FBI durante la administración de Donald Trump.
El pasado 3 de noviembre, la revista del diario The New York Times publico un devastador reporte en el que reveló que, durante casi dos décadas, el Departamento de Justicia y el FBI habían desestimado la amenaza del terrorismo domestico en manos de supremacistas blancos.
“Ahora, no saben qué hacer para frenarlo”, resumió el medio.
En posteriores audiencias en el Congreso, altos responsables del FBI reconocieron que, incluso, los fiscales federales tenían serios problemas a la hora de definir los crímenes de odio, o de equipararlos a actos de “terrorismo domestico” a la hora de procesar a los responsables de atentados como el del pasado 3 de agosto en El Paso, Texas.
Hacia fines de abril, el FBI y el Departamento de Justicia dieron a conocer un nuevo sistema de clasificación que empleaba solo cuatro categorías: extremismo violento por motivos raciales; extremismo anti-gobierno y anti-autoridad; derechos de los animales y extremismo ambiental; y el extremismo del aborto.
Según organizaciones como la Liga Anti Difamación los más de 50 crímenes de supremacistas blancos en 2018 rompieron un récord sin precedentes desde 1995.
A pesar de esta reclasificación del delito de “terrorismo domestico”, algunos fiscales siguen teniendo serios problemas a la hora de equiparar actos de terrorismo domestico con crímenes de odio indiscriminado ante un juez.
¿El motivo? … Las resistencias de la administración a poner en la mira de jueces a organizaciones supremacistas que, por cierto, se han convertido en un importante vivero electoral de Donald Trump. De hecho, algunos agentes del FBI se han quejado de falta de recursos o de apoyo a la hora de investigar y encausar a criminales de odio racista que, por cierto, se han convertido en una epidemia bajo la era Trump.
¿Llegados a este punto es realista pensar que el gobierno de México tendra el poder y los recursos para echarle el guante e incluso extraditar a terroristas domesticos que comulgan con las ideas de los supremacistas blancos?

Se aceptan apuestas …

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