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sábado, 13 de marzo de 2010

ALEPH - Ojos ciudadanos


El 4 de febrero de 2010 se constituyó en Guatemala un Observatorio Ciudadano del Gasto Público, justo cuando los grandes titulares de los periódicos ponían en la mesa del debate nacional el tema de la transparencia, vinculado al programa de gobierno Mi Familia Progresa. Pensé, en ese momento, que tal paradoja no podía ser sino el símboloperfecto de una realidad como la nuestra.

CAROLINA ESCOBAR
Guatemala

Busqué si el vocablo “Observatorio” nos podría decir algo. En una de sus acepciones, significa lugar o posición que sirve para hacer observaciones. Etimológicamente, deriva del latín observare, que tiene cuatro significados: 1. tr. Examinar atentamente. 2. tr. Guardar y cumplir exactamente lo que se manda y ordena. 3. tr. Advertir, reparar. 4. tr. Mirar con atención y recato, atisbar. Tres de los cuatro significados anteriores aplican bien al ejercicio ciudadano que se iniciaba: el de examinar atentamente, el de advertir y tratar de reparar y el de mirar con atención.

El único que no aplica en este contexto es el tercero, que habla de guardar y cumplir exactamente lo que se manda y ordena. El Observatorio, como instancia colegiada y deliberativa, no integra una entidad de gobierno ni está regido por él. Se conforma de siete ciudadanos y ciudadanas que participan a título individual, desde la independencia funcional y ad honorem en su Consejo Rector, aunque provengan de distintos sectores de la sociedad guatemalteca como la academia, el sector económico, el social y el sindical del país. Siete voces con registros distintos. A esas voces se suman las del ministro de Finanzas Públicas y de un representante del Sistema de Naciones Unidas, para hacer de este un espacio vinculante y realmente deliberativo de acuerdos y consensos, desde donde se puedan recomendar insumos para formular o rectificar políticas, programas o acciones que hagan más eficiente la calidad del gasto público.

Se dice que los observatorios están de moda en Guatemala. Si así fuera, esto es más que compensatorio a nuestra histórica tendencia de cerrar los ojos, al silencio y la corrupción, a la escasísima participación ciudadana y a la impunidad que hemos vivido por demasiado tiempo. Claro está que el establecimiento de los observatorios ciudadanos, solo por establecerlos, por gastar el dinero de los donantes o por ser políticamente correctos no basta, ni siquiera como ejercicio de participación.

Para que un observatorio constituya un territorio de verdadera fiscalización y propuesta ciudadana, tiene que “hacer arte”. Saber observar, desde el extrañamiento y la distancia, ayuda a ver como artistas, porque lo que enajena, inspira. Esto implica el compromiso de un proceso constante de observación y propuesta, implica catorce ojos extraños, atentos a los detalles relacionados con el gasto público; implica también mucha disciplina e igual mística y un conocimiento profundo y sensible de la realidad.

No son expertos en temas económicos, y nadie les paga un centavo por lo que hacen; son apenas siete personas medianamente informadas y conscientes, con ganas de que las cosas se hagan de otra manera. Por algún lado hay que contribuir a romper el mito de que el Estado y la Sociedad Civil son enemigos naturales y cambiar esto por una interacción beneficiosa para todos, pero sobre todo para la población más excluida de Guatemala. El monstruo es enorme y a veces provoca asfixias tempranas, pero aquí cualquier cosa puede marcar un cambio en la dirección correcta, y por allí se va la (¿ingenua?) esperanza.

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