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viernes, 20 de septiembre de 2019

Uribe, Guaidó y el narcoterrorismo



La revelación por el gobierno de Venezuela de fotos del autoproclamado Juan Guaidó en pose amistosa con líderes de Los Rastrojos, grupo notoriamente multihomicida de los narcoparamilitares colombianos, colmó la copa. El asunto trascendió rápidamente a los medios colombianos, donde ha causado doble revuelo debido a la evidente complicidad con el hecho al más alto nivel de ese país, y se agravó cuando los servicios de inteligencia de Venezuela divulgaron un video donde se podían apreciar aun mayores muestras de afecto del presidente encargado hacia los criminales. Ya no podía seguir alegando que esas fotos formaban parte de las muchas que se había tomado el 23 de febrero, durante el fracasado concierto celebrado en Cúcuta previo al frustrado intento de paso ilegal a Venezuela de la ayuda humanitaria.
Pero en medio de las dudas y cuestionamientos por las fotos cayó una verdadera bomba. Wilfredo Cañizares, director de la reconocida ONG colombiana Progresa, con 30 años de trabajo en defensa de los derechos humanos en la zona de la frontera común por donde presuntamente Guaidó entró a Colombia, hizo a numerosos medios una denuncia demoledora. A riesgo de su vida, afirmó: del ingreso de Guaidó, obviamente tenemos las pruebas y los testimonios de que fue facilitado y coordinado por Los Rastrojos. Asegura que 24 horas antes del ingreso del autoproclamado, la banda criminal decretó un toque de queda en la zona para protegerlo y para que nadie se percatara de su paso. “Nada se mueve en la frontera sin que lo controlen Los Rastrojos… llevamos años advirtiéndolo (...) lo que estamos haciendo evidente es que hubo una coordinación porque no permitieron (los paramilitares) que nadie saliera, ni se movilizaran carros o motocicletas, hasta cuando el señor Guaidó pasó por el territorio”. Añadió que el político debe haber sido entregado a autoridades colombianas por los paramilitares.  Enviamos un escrito al canciller Carlos Holmes Trujillo para que nos diga cuál fue la participación de la cancillería que estaba coordinando todo el tema del 23 de febrero, cuál fue la participación de la policía metropolitana de Cúcuta en esto, porque es un acto realmente grave.
El presidente Iván Duque, y no se diga su patrón Álvaro Uribe, creador y promotor del narcoparamilitarismo, odian ferozmente a Venezuela y junto a sectores de la oligarquía santanderiana se empeñan en ahogar en sangre al chavismo. No hay prácticamente una actividad terrorista contra la revolución bolivariana donde no aparezca la mano de Bogotá. El atentado con drones contra Maduro y otras muchas acciones subversivas antivenezolanas desde la presidencia de Chávez, se organizaron en Colombia.
De hecho, es Colombia la carta principal que juega Estados Unidos contra el chavismo habida cuenta del fracaso monumental del títere Guaidó. Acompañado del gobierno de Uribe-Duque, Estados Unidos invocó ilegal y canallescamente en la OEA la activación contra Venezuela del Tratado Interamericano de Asistencia Recíproca (TIAR). Al parecer una medida desesperada al ver que el Grupo de Lima se desmorona, como se veía venir desde que el nuevo gobierno de México rescató la digna postura de no intervención, favorable a la paz y a la solución pacífica de los conflictos; confirmado al abandonar Costa Rica, Panamá, Perú y Trinidad-Tobago el barco de la guerra. Diez países que votaron a favor del TIAR no constituyen ni la tercera parte de los 35 gobiernos de las dos Américas. Además, es una gravísima violación trumpiana del derecho internacional y un chiste de mal gusto contar como gobierno a los payasos de Guaidó.
El autoproclamado depende totalmente del apoyo de Washington, pues no tiene ningún otro. Existen pruebas de que sus colaboradores gastaron a manos llenas fondos de la ayuda humanitaria en cantinas, prostíbulos y hoteles de Colombia. La entrega de Citgo, filial de PDVSA en Estados Unidos, al gobierno de ese país, fue pactada desde antes de autoproclamarse, no se sabe dónde está el dinero del concierto de febrero, ni están claras las cuentas de los fondos venezolanos transferidos por Washington a su gobierno. Con la mayor desvergüenza, el títere aprueba la entrega del territorio en disputa de la Guyana Esequiba a Guyana, apoyando así un antiguo despojo imperialista a Venezuela.
Para colmo, al dar a conocer Maduro y partidos opositores venezolanos no guerreristas los acuerdos parciales pero muy importantes a que llegaron con Caracas bajo el patrocinio de Noruega, el sector ultraderechista, proyanqui y guerrerista de la oposición y sus bases han tronado contra Guaidó. Maduro tiene la iniciativa política y ese sector corre el riesgo de quedar en la orilla si no se sienta a dialogar con el gobierno. Fuera del poco factible camino de la guerra y el bloqueo genocida, Washington no tiene nada que ofrecer a Venezuela. Sin embargo, conversa con Caracas aunque dice no reconocer a Maduro. ¿No que el presidente era Guaidó?

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