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viernes, 20 de mayo de 2016

Gobiernos del PT brasileño: neoliberales con acento social que incomodó a la élite

Bandera del Partido de los Trabajadores de BrasilSputnik
Para Grzybowski, cofundador del Foro Social Mundial y director del Instituto Brasileño de Análisis Sociales y Económicos (Ibase), esas condicionalidades, “que fueron poco, incomodan mucho y están en el origen del esfuerzo para derrotar al PT y al Gobierno de Dilma Rousseff”, suspendida de sus funciones el 11 de este mes mientras el Senado conduce un juicio político en su contra.


El PT, creado en 1980 como alternativa de izquierda democrática, llegó al poder con
Luiz Inácio Lula da Silva
(2003-2011) y se mantuvo con Rousseff (2011-2016).
Su acento social se resume, para Grzybowski, en un crecimiento de 70 por ciento del salario mínimo en términos reales, “la mejora más sustancial”, el programa Beca Familia, “una obligación ética para garantizar lo más básico a la gente muy pobre”, y las cuotas universitarias para negros y pobres.

A tono con el Banco Mundial

A juicio de Grzybowski, el Beca Familia es un programa de emergencia, “muy adecuado a la visión del Banco Mundial, distribuir renta en pequeñas proporciones sin cambiar las estructuras sociales”, si bien su alcance “es impactante, porque son 13 millones de familias beneficiarias, más de 50 millones de personas” en un país de 200 millones de habitantes.
Su costo es muy bajo, “menos de un día del interés que cobran los que especulan con la deuda del Estado; nada”, sentenció.
Sin embargo, “incomoda porque da un mínimo de dignidad y se lo considera un gasto improductivo, se le critica que no estimula a la gente a trabajar, etcétera”, observó.

Injusticia fiscal

La próxima semana, el presidente interino Michel Temer debe anunciar medidas para reducir el déficit fiscal y estimular la economía, que en 2015 se contrajo 3,8 por ciento y este año puede sufrir un retroceso similar.


Temer ha dicho que no tocará los programas sociales, pero ha advertido que mantener el valor del salario mínimo no es sostenible y que se necesita una reforma laboral y previsional así como revisar los montos asignados a la educación y a la salud.
En el debate de cómo se gastan los recursos del Estado, ni Temer “ni ninguno de sus economistas discuten que la mitad del presupuesto se destine a pagar a los acreedores de la deuda pública”, criticó Grzybowski.

Un estudio realizado en 2010 estimó que 20.000 familias brasileñas detentaban entonces el grueso de la deuda pública brasileña.

“Si se considera a la familia extensa que va de los abuelos a los nietos, un millón de personas recibían unos 3.000 reales por día de intereses (850 dólares al cambio actual)”, dijo.
Esta “enorme transferencia de recursos no es vista como el centro de la crisis fiscal”, añadió.
En cuanto a las fuentes del presupuesto, “los Gobiernos de Lula y de Dilma nada hicieron en justicia impositiva: nos quedamos con un sistema regresivo en el que el pobre, proporcionalmente, paga más que el rico”, dijo Grzybowski.

En opinión de Grzybowski, si Temer insiste en tocar los gastos de salud, educación, pensiones y asistencia social, sobre los cuales la Constitución fijó recursos obligatorios del Estado, “puede generar de inmediato una reacción contraria incluso de sectores que se manifestaron contra Dilma”.

Universidades más populares

Grzybowski reconoce como un “gran cambio” el sistema de cuotas universitarias para negros y pobres.

“Las universidades públicas y gratuitas de Brasil eran para las élites”, y cuando “los pobres querían estudiar, tenían que ir a la universidad privada”, aseguró.


Una ley de 2012 reserva la mitad de los cupos a estudiantes de enseñanza pública; 50 por ciento de ellos deben proceder de familias con un ingreso mensual de 1,5 salarios mínimos, mientras las cuotas para negros e indígenas se determinan proporcionalmente en cada estado según los censos oficiales.
El sistema comenzó en 2002 en el sureño Río de Janeiro y se fue extendiendo durante la administración de Lula.

Hoy las universidades son más populares y la matrícula tuvo una “expansión formidable” de tres a 10 millones de estudiantes, dijo el analista.

Pero se redujeron a la mitad los cupos para quienes no son pobres, negros o indígenas, “y esto también incomoda a las élites brasileñas”, sostuvo Grzybowski.

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